Lucha contra la discriminación de acceso al autobús

Óscar Fraile
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Auvasa investiga las razones por las que un conductor impidió subir a una usuaria en silla de ruedas, quien reconoce haberse sentido humillada por esta situación

Ana Fernández Sancho antes de acceder a un autobús de Auvasa.

Domingo, 18.25 horas. Ana Fernández espera en su silla de ruedas la llegada del autobús de la línea 2 en la calle Puente Colgante. Llega el vehículo y ella hace un gesto para indicar al conductor que quiere subir. La respuesta del trabajador es negar con la cabeza. Al abrir la puerta, el empleado dice a la mujer que no hay hueco, pese a que otras cinco personas suben sin ninguna objeción. Acto seguido, el trabajador pide a los viajeros que ocupen los sitios del fondo, por lo que Ana piensa que va a poder acceder. Y para hacerlo, se dirige a la puerta de atrás, que es la que tiene la rampa de acceso. Para su sorpresa, el conductor cierra todas las puertas y se va sin dar más explicaciones. "No sé si podéis imaginar la rabia, tristeza, humillación e impotencia que sentí", explicaba esta joven en sus redes sociales después del incidente.

Un mensaje que recibió multitud de respuestas de apoyo. Entre ellas, la del propio concejal de Movilidad y Espacio Urbano, Luis Vélez: "Espero que nunca más pases por una situación así, ni tú ni nadie", dijo. También recibió un mensaje del propio gerente de Auvasa, José Alfonso Gálvez, quien se puso a su disposición para hablar de lo ocurrido. Y así lo hicieron el pasado lunes, tras la presentación de la correspondiente reclamación por parte de esta usuaria.

La empresa ha puesto en marcha una investigación para depurar responsabilidades y actuar en consecuencia. Este miércoles por la tarde se solicitó al trabajador aclaraciones por escrito para conocer su versión, identificar qué ha fallado y tomar medidas para que no vuelva a suceder. Gálvez explica que el autobús iba casi lleno, pero el empleado no activó el protocolo para estas situaciones. "Hubo un problema de comunicación, porque, en estos casos, el conductor debe trasladar a la central que hay una persona en silla de ruedas que no ha podido acceder para decidir si se envía un coche de refuerzo o para informar a la persona afectada de cuánto falta para que llegue el próximo servicio", explica. En este caso no se hizo ninguna de las dos cosas. Además, hay que tener en cuenta que el espacio que tienen reservados estos vehículos para personas con movilidad reducida estaba ocupado por otros viajeros sin discapacidad, y se optó por no hacerlos bajar en mitad de su viaje.

Primeras medidas

Una de las consecuencias más inmediatas de este incidente es que Auvasa reforzará los protocolos de comunicación para evitar que se repita esta situación. La propia Ana trasladó al gerente de Auvasa durante su conversación algunas sugerencias para mejorar el servicio a las personas que se mueven en silla de ruedas. La primera, formar a los conductores sobre sensibilización y respeto hacia personas con discapacidad, algo que, según dijo el gerente, ya tenía previsto Auvasa. El segundo punto fue habilitar a las personas con movilidad reducida que no puedan acceder al autobús, por el motivo que sea, un taxi gratuito para hacer el trayecto. "Ya se está haciendo en Granada, pero me dijo que no depende solo de ellos, debe haber un acuerdo con los taxistas, aunque le parece bien", explica Ana sobre su conversación con Gálvez. La tercera sugerencia es tan sencilla como respetar el espacio destinado a personas con movilidad reducida y garantizar que sean ellas las que lo puedan utilizar, aunque sea a costa de hacer bajar a otros pasajeros que estén en esos sitios para que vuelvan a subir cuando la persona con movilidad reducida los haya ocupado. Ella confía en la buena voluntad de Auvasa para llevar a cabo estos cambios, pero también asegura que no lo creerá "al cien por cien" hasta que no los vea.

Ana tiene 35 años, padece distrofia muscular congénita, una enfermedad degenerativa, y es maestra de pedagogía inclusiva. Además, está muy implicada en la lucha contra las desigualdades que sufren las personas con discapacidad. Por ejemplo, hace algunas semanas inició una recogida de firmas para que las personas en silla de ruedas puedan reservar sus entradas para espectáculos o billetes de tren de forma telemática, como el resto de la gente, en lugar de tener que hacerlo presencialmente.

Según ella, es habitual tener que lidiar con estas situaciones, fruto de la "poca sensibilidad y respeto", pero también asegura que esto era más frecuente antes que ahora. En la actualidad los problemas son más de carácter técnico que personal, aunque sigan existiendo casos como el que acaba de sufrir. "Pensé que estas cosas ya estaban superadas, pero, al parecer, todavía hay personas que creen que no tenemos los mismos derechos, aunque la mayoría intenta ayudar", finaliza.