El penúltimo palo de Morala y Alarcón

A.G.M.
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La caída de dos clásicos de la delincuencia habitual mitiga las oleadas de robos. Morala y Alarcón fueron detenidos in fraganti con 24 horas de diferencia y el juez de Instrucción 4 puso fin a su reincidencia enviándoles a prisión

El penúltimo palo

Morala y Alarcón llevan diez días en prisión y, con ellos a la sombra, parece que las oleadas de robos de poca monta que se han mitigado en Valladolid. No son dos grandes delincuentes, pero sí dos ladrones insistentes. Tanto que no se daban ni un día de descanso y solo sus estancias en calabozos les hacía mantenerse al lado bueno de la ley. Se sabían la rutina al dedillo en caso de ser capturados por una patrulla: un par de noches en los calabozos de la Comisaría de Las Delicias, una mañana en los de los Juzgados de calle Angustias y a la calle.

Y no parecía que su último palo fuese a ser el que les llevase a la cárcel. El veterano Morala, de 47 años, eligió una frutería del barrio de Pajarillos -el suyo- en busca de los euros que pudiesen quedar en la caja y casi cualquier objeto de valor con el que hacer trueque por una ‘papela’. Alarcón, de 30, optó por una carnicería de La Farola. Los dos hicieron tanto ruido para acceder a los dos negocios que un vecino de cada barrio avisó a tiempo a la Policía y la aparición fulgurante de una patrulla hizo el resto; detención, un par de noches de calabozo, al juzgado de guardia y... a prisión.

Las dos intentonas de robo iban a tener unas consecuencias que ninguno imaginaba. «Hasta ahora se habían ido librando a pesar de que se les imputaban numerosos delitos. Cómo se iban a imaginar que irían para arriba (a la cárcel) por una tentativa de robo...», tal y como explican fuentes policiales. Los dos contundentes informes de diligencias ponían de manifiesto que, a pesar de ser una tentativa, su grado de reincidencia era probado, se unieron a la contundente tesis del fiscal de guardia (defendiendo su ingreso en prisión) y a la decisión final de un juez que no le tembló el pulso. «Las diligencias ponen siempre los antecedentes últimos de ciertos delincuentes de cara a que pueda tener en cuenta el juez la reincidencia. Luego ellos son los que deciden», argumentan desde la Comisaría Provincial.

el juez. Javier de Blas, el titular del Juzgado de Instrucción 4, era el juez de guardia en ambos casos. «No es especialmente duro», aseguran las fuentes consultadas, pero el caso es que fue él quien, con 24 horas de diferencia, decidió que tanto el uno como el otro esperasen en prisión los juicios por la decena de robos que acumulan en su historial más reciente.

El caso más llamativo es el de J.M.A.A. Alarcón había conseguido eludir el ingreso en prisión solo una semana antes, a pesar de que, para entonces, los agentes del Grupo de Robos de la Brigada Provincial de Policía Judicial habían elaborado unas diligencias en las que no solo le acusaban de quince delitos de robo con fuerza en comercios (tienda de tatuajes, perfumería, floristería, panadería, cosetodo) de la zona sur, sino también por el hurto de un coche y por un delito de amenazas graves a un familiar que le había negado dinero. Todos se habían ido cometiendo desde mediados de noviembre y, tras la investigación policial, fue arrestado el 10 de enero. Pero logró salir en libertad con cargos.

No así el pasado día 16 de enero tras ser sorprendido huyendo de un intento de robo en el interior de una carnicería de la avenida de Irún. Había vuelto a forzar el bombín -su especialidad- de la puerta, pero las sirenas le hicieron huir. No lo sabía, pero aquel había sido su penúltimo palo, el último palo era el que se iba a llevar tras pasar por el Juzgado.

30 antecedentes.

Más prolija es la carrera de Morala (A.L.M., de 47 años), que tiene en su ficha 30 antecedentes. El último fue también por una tentativa en una frutería de la calle Gallo, en ‘sus’ Pajarillos, en donde lleva viviendo otra vez desde que en el mes de septiembre salió de la cárcel por otra tanda de robos. En estos últimos cuatro meses había firmado diez robos, pero había ido eludiendo la cárcel. Hasta el día 17, cuando el mismo juez que Alarcón puso fin a su impunidad.