Las empresas que trabajan en el sector de la biomasa no suponen, ni mucho menos, un pilar en la economía vallisoletana, pero la pujanza de esta actividad ha hecho que el empleo se cuadruplique en la última década hasta llegar a los 206 puestos de trabajo. Algunas de ellas se dedican exclusivamente al tratamiento de la materia orgánica y posterior distribución. Otras, a vender calderas y otro tipo de equipamiento.
Veolia es una de las más importantes en la provincia y abarca ambas líneas de negocio. Suyos son, por ejemplo, los proyectos llevados a cabo en la comunidad de viviendas Grupo FASA y en Torrelago, en Laguna de Duero. El responsable de biomasa dentro de la compañía, Miguel Ruiz-Gálvez, explica que el proceso comienza en intervenciones forestales como las cortas de árboles o los aclareos de ejemplares «de mala calidad». «En Valladolid, y en toda España, ha habido transformaciones de tierras agrícolas a forestales, con plantaciones de cientos de miles de hectáreas de pino, una densidad muy alta, que ha habido que reducir a los diez años para que los árboles que se han desarrollado cojan mayor porte», explica. Tanto en estas operaciones como en las cortas se producen unos residuos que los particulares y las administraciones venden a las empresas de biomasa.
Todas las calderas que vende Veolia en Valladolid funcionan con material forestal, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Granada, donde en algunas se utiliza hueso de aceituna, y en la zona levantina, con cáscara de almendra.
Del pinar a la caldera en cuatro pasosUna vez que estos restos llegan a la planta, después de su secado, el tratamiento depende del destino que vayan a tener. Si van a instalaciones grandes, donde la exigencia de calidad es menor, directamente se procede a su astillado y distribución para quemar en las calderas. Si, por el contrario, esa madera es para calderas de menor tamaño, se lleva a un terreno asfaltado que la empresa tiene en Mojados para proceder a su cribado. Allí todo se pasa por una malla que separa el material por tamaño. A una lado van los palos más largos, denominados ‘sobretamaños’, que se eliminan porque pueden provocar atascos en las instalaciones, y a otro van los ‘finos’, partículas de un diámetro menor de 0,5 centímetros que también se desechan porque ensucian las calderas y desgastan más el material.
Una vez que el material tiene el tamaño adecuado, se sirve directamente al consumidor final, ya sean particulares en comunidades de vecinos u otras actividades industriales. La mayor parte va a instalaciones desarrolladas por Veolia, pero también sirven, por ejemplo, a granjas de pollos, centrales eléctricas y secaderos de maíz, entre otros.
De las instalaciones que Veolia tiene en la avenida del Euro salieron el año pasado 10.000 toneladas, 4.000 de las cuales fueron a instalaciones de Veolia en la provincia. Otras 2.000 fueron a Madrid y las 4.000 restantes, a clientes de diferentes tipos por todo el país.
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En la planta de Valladolid trabajan dos personas, a las que hay que sumar otras seis que hacen trabajos forestales y se desplazan allá donde haga falta.