Agricultura de altos vuelos

M.H. (SPC)
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La aplicación de fitosanitarios mediante el uso de drones es incipiente, pero se irá extendiendo y Grupo Operativo Phytodron ha trabajado tres años para conseguir una necesaria regulación

Agricultura de altos vuelos

Muchos agricultores, algunos incluso aún en activo, recordarán los tiempos en los que las cosechadoras eran un sueño, se trillaba en las eras y los cultivos se escardaban a mano. Pero esos tiempos, afortunadamente, pasaron y hoy el campo no puede entenderse sin tecnología de última generación. Tractores con GPS o mapas de abonado son el pan de cada día en las explotaciones y nuevos avances sorprenden cada día.

Los drones constituyen otro elemento recientemente incorporado a las labores agrícolas y actualmente ya pueden usarse para aplicar en las parcelas fertilizantes o bioestimulantes. En determinadas circunstancias, el servicio que prestan estos aparatos es más eficiente que si se usaran estos productos con tractor o avioneta, pero hay un problema con la normativa: a la hora de aplicar fitosanitarios, la legislación no distingue entre avionetas y drones, lo cual restringe mucho su uso porque hay muy pocos productos autorizados para este tipo de aplicaciones.

Por eso nació, hace más de tres años, el Grupo Operativo Phytodron, cuya labor ha concluido recientemente. La industria de la sanidad vegetal se planteó impulsar el uso de los drones como herramienta segura para realizar aplicaciones de productos fitosanitarios, buscando avanzar en su marco regulatorio y estableciendo escenarios de uso con los que promover su posible equiparación a las aplicaciones terrestres convencionales. Según Jorge Martínez, coordinador del Grupo de Agricultura de Precisión y Digitalización de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA) y director de Marketing Digital en Corteva Agriscience, la intención del grupo era, básicamente, promover un cambio normativo, es decir, que la legislación distinguiera entre aparatos tripulados (avionetas) y no tripulados (drones), pues los riesgos que implican ambos métodos en la aplicación de fitosanitarios no son iguales.

Agricultura de altos vuelosAgricultura de altos vuelosPara ello se planteó un estudio multidisciplinar detallado, auspiciado por representantes de todas las ramas agroindustriales involucradas (asociaciones profesionales, industria, colectivos agrícolas, universidades y centros de investigación), en el que se evaluaron datos relativos a la seguridad del operario y la operación, calidad de la aplicación, la eficacia, residuos, exposición de las personas, aguas superficiales y medio ambiente, alcance y destino en el entorno, así como datos económicos y regulatorios. Todo esto para compararlo con los datos existentes sobre la aplicación de estos mismos productos por otros medios (tractor y avioneta), de manera que se pudiera demostrar su idoneidad.

Jorge Martínez explica que en los ensayos se usaron trazadores, que son sustancias inocuas (en este caso tartracina, un colorante alimentario) que sirven para estudiar el comportamiento de las sustancias que se aplican desde los drones sin suponer ningún riesgo. Se observó cómo pulverizaban estos aparatos y se evaluó la deriva del producto causada por el viento para conocer los peligros que conlleva su uso y evidenciar que la equiparación de drones y avionetas no tiene demasiado sentido.

Con ello, Phytodron trató demostrar la necesidad de adaptar un marco regulatorio en el que el uso de drones debe dejar de ser considerado como una aplicación aérea para pasar a formar parte de las aplicaciones terrestres, lo que redundaría en beneficio del sector productor, ya que de esta manera se facilitará la puesta en el mercado de una tecnología útil y segura que pueda ser utilizada en el ámbito agrícola y forestal.

Los resultados del proyecto pueden tener impacto tanto en el sector productor como en el área normativa y serán muy útiles para la evaluación de riesgo de los productos fitosanitarios para su autorización y comercialización. La presencia en el grupo operativo de entidades agrupadoras del sector productor en constante contacto con los agricultores garantiza la rápida transferencia de estos avances en dos cultivos de referencia en el panorama nacional, como son el olivar y la viña, al que se suma el ámbito forestal.

Las conclusiones del proyecto llevado a cabo por Phytodron, fruto del trabajo conjunto de universidades, centros de investigación científica y empresas del sector, se presentaron hace pocas semanas y ofrecen resultados sobre el empleo de vehículos aéreos no tripulados (drones) para la aplicación de productos fitosanitarios que se espera que puedan servir de base para establecer su equiparación normativa con las aplicaciones terrestres convencionales. De hecho, el responsable de AEPLA -que es la coordinadora del grupo operativo- destaca que el Ministerio de Agricultura va a usar el documento que recoge estas conclusiones como proyecto demostrativo ante la Unión Europea para tratar de que la legislación se modifique lo antes posible.

