Un trabajo feminizado y con escaso reconocimiento

D.V.
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Dos trabajadoras del sector de la limpieza apuntan los complejos horarios de su trabajo y las dificultades para la conciliación

María Fradejas - Foto: Jonathan Tajes

Algunos trabajos son socialmente asignados para hombres, los cuales están mejor pagados y se les otorga más poder y prestigio que a los empleos relacionados con las mujeres, que, por lo contrario, están menos remunerados, con menos prestigio y poder, y no ofrecen tantas oportunidades. De esta manera, los expertos advierten de la importancia de formar bien en la formación profesional para reducir la desigualdad de formación y, por lo consiguiente, combatir también la brecha salarial.

El Día de Valladolid ha hablado con dos trabajadoras del sector de la limpieza, que confirman esta situación y reclaman medidas para avanzar hacia la igualdad efectiva.

 

Patricia RecioPatricia Recio

«Es un trabajo muy feminizado y en el que es difícil lograr la conciliación»

Patricia Recio lleva 16 años trabajando en el sector de limpieza. Esta vallisoletana de 41 años destaca que este es una oficio muy feminizado y en el que es muy difícil conseguir conciliación por la peculiaridad de los horarios y la duración de las jornadas laborales. "Normalmente se trabaja para una empresa, pero se cambia el centro de trabajo varias veces al día, algunas compañeras llegan a hacerlo hasta en cinco ocasiones. Eso implica desplazamientos continuos", explica. Por eso, de cara al 8M reivindica tener jornadas completas en un centro de trabajo. 

Recio destaca que es un trabajo "muy duro", que deja muchas secuelas físicas con el paso del tiempo. Además, lamenta que tampoco goce del reconocimiento social. "No se nos reconoce, y eso que en pandemia hemos sido fundamentales, sobre todo en los centros sanitarios", lamenta

 

«Siempre hay algunos por los que sientes que te miran con desprecio»

 

María Fradejas trabaja por horas en el servicio de limpieza. Lo hace una hora en un sitio, dos en otro... Jornadas laborales que se hacen interminables, con desplazamientos fuera de la ciudad que en ningún caso son pagados por las empresas. Reconoce que tan ella, como la mayoría de sus compañeras, no tienen una jornada laboral completa, sino que no tienen más remedio que trabajar por horas. Destaca que la pandemía ha cambiado «un poco» la percepción de la sociedad hacia su colectivo. «Yo tuve un papel donde se explicaba que era un servicio esencial y que podía trabajar mientras la gente no podía andar por la calle». Eso, considera, que ha hecho que muchas personas cambian su pensamiento sobre su colectivo laboral. «Siempre hay algunos por lo que sientes que te miran con desprecio», matiza, aunque no es la tónica general. 
Asegura que a la mayoría de las trabajadoras de su sector se verá afectada por la recién aprobada reforma laboral y la subida del salario mínimo interprofesional debido a que no llega a esas nóminas. «Ojalá muchas fuésemos mileuristas», comenta. 
Desconoce el motivo que causa que la inmensa mayoría de los trabajadores sean  mujeres. Eso sí, matiza que los responsables de las empresas sí son hombres. «Yo en mis empresas los jefes son hombres, pero trabajadores son cristaleros».