El VAR. Al fin el VAR. El Real Valladolid ya sabe lo que es ganar gracias al VAR. Y a la suerte, también.
Pero es que el VAR y la suerte llevaban demasiado tiempo negándole su 'ayuda' a un equipo que este domingo, con más fe que fútbol, se ha llevado tres puntos vitales de su visita a Ipurua. Fue en un final mágico en el que se obró un milagro que quien sabe si no será clave para apuntarse otro año a la mejor liga del mundo. Fue entre el (antes) odiado VAR, el intermitente Danielle Verde y el cuestionado Sergi Guardiola. El árbitro se acercó a ver al monitor la zancadilla de Demitrovic a Plano y, claro, pitó el penalti; el italiano lo transformó en el 91; y en el 93, el delantero olió el falló de Arbilla, robó en la medular y se plantó solo en el área para apuntillar el triunfo por 1-2.
Ni los más optimistas podían imaginar un desenlace así, apenas unos minutos antes. El dominio del Eibar había sido abrumador y el Real Valladolid perdía desde el minuto 54 por un gol de Orellana que hacía justicia a los merecimientos de unos y otros. Plano, Guardiola y, sobre todo, Unal (en dos ocasiones) habían desperdiciado las únicas oportunidades de gol blanquivioleta y el equipo no daba muestras de reacción, sometidos por la intensidad de los hombres de Mendilibar.
Eibar-Real Valladolid. - Foto: LaLigaLa cosa estaba más para el 2-0 que para el empate. Era la quinta derrota consecutiva, la sombra del descenso era cada vez más alargada y, de repente, el VAR. Verde mete un balón bombeado a la espalda de la defensa que Plano corre tras salir al límite del fuera de juego, la toca con la puntera ante la salida de Demitrovic, pero, cuando el balón ya se iba a saque de puerta, llegó el contacto. Leve, pero suficiente. Tonto, por innecesario. Pero penalti. No lo vio el árbitro, pero para estas cosas se inventó el VAR, ese que tantos disgustos ha dado a los pucelanos. Después de cinco minutos de incertidumbre, de dudar sobre si había fuera de juego previo de Plano, de si el contacto era suficiente, Medié Jiménez se decidió a ir a verlo en el monitor a pie de campo y ahí se acabaron las dudas. Gestito VAR y carrera hasta el punto de penalti.
Verde se lo había pedido desde el mismo momento en que el árbitro se echó mano a la oreja para anunciar que la jugada se estaba revisando. El italiano hizo lo que antes no supieron hacer Michel, Alcaraz y Guardiola. Gol que daba un punto inesperado y que sabía a gloria.
Pero la matinal del domingo guardaba una gran sorpresa para los blanquivioleta. Cosas del fútbol, el error que propició el 1-2 lo cometió un Arbilla que había estado imperial en defensa durante todo el encuentro, pero ahí falló y Guardiola demostró su nivel con un robo y una galopada que solo podía acabar en gol; toque sutil con el exterior de su gran zurda y... milagro.