«La agricultura está cambiando mucho y muy rápido. Si dejamos pasar trenes como este lo pagaremos durante décadas», asegura Martínez. En ese sentido, reconoce que Agricultura está por la labor de impulsar esta tecnología y es optimista en cuanto al plazo en el que estos drones pueden tener una legislación propia. A pesar de las elecciones en España en julio y en la UE en mayo del año que viene, espera que «antes de 2025» pueda haber resultados.

Fernando Miranda, secretario general de Agricultura y Alimentación, señaló en la presentación de las conclusiones que la información procedente de este proyecto será de «gran utilidad» para reforzar la posición española en las negociaciones del reglamento comunitario de uso sostenible de productos fitosanitarios. España, aseguró, «defiende una simplificación de los requisitos en el uso de drones, ya que permitirá a los agricultores aprovechar las ventajas de la agricultura de precisión, más eficaz y con menores costes».

«Estos drones no sirven para todo, no van a sustituir al tractor», apunta Martínez, «pero va a ofrecer un mejor rendimiento en determinadas circunstancias». Además, «el desbloqueo en el uso de estos aparatos va a facilitar que lleguen al mercado más productos para usarse desde el aire», ya que actualmente son muy pocos los autorizados dada la peligrosidad que conlleva aplicarlos desde avionetas, obviamente mucho mayor que cuando el producto se distribuye con drones.

Martínez insiste en que ha de estar bien regulado. La normativa tiene que contribuir a optimizar el uso de los fitosanitarios y a que se empleen de forma profesional. «No vale un buen piloto de dron para esto. Tienen que intervenir también ingenieros agrónomos. Hay que afinar dosis, concentraciones…». Además «hay que definir la caracterización técnica de los aparatos que se van a usar, añade. Igual que cualquier vehículo tiene que tener todos sus componentes homologados, con los drones destinados a este fin ocurrirá lo mismo».

¿Cómo se usan?

El directivo de Corteva deja claro que los drones van a ser una herramienta más, que no vienen para sustituir a tractores o avionetas, sino para mejorar sus prestaciones en algunas circunstancias. Según cuenta, se muestra muy eficaz para aplicaciones de cebo, es decir, para distribuir un producto que atrae y elimina a determinadas plagas, sobre todo en cultivos como los cítricos o el olivo. También funciona muy bien en las llamadas aplicaciones parche, que son las que pretenden eliminar un brote de malas hierbas en una zona muy localizada de la parcela. Asimismo, en los casos en los que la planta ya está demasiado crecida como para no dañarla con las ruedas del tractor o el suelo está embarrado en exceso para poder entrar en él los drones hacen una excelente labor.

Otro de los casos en los que desempeñan un buen papel es en la aplicación en banda para cultivos intensivos de viñedo, olivar o cítricos, por ejemplo. Y en los cultivos de arroz, permanentemente inundados, los drones pueden sustituir a la avioneta con buenos resultados.

Es conveniente dejar claro que los drones siempre tienen que tener un piloto. A pesar de que estos aparatos se pueden programar para que hagan un recorrido determinado y liberen el fitosanitario en cuestión en la zona requerida, siempre tiene que haber alguien pendiente. Las cámaras que llevan ayudan a su controlador a saber siempre dónde están, incluso cuando se salen del campo visual, con lo cual la seguridad es completa.

Además hay que destacar que presentan la ventaja de que se puede aplicar el producto en las cantidades justas y en la superficie exacta, mejorando la eficiencia y aumentando la sostenibilidad. La reducción del uso de fitosanitarios que propone Bruselas para 2030 pasa por emplear tecnologías como esta, que permitirán utilizar menos cantidades sin mermar su efectividad.

Phyotdron no hizo estudios económicos específicos al respecto, pero Jorge Martínez reconoce que a día de hoy es una técnica cara. Aunque también advierte de que según se vaya extendiendo su uso se hará más asequible. «En Europa van a ser más baratas las aplicaciones terrestres, al menos durante unos años, salvo en casos determinados. En cualquier caso, las aplicaciones con drones serán más rentables que las de los aviones y helicópteros y con el tiempo se irán igualando con las de los tractores».