Los guardianes de la eterna juventud

J.Villahizán (SPC)
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La largura de los telómeros está directamente relacionada con la longevidad y el desarrollo de enfermedades mortales. Por eso, una dieta saludable, ejercitarse, meditar y no fumar protege a las células de un acortamiento acelerado de estos filamentos

Los guardianes de la eterna juventud - Foto: Imagen de brgfx en Freepik

Revertir el envejecimiento es la piedra filosofal del ser humano desde que el mundo es mundo. Por eso, uno de los objetivos del hombre es no envejecer nunca y superar la edad de los 100 años en plenas condiciones físicas y psíquicas. Pero, ¿cómo? 

No hay una fórmula mágica para conocer cuánto vivirá una persona y en qué condiciones, sin embargo, sí que existe un componente en nuestro cuerpo para saber cuál será nuestro estado de salud. Ese instrumento se llama telómeno.

Los telómenos son estructuras de ADN ubicadas en los extremos de los cromosomas cuya función es la de proteger y mantener la estabilidad de este filamento. Es decir,  se trata de un instrumento que actúa como centinela de la salud, ya que su presencia, ausencia, concentración o características biológicas  puede determinar que una persona desarrolle o no una determinada enfermedad mortal.

Se ha comprobado que la longevidad de una persona está directamente relacionada con la longitud de sus telómenos. En consecuencia, a telómenos más cortos, menos esperanza de vida, y a telómenos más largos, más calidad y más años de existencia. Con la salvedad de que con cada división celular, se van acortando, lo que hace que el individuo envejezca.

Y bien, la pregunta del millón es ¿cómo mantener o potenciar esos filamentos milagrosos? 

Se sabe que hay un componente genético importante, de entorno del 60 por ciento, pero no determinante, aunque se piense popularmente  lo contrario. Por ejemplo, se puede contar con una predisposición genética a padecer diabetes, colesterol, cardiopatías, cáncer o algunas enfermedades respiratorias, aunque está posibilidad no es suficiente para determinar su aparición.

Además de ese elemento hereditario existe, sobre todo, otro más determinante, que es el estilo de vida. Así, vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás puede mantener la largura de los telómenos y alargar la vida.

El problema no es exactamente que estos filamentos se acorten, ya que las células se reproducen constantemente y en este proceso de replicación los telómeros pierden pequeños segmentos de su cadena genética, por lo que la nueva unidad tiene telómeros más cortos que la que lo generó. Por tanto, todos nacemos con una cierta longitud de telómeros que va disminuyendo en mayor o menor medida a lo largo de la existencia del ser humano.

El inconveniente viene cuando hay un acortamiento acelerado de estos elementos, lo que resulta en un envejecimiento prematuro. 

Pero, ¿cuáles son los factores que influyen en este proceso? Es sabido que hay ciertos hábitos que pueden dañar estas herramientas antienvejecimiento, como fumar, ser obeso o sedentario.

Además, entre los factores ambientales que influyen en este fenómeno se encontrarían el índice de masa corporal, la actividad física, el estrés y la alimentación.

Notablemente, todas estas condiciones se relacionan también con niveles elevados de inflamación, que a su vez no solo se vinculan con el acortamiento de los telómeros sino también con un buen número de enfermedades que tienden a aparecer ligadas al envejecimiento.

Por el contrario, una dieta saludable, hacer deporte, meditación y el contacto con la naturaleza mejoran la salud y también la longevidad.

Como resultado, todas  estas situaciones influyen directamente en el acortamiento o mantenimiento de los telómeros, por eso, hay personas que por su estilo de vida parecen mayores a los 35, mientras que otras están en plena forma a los 100.