En los últimos 10 años el 83% de los desastres naturales se han debido a fenómenos meteorológicos y climáticos, se han producido más de 410.000 muertes, y en 30 años, 200 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria cada año por fenómenos climáticos extremos.
Estamos inmersos en una carrera climática, con la meta de la neutralidad de carbono en 2050. Una meta que la mayoría de las veces parece inalcanzable, aunque, por otro lado, en sólo dos años y medio, se ha logrado ya el compromiso de parte del sector privado que representa el 20% del PIB mundial. En unos días, el 1 de noviembre comenzará la COP26 de la que se espera que se empiece muchos sectores críticos para el cambio climático se sumen al compromiso pasando por fin a ser un standard global.
La última COP, celebrada en Madrid en 2019, terminó con muchos de los grandes problemas aún sin resolver. Desde entonces, nos hemos enfrentado a una pandemia mundial que nos ha mostrado los efectos devastadores de la falta de preparación y la interrelación entre nuestro planeta, las personas y la prosperidad. Y este año de nuevo, hemos sido testigos de catástrofes naturales en todo el mundo que son un claro recordatorio del cambio climático.
Además de los esperados avances en los sectores clave de los países más desarrollados y el impacto de la aceleración del hidrógeno verde en los emergentes, este año se han identificado tres sectores que hasta ahora no eran considerados relevantes pero que cobran mucha importancia; el más importante la banca y finanzas porque uno de los 4 objetivos de esta COP está centrado en la necesidad de movilizar financiación. Los otros dos son la consultoría de alto nivel, por su capacidad de impulsar la velocidad de las transformaciones necesarias en las organizaciones, y los medios de comunicación por su capacidad de movilización ciudadana.
Pero mientras esto lleva su ritmo, la realidad es que el año pasado en todo el mundo, las tormentas se incrementaron un 26%, las inundaciones un 23% y las muertes por inundaciones un 18%.
En Europa ya estamos viviendo sequías intensas intercaladas con inundaciones catastróficas. Esto nos ha llevado a que, en 2018 reaparecieran las famosas 'piedras del hambre' del Elba, tras años bajo el agua, a su paso por la ciudad de Decín al norte de la República Checa. Las que reaparecieron fueron las que datan de 1616 con la impactante y aterradora frase: «Cuando me veas, llora».
Estas piedras simbolizan los tiempos difíciles de sequía que se vivieron en esa época, y tratan de advertir de las consecuencias de la sequía: hambre, enfermedades y muerte. Los mensajes más antiguos que se conocen se remontan al 1417, con la inscripción «Si vuelves a ver esta piedra, llorarás».
Cada año se producen alrededor de 6.800 desastres naturales, de los que el 98% ni nos enteramos, y no tienen el soporte económico necesario para su reconstrucción.
Hoy los científicos saben dónde se van a producir los siguientes desastres naturales debido al cambio climático. Mientras llega la ansiada y futura neutralidad en carbono, en el corto plazo es urgente e imprescindible el trabajo con las comunidades que se verán potencialmente afectadas en los próximos años, como lo es la necesidad de aumentar las inversiones en sistemas de prealerta temprana, y la de reforzar los fondos de emergencias globales para la ayuda en desastres antes e inmediatamente después de una catástrofe natural u otras emergencias pudiendo así asegurar llegar a la 'última milla' lo antes posible.