El dilema de Sánchez

SPC-Agencias
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El presidente siente vértigo al pensar que deberá apostar entre PNV y Bildu, socios necesarios para sostenerlo en el Gobierno, para decidir quién se sentará en Ajuria Enea si ambos empatan el 21-A

El líder socialista deberá lidiar con la compleja aritmética parlamentaria que sustenta su Ejecutivo. - Foto: EFE

Hagamos un poco de futurología. Situémonos en el día después de las elecciones vascas del próximo día 21 y supongamos que, como predicen todas las encuestas, el empate entre el PNV y Bildu es categórico. En ese escenario, Pedro Sánchez estará ante un dilema shakesperiano porque los votos socialistas, al menos eso apuntan también todos los sondeos, serán los que puedan decidir si gobiernan los abertzales o los jeltzales. 

El interrogante que se le abre al líder socialista es peliagudo. ¿Cómo resolver esa encrucijada sin fracturar las alianzas que le sostienen en el Gobierno? No será fácil. Apostar por uno puede suponer perder el apoyo del otro en el Congreso de los Diputados. Y ese escenario, donde haya que dar un portazo en la cara de cualquiera de sus apoyos, provoca vértigo en un presidente obligado a hacer permanentes ejercicios de funambulismo en la cuerda floja.

Pese a que el PSOE y Sánchez presumieron de que el pacto de investidura lo era también de legislatura, lo cierto es que el líder socialista debe vivir en un constante salto de mata como le demostraron recientemente Puigdemont y los suyos cuando tumbaron su primer intento de aprobar la amnistía en el Congreso.

 Él mejor que nadie sabe que depende del oxígeno que le suministran, vía un rosario de concesiones, los seis escaños de Bildu, los cinco del PNV, los siete de Junts y los siete de ERC. En total, le sostienen diputados propugnan la independencia y que no sienten el más mínimo afecto por el PSOE. En su caso el viejo refrán de «Por el interés, te quiero Andrés» ilustra perfectamente la imagen actual y obligará a Ferraz a caminar con pies de plomo a la hora de elegir a quién da la mano y a quién deja caer. ¿Se lo perdonará el defenestrado? Es otra incógnita abierta para quitar el sueño al inquilino de la Moncloa. 

Lo que está claro es que los grandes partidos, pero muy especialmente los socialistas, encaran las elecciones vascas mirando de reojo la batalla por el primer puesto entre el PNV y EH Bildu, ambos socios parlamentarios de Pedro Sánchez, lo que puede condicionar su estrategia de legislatura, ya de por sí complicada.

El PSOE cogobierna Euskadi junto al PNV, pero las encuestas vaticinan un empate entre los jeltzales y EH Bildu, que podría quedar por delante en las urnas. Este panorama tensaría las alianzas que tienen en Madrid con Sánchez, cuyo candidato vasco, Eneko Andueza, ha subrayado que no apoyará que Bildu ocupe la Lehendakaritza.

Este es el principal elemento en juego para la política nacional en las elecciones del 21 de abril, que, sin embargo, han perdido foco ante el adelanto de las catalanas (12 de mayo), que se esperan que tengan un mayor impacto en la enrevesada aritmética parlamentaria. Porque en el trasfondo de ambas citas, late la ajustada mayoría que sostiene al Gobierno y que depende de los intereses de los nacionalistas e independentistas.

Estos comicios se producen además en plena polémica por la corrupción y con la crispación política disparada con continuos reproches cruzados entre las filas de Sánchez y Feijóo.

En el PSOE se esfuerzan en trasladar optimismo y confían en sumar apoyos para seguir siendo claves en la gobernabilidad de Euskadi, aun cuando estos comicios son los primeros a los que se enfrentan tras estallar el caso Koldo y tras la debacle en Galicia.

En Ferraz consideran las vascas una oportunidad para que el PSOE y el Gobierno cojan aire y moral en una legislatura complicada y fuentes del partido subrayan que salen con una clara ventaja frente al PP, al que ven irrelevante.

Los socialistas parten como tercera fuerza, con 10 escaños, y como socio minoritario del Gobierno de coalición junto al PNV. Los sondeos vaticinan que esta mayoría podría mantenerse, aún cuando PNV y Bildu compitan por el primer puesto. El candidato del PSE ha cerrado la puerta a posibilitar un Gobierno abertzale y está por ver si ese veto acarrea consecuencias en el Congreso.

No obstante, la credibilidad de las líneas rojas socialistas cotizan muy a la baja en estos momentos como demostró la amnistía aprobada por la presión secesionista.

Pugna en la izquierda

Como en Galicia, en el País Vasco la izquierda tiene en un partido independentista, EH Bildu, su opción predilecta, lo que reduce el espacio por el que luchan, fragmentados, Sumar y Podemos.

El partido de Yolanda Díaz empezó con mal pie el ciclo electoral en Galicia (no obtuvo ningún escaño) y en Euskadi tiene un nuevo test a su principal reto: cuajar a nivel territorial. Los pronósticos le auguran entre cero y dos escaños.

No entrar en el Parlamento vasco -el umbral es del tres por ciento- sería otro gran revés para la vicepresidenta segunda del Gobierno, inmersa en una implantación territorial que es ya un terreno pantanoso por el marcaje de sus propios socios.

Podemos, que parte de seis escaños, se juega no quedar arrollado por Sumar. El CIS vaticina una caída del 8,05 al 2,5 por ciento del voto y entre cero y uno escaños. Si los morados entran en la Cámara vasca salvan la papeleta y si no entran pero tampoco lo hace Sumar, salvan el relato de cara a las europeas.

Vox, por su parte, se lanza a la contienda con la meta de derrotar a las encuestas, que vaticinan su desaparición del Parlamento Vasco. El partido de Santiago Abascal aspira a mantener el escaño por Álava y conseguir el primer diputado por Vizcaya, pero lo tiene difícil.