China fue, a finales del siglo pasado, el último de los grandes mercados mundiales que pasó a ser cliente de los aceites de oliva españoles. Fue en 1997 cuando las Aduanas de España registraron las primeras exportaciones de este alimento, justo cuando este mercado se abría al comercio mundial. Ese año se vendieron 35.700 kilos de aceites de oliva, cantidad que ni siquiera daba para llenar dos contenedores de transporte marítimo. El valor de esa venta fue de 71.290 euros, lo que da un precio de 1,99 euros por kilo. No parece que esas primeras operaciones fueran precisamente un éxito, ya que las exportaciones a China bajaron en 1998 (22,64 toneladas) y 1999 (25,67). Hubo que esperar hasta el año 2002 para superar la barrera psicológica de las 100 toneladas (en concreto 163) y otros tres años para romper el techo de las 1.000 toneladas (1.575), una cifra que aupó a China del puesto 32 al 18 entre los mejores clientes.
En 2009 la interprofesional inicia las primeras campañas de promoción en ese país. Y es a partir de 2010 cuando las ventas en ese mercado despegan. «La verdad es que, desde el principio, teníamos claro que China era un mercado de futuro» asegura la gerente de la organización, Teresa Pérez. «Por esa razón no ha habido un solo año en el que no hayamos realizado campañas de promoción. Quince años más tarde, los datos de mercado nos han dado la razón y China ya es nuestro segundo cliente fuera de Europa, solo superado por Estados Unidos y el 90% del aceite que allí se vende es español. Es el país donde más rápido crece en consumo», añade la gerente.
El pasado ejercicio se cerró con unas ventas de 42.765 toneladas, que colocaron a China como nuestro quinto mejor cliente, superando a compradores como Reino Unido o Japón. El valor de las exportaciones alcanzó los 168 millones de euros. Y lo más importante, es un mercado que sigue teniendo un enorme potencial de crecimiento.