Quizás deberíamos pasar de puntillas sobre el asunto o tratarlo con absoluta normalidad. Decir, sencillamente, que así como el Ferencvaros-Barça lo pita el bielorruso Aleksei Kubalkov, la francesa Stepanie Frappart arbitrará el Juventus-Dinamo de Kiev. Y seguir con los señalamientos, sin más. Porque hablar con tanta insistencia de que será la primera mujer en dirigir un partido de Liga de Campeones es poner el foco en la excepción y no en una pretendida normalidad.

Y hasta aquí el discurso de la (en ocasiones) estúpida corrección política. Ahora el lógico, el sentimental: ¡Claro que hay que decir que una árbitra debuta en Champions! ¡Y gritarlo! Como cada vez que cae una pequeña barrera, cada vez que una pionera alcanza un pequeño hito. Ya guardaremos el silencio de lo que ya es normal cuando llegue la segunda para corroborar que es una tendencia y no, efectivamente, una excepción.

Frappart, a sus 36 años, no está 'ahí arriba' por ser mujer, porque la UEFA o la Federación Francesa de Fútbol tengan que llenar algunas cuotas impuestas, así como Corinne Diacre no fue la primera mujer en entrenar a un equipo profesional (el Clermont) por su género. En la vida, seas quien seas, deberías llegar a tu destino por tus facultades y aptitudes. Y supongo que ahí radica la verdadera igualdad, en un equilibrio entre lo justo y lo equitativo, en la mutua comprensión, y en asumir con naturalidad (ni sacar los fuegos artificiales ni hacer como si no pasara nada) noticias tan importantes.

El pasado año, a Imke Wubbenhorst, primera entrenadora de un equipo masculino de las cinco primera ligas (el Cloppenburg) le preguntaron si avisa a los jugadores de que va a entrar al vestuario. «Por supuesto que no. Elijo a mis jugadores por el tamaño de su pene», ironizó. Sí, todavía queda mucho camino para llegar a esa 'normalidad'.