El anuncio de los siete ex etarras que cumplieron condena por delitos de sangre, asegurando que retiran sus candidaturas de las listas de Bildu y que "en ningún caso" ocuparán concejalía alguna, ha vuelto a conmocionar la campaña electoral, ya congestionada y alterada por la presentación de estas candidaturas. ¿Por qué renuncian los siete candidatos tras la polvareda que organizó su concurrencia a las elecciones? Se abren las hipótesis, y estas son las que he escuchado y valorado. Hagan sus apuestas.
- Ha sido una presión del Gobierno central, que veía seriamente contaminadas sus posibilidades en las elecciones del 28-m cuando su 'aliado' abertzale incluyó en sus listas a ex etarras condenados y que ya habían cumplido su condena, pero que hasta incluían sus 'alias' cuando actuaban en la banda en las papeletas electorales. Me parece dudosa esta hipótesis, si bien en los mentideros se daba como probable que, al final, Pedro Sánchez hiciese alguna declaración desmarcándose del todo de su alianza 'de hecho', que no oficial, con la coalición vasca liderada por Sortu. Menos aún creíble parece que lo que el Ejecutivo central pretendía, con sus hipotéticas y no confirmadas presiones, sería 'descafeinar' el último debate este martes en el Senado entre Pedro Sánchez y Núñez Feijóo, en el que este último pensaba naturalmente incidir en el 'caso Bildu', de los "socios del señor Sánchez".
- Bildu no quiere dar la impresión de que radicaliza sus posiciones y vuelve a los 'viejos tiempos' de ensalzamiento a los etarras. Obviamente, estas candidaturas han sido un error, que contradice los aparentes deseos de Arnaldo Otegi de 'normalizarse' en la sociedad vasca y española, sobre todo teniendo en cuenta las buenas perspectivas de Bildu ante las elecciones en Euskadi dentro de un año, en las que hasta podría, según algún sondeo, sobrepasar al PNV.
Pero tampoco consta que haya habido un debate interno en el mundo abertzale sobre la conveniencia de la retirada de 'los siete' anunciada en la mañana de este martes. En todo caso, resulta sorprendente en unos ex militantes de ETA que nunca han pedido un suficiente perdón a sus víctimas, que digan ahora en su comunicado que no quieren con sus palabras o acciones "añadir jamás el más mínimo padecimiento al ya habido".
- El enorme revuelo surgido por la presentación de las candidaturas favorecía las posiciones de una derecha que se lanzó a fondo a atacar no solo el paso de Bildu, sino al Gobierno de Sánchez por apoyar a una formación para la que Vox (y, en Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pero no Feijóo, sabedor de las dificultades técnicas para hacerlo) pidió la ilegalización. Esta consideración , la de las posibilidades que, para la derecha y para el propio PNV, abría la sin duda errónea decisión de Bildu, puede haber contribuido a forzar la retirada de 'los siete'.
- Incomodidad absoluta en las filas socialistas. Los 'barones' no desdeñaron destacar que ellos nada quieren "con ETA y sus sucesores". Y el propio Sánchez consideró "legal, pero indecente" el paso dado por Bildu. Una declaración "insuficiente" para la oposición conservadora, mientras el silencio era la tónica dominante en las filas de Podemos y de Sumar.
Bajo las primeras reflexiones, podría considerarse un viraje en el seno de Bildu, donde parecen prevalecer las tesis más 'blandas', ahora, de Otegi. Pero lo cierto es que la coalición abertzale sigue siendo una gran desconocida, por su trayectoria, por su estructura, por sus zigzagueos, por su falta de transparencia, tanto para los observadores políticos como para los medios, así que aún caben muchas especulaciones sobre lo que ocurre en el interior de este grupo. Hay, en principio, que dar la bienvenida a la rectificación. ETA hace tiempo que no existe (contra lo que dicen algunos personajes muy radicalizados), pero hay que evitar cualquier cosa que nos haga revivir, sobre todo a las víctimas de aquella violencia loca, una pesadilla que duró cuarenta años.