El lugar donde nacimos

SPC
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Continúan las labores de derribo del Hospital Clínico de Salamanca que darán paso a la construcción de los nuevos edificios de consultas

El lugar donde nacimos - Foto: JESÚS FORMIGO / ICAL

Las paredes que acogieron el primer llanto de varias generaciones de salmantinos y el último de otros tantos caen, poco a poco, después de casi 50 años en pie. Los hospitales son lugares de alegría y tristeza, de nacimiento y muerte, de investigación, cura y profesionalidad. También guardan miles de historias y han presenciado momentos clave en la vida de las personas. Momentos que se asocian a un lugar que, con nuevos tiempos, pone la vista en nuevos desarrollos. 

Pero para asimilar su importancia, es necesario conocer su historia. El edificio del Hospital Clínico fue un gran adelanto para Salamanca. El 13 de octubre de 1970 fue puesta la primera piedra de un centro que sería clave para la ciudad y que ahora se encuentra en plena demolición. Los planos del arquitecto Martín José Marcide Odriozola, quien falleció en 1972, tres años antes de la inauguración del centro, fueron la hoja de ruta para levantar este edificio. Arquitecto de la Seguridad Social, Marcide Odriozola contaba con amplia experiencia en la construcción de hospitales, siendo el encargado de hacerlo en gran parte de los que se levantaron en este país a mediados del siglo XX. 

El origen del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca (CAUSA) se remonta a 1965, cuando se inaugura el primer centro hospitalario, Virgen de la Vega, y el Centro de Especialidades anexo al mismo, compuesto por varios centros. Fue en 1975 cuando se pone en marcha el edificio Materno-Infantil y el Hospital Clínico, dependiente de la Universidad Civil de Salamanca hasta 1987, cuando se integra en la red de la Seguridad Social. Con el paso del tiempo, comenzaron a formar parte del complejo el Hospital Virgen del Castañar de Béjar en 1999, el Hospital de Los Montalvos en 2003 y el Centro de Especialidades de Ciudad Rodrigo en 2006.

El Hospital Clínico de Salamanca comenzó a funcionar después de una inversión de un presupuesto de 428.926.998 pesetas, y con una apertura escalonada por secciones. Así lo recuerda a Ical el que fuese fotógrafo del Complejo hasta 2016, Andrés Arroyo, y resalta el valor que tuvo el desarrollo de las especialidades en este centro. Cuando todo comenzó, traumatología y cirugía aún no se habían separado, y oncología estaba comenzando. "El Clínico se ha quedado pequeño para un montón de especialidades que no existían antes y que se han ido creando ahí dentro y necesitaban más espacio", relata, sobre el edificio que fue "un gran referente para la ciudad". 

Arroyo recuerda de manera anecdótica la convivencia entre el Clínico y el Virgen de la Vega. El segundo, de mayor antigüedad, era la "masa madre", y en el arranque del segundo no se libraron de "disputas" entre los médicos de uno y del otro por considerar "quiénes eran los mejores". Asimismo, en su comienzo, existió una duplicidad de servicios muy competitivos. Pero cuando se unieron, pudieron beneficiarse del trabajo y de la categoría de ambos. 

Derribo 

Los años han hecho mella en su estructura, esa que ahora cae poco a poco, a velocidad de crucero, y en la que sus muros ahora son escombros. En diciembre 2020 comenzó el traslado de sus especialidades al nuevo Hospital Universitario, con el comienzo de la actividad de Rehabilitación y Oncología Radioterápica, y el resto se realizó durante el verano de 2021. 200.000 metros cuadrados suponen ahora un espacio más amplio y moderno para seguir cuidando y curando en Salamanca.

Los futuros planes para el solar que deje el antiguo edificio serán levantar una nueva construcción, destinadas a los nuevos edificios de consultas, anexos al nuevo hospital, que albergarán todas las consultas externas que ahora se encuentran en los edificios de consultas 1,2 y 3 en la zona del antiguo Hospital Virgen de la Vega y la del Materno Infantil. 

