A Jorge le llaman Pedro en su local y Jorge en su casa. Aunque la realidad es que se llama Jorge Pedro. En 1991 entró por primera vez en el Bar del Cine y ahí sigue, ahora a los mandos de la parrilla. Primero trabajó como camarero y desde 2007, con la jubilación del anterior dueño, como propietario, al quedarse junto a su mujer, Nieves, con este establecimiento de la calle Embajadores, 58, en pleno barrio de Las Delicias, conocido desde los años 70 del pasado siglo como el bar de la sepia. Así reza en un gran cartel que hay en el local y así le conoce todo el mundo, en el barrio, en la ciudad e, incluso, fuera de ella.
El establecimiento abrió en 1965 como un anexo de los cines Embajadores. Tras varios dueños, en 1974 se hizo con él Jorge Martín, que fue el encargado de introducir la sepia en Valladolid. Y en 1991 llegó Jorge Pedro González: «Había trabajado en el mundo de la hostelería en Salamanca, ya que soy de Alba de Tormes. Me vine a Valladolid por mi mujer –Nieves Sánchez tenía hermanos en la ciudad y venía con asiduidad a Valladolid– y así acabé aquí».
Los dos están al frente del 'Bar del Cine' desde 2007, cuando Jorge Martín se jubiló. Y los dos mantienen algunos de los platos que llevan triunfando desde los años 70, con la sepia como principal.
«El secreto es la calidad del producto y mucho cariño», señala Jorge o Pedro, o Jorge Pedro. Compran la sepia entera, la limpian y la tienen preparada para la parrilla –que se mantiene impoluta desde hace 53 años–. Allí se pone a los mandos Jorge, con maestría, eliminando alguno de los trozos cuando la parte ya a punto de ser servida. Es en el momento que va acompañada de la salsa alioli y de una pizca de perejil. Por 9,5 euros estaría la ración.
Pero no es lo único que uno se puede encontrar en este establecimiento hostelero. No pueden faltar los callos, «caseros, como los de la abuela, de toda la vida», de los que se encarga Nieves, como del alioli; las mollejas de lechazo con setas, «solo en otoño e invierno»; las anchoas con aceite, vinagre y ajo; la ensaladilla rusa; el lacón; los riñones, «a la plancha y con una salsa de ajos»; los langostinos; o la chuleta de ternera, de unos 700 gramos, que sirven troceada con unos pimientos rojos y verdes, por 27 euros.
«Tenemos entre 25 y 30 productos. Siempre hemos sido mucho de barra, aunque tras la pandemia han cambiado los hábitos. Para empezar pusimos mesas y sillas altas, y luego cada vez funciona más y mejor lo de llevar», señalan. Tienen toda la carta disponible para que cualquiera pueda comprar y llevárselo a sus casas, por el mismo precio, y la respuesta sigue siendo alta y buena.
Abierto de martes a domingo, de 10.00 a 16.00 y de 19.00 horas a cierre, cuentan con una hermosa barra y con una capacidad para unos 14 o 16 comensales sentados. Aunque mucha gente del barrio acude a su local, es verdad que cada vez tienen más clientes de fuera, incluso de fuera de Valladolid, que llegan con el reclamo de la sepia.
Nieves y Jorge ya están en su local a las ocho de la mañana, preparando algunos de los platos que luego se exhiben en la barra, para después rematarlos en la parrilla. Aseguran que cada vez va más gente a comer y a cenar, que funcionan mejor las tardes, y que los fines de semana son del vermú o el aperitivo. Apuestan por el producto como principal argumento de la sepia, pero el toque de Jorge después de tantos años se nota... y mucho. Por algo se le conoce como el bar de la sepia desde 1974.