Julio Valdeón

A QUEMARROPA

Julio Valdeón

Periodista


Belén reaccionario

07/12/2019

Entre el videomapping navideño en la fachada del Ayuntamiento de Valladolid y el pesebre/basura de Ada Colau los españoles inauguramos diciembre a tope de simbología navideña. Las más de las veces con los consistorios volcados a los espectáculos de luz y color y sonido que hacen las delicias de niños y mayores con devoción por el tópico. Pero qué sería de la vida, y de nuestro cableado de mamíferos que aprende por imitación y práctica, sin repeticiones, ritos, jerarquía y costumbres. En otras ocasiones, de nuevo pienso en Barcelona, los gerifaltes al mando, siempre innovadores en lo tocante a chuminadas, contraculturales de lo fácil, comandantes de la obviedad, el toque infantil y el grito prefabricado, han dispuesto un Belén que haría las delicias de cualquier comisario artístico especializado en encargar obras perfectamente superfluas. Esto de ir contra la imagen del símbolo navideño, al tiempo que encargas uno y lo pagas con el dinero de todos, confirma la tentación por lo inane de nuestros posmos. Al menos lo de Valladolid no innova en el peor sentido. No superpone una carpintería laica a una celebración que será ritualística y religiosa o carece de sentido. Y esto lo escribe un ateo. Pero resulta que el ateísmo no quita lo alfabetizado ni el pragmatismo invalida la historia. Vale que lo de Valladolid resulta un poquito hortera, un poco Circo del Sol, un tanto kitsch. A su favor, en cambio, juega la voluntad de contar algo relacionado con lo que supuestamente celebra. Al contrario que el Belén de los clérigos barceloneses: avergonzados por lo que desconocen apuestan, como corresponde a la izquierda reaccionaria, a la construcción de un contraBelén, un Belén revuelto contra sí mismo, que pide perdón por existir y de paso también por el colonialismo, el heteropatriarcado, la cristiandad, la conquista de la luna, la circunnavegación de Elcano, los boleros que cantan canciones de amor mal entendidas por los guardianes de la corrección poética y las lucecitas que arruinan los polos.