Tras vaciarse por completo, en verano de 2022 comenzaron las acciones de derribo de su estructura. Quirófanos, consultas y pasillos quedaron totalmente vacíos, no sin antes salvar su colección de 70 cuadros que decoraban sus paredes, entre los que se encuentra el mural de Genaro de Nó que albergaba su capilla, destinado a la de Los Montalvos, mientras que el grueso de las obras artísticas se trasladó al nuevo edificio. 

El derribo, según explicaron fuentes del CAUSA a Ical, solo se ha visto interrumpido temporalmente tras hallar en el pegamento de los suelos "una parte mínima de amianto que hubo que gestionar también por motivos de seguridad". Estas acciones de desamiantado ya terminaron, y el plazo previsto para dar el adiós completo a la estructura se mantiene en verano de 2023. 

La obra la está llevando a cabo la empresa adjudicataria, la misma que se encargará de la próxima construcción e los nuevos edificios de consultas. Junto a ellos, en un grupo de trabajo específico formado por profesionales de la empresa constructora, el director de la obra, personal de ingeniería del complejo y representantes de los servicios de Medicina Preventiva y Prevención de Riesgos Laborales, controlan el proceso técnico y la incidencia que la demolición pueda causar en otros profesionales y en los pacientes. 

Para este proceso de derribo están empleando maquinaria específica como pinzas, palas o piquetas, acompañadas de un vistoso chorro de agua destinado a asentar el polvo para proteger al nuevo hospital. Aun con ello, sus ventanas se mantienen completamente cerradas, y desde el servicio de Ingeniería y Mantenimiento realizan cambios en los filtros de entrada de aire con más frecuencia de lo habitual para garantizar su pureza. 

Asimismo, desde el CAUSA controlan también mediciones de partículas y de bacterias de hongos. El equipo de Medicina Preventiva es el encargado de controlar las zonas de más riesgo como los quirófanos, donde duplicaron su periodicidad, aunque también han incrementado las mediciones microbiológicas en todo el hospital, de manera aleatoria en las zonas más próximas al derribo. Unas mediciones que, por el momento, "no han encontrado desviaciones importantes", afirman. 

Nostalgia 

Los muros que han sido casa y han recogido anécdotas, historias y vivencias para trabajadores como Andrés Arroyo desaparecen poco a poco. El paso del tiempo ha castigado a esta estructura que, el antiguo fotógrafo del CAUSA considera que las personas encargadas del mantenimiento cuidaron de la mejor manera posible. El problema no fue ese. 

Las paredes del Hospital Clínico guardaron "muchos años muy buenos y muy fructíferos" y de ellas "ha salido gente muy buena", afirma Arroyo. Pero también relata cómo en su recta final el personal sólo quería que comenzara la actividad en el nuevo para poder contar con más espacio, calidad y material para trabajar. "Antes teníamos algunos servicios muy buenos a nivel nacional e internacional, pero ahora cada vez nos estamos saliendo de ello", explica. "Tenemos un hospital que es impresionante, tanto el centro como el personal. El problema es que, por la razón que sea, políticamente, lo pueden dejar caer", señala, con la esperanza puesta en que esto no suceda. 

Con el recuerdo en este "gran referente", trabajadores como Andrés Arroyo no han querido ver cómo cae poco a poco su estructura. "Son muchos años, mucha gente y muchas historias", reconoce, además de que a más de uno "se nos caen las lágrimas" cuando pensamos en ello. 

"Espero que el salmantino se sienta identificado y lo sienta como algo suyo. Aun con todos los problemas que hay, mucha gente del hospital lo entiende como una cosa suya, como una de las cosas buenas que tenemos y que hemos solucionado", cuenta Arroyo sobre el lugar donde nacimos. Ahora, el nuevo edificio, "que está tirando para arriba de una manera impresionante", supone un nuevo lugar que seguirá acogiendo esos primeros y últimos llantos, cura, esperanza e investigación en un referente de la sanidad.