"Necesito vivir en Medina de Rioseco"

Javier M. Faya
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El pianista y profesor del conservatorio, Premio a la Trayectoria Artística de la Diputación, asegura que la vocación es algo que no puede dejar de hacer

041223JT_0177.JPG - Foto: Jonathan Tajes

Sobre las espaldas del riosecano Diego Fernández Magdaleno, uno de los mayores talentos musicales de la provincia de Valladolid, que en 2010 se hizo con el Premio Nacional de Música -solo tenía 37 años-, recayó recientemente el Premio a la Trayectoria Artística de la Diputación. Más que merecido, este profesor del conservatorio desde 1993 no deja de acumular reconocimientos.  

¿Qué supone para usted este galardón?

Un honor muy grande. El trabajo de un músico es por absoluta vocación, y la vocación no es lo que te gusta sino lo que no puedes dejar de hacer. A mí me hubiese encantado ser pintor, ser arquitecto, ser físico... pero hay algo que no puedo no ser: músico y escritor. Que, además, te premien por eso es un regalo enorme.   

En Nochevieja cumplirá 52 años. ¿No le resulta un poco chocante que le den un premio a su trayectoria profesional siendo tan joven? Es más propio a los 65, los 74...

Yo no lo he decidido, es el jurado (risas). Tengo la misma ilusión que cuando era niño. Los premios siempre son bien recibidos y sobre la edad... Como dijo Savater cuando le preguntaron si era pronto para escribir sus memorias, nunca sabes cuánto tiempo vas a vivir, con lo cual desconoces si va a ser pronto o tarde. Ignoro cuánto me queda. De todos modos, a partir de los 50, uno solo es joven para morirse.

¿Ya anda con las memorias?

No, escribo diarios que, como diría Muñoz Molina, son el reverso.  

Me habla de su faceta como escritor. ¿Lo ha 'devorado' el pianista?

No, no encuentro distinción entre una actividad y otra. Durante el día leo, escribo, escucho música, estudio el piano... Ylo hago constantemente. No hay una frontera, son dos actividades que se fecundan entre sí una y otra vez. La diferencia objetiva es que, profesionalmente, me dedico a la música, pero yo escribo desde niño. Cuando era pequeño, mi madre siempre decía que todos los juguetes que quería eran los que sonasen, y cuando aprendí a leer con tres años y luego a escribir, no dejé de hacerlo. De crío hacía poemas a mis compañeros del colegio.   

¿Y cómo reaccionaban los niños cuando les escribía poemas? ¿Le hacían 'bullying'? Lo digo porque eso en estos tiempos... 

Siempre los recibieron con mucho cariño. A veces me los pedían para dárselos a una chica o para el día del padre o de la madre. Lo firmaban ellos. Yo hacía de Cyrano.

Vamos, niño y no tan niño. 

Sí, desde los ocho años y hasta mucho más tarde, los 17 más o menos.  

Me da la sensación que el vivir en Medina de Rioseco y trabajar en el conservatorio de Valladolid le ha impedido de alguna manera crecer profesionalmente, llegar más lejos. 

Me han preguntado muchas veces por qué vivo aquí. Para mí es fundamental vivir en un lugar donde conozco a las personas, donde cada rincón tiene un sentido para mí, donde la presencia de las personas que han fallecido es muy fuerte. Hay una enorme intensidad donde se diluye eso, con unas procesiones de Semana Santa con los que van tapados y no sabes quiénes son, es un mundo... Yallí vive mi familia. No es que me guste vivir en un lugar pequeño, es que me gusta hacerlo aquí. Todo esto es lo que me une a Medina de Rioseco. Aparte de eso, el mundo actual te permite estar en una hora en Madrid, en varias en París... No estamos en 1803. Yo podría decir que necesito vivir aquí. Cuando vienen mis amigos que residen en Nueva York o en diferentes sitios y ven cómo salgo a la calle y me saluda todo el mundo, me dan el periódico en el quiosco sin pedirlo o en el bar me sirven el café que me gusta sin decir cuál, me dicen que eso es para ellos el infierno, y yo les respondo que para mí es el paraíso.    

Fuente de inspiración y remanso de paz. 

Y un valor muy grande en cuanto a las relaciones personales, que para mí son esenciales. Las fuertes, las constantes, las familias. 

Su carrera artística podía haber transcurrido de otra manera. Pienso en el conservatorio de Lyon, por ejemplo.  O simplemente Madrid o Barcelona.

Es que para mí era una prioridad absoluta vivir en Medina de Rioseco. Ycreo que mi vida y mi carrera profesionales no habrían sido mejores en ese otro caso. Soy consciente de que la vida es, en el fondo, muy breve y que es mucho más profunda que una carrera profesional. 

Y seguro que coge material para sus composiciones y sus escritos. 

Me gusta el campo, me gusta Tierra de Campos, soy de Medina de Rioseco, me gusta la vida en una sociedad pequeña... No es una inspiración cuando escribo. Leo a Valente, Gamoneda, Claudio Rodríguez... Ysupongo que las influencias literarias vienen de ahí. 

Pero, claro, si sale a la calle y todo el mundo le saluda, el del quiosco y el del bar le dan el periódico y el café que le gustan sin preguntar... Eso ayuda, ¿no?

Desde luego de forma consciente no. Inconscientemente no lo sé.  

Usted no es compositor -solo ha escrito alguna pieza-, aunque hay una frase de Pedro Aizpurua, que fue maestro de capilla de la catedral y director del conservatorio, para el recuerdo:«Ha penetrado en mis obras de manera muy sutil; tanto que, incluso, me ha hecho conocer matices que yo no hubiera advertido por mí mismo». Al final, esa obra retocada es en parte suya, ¿no?

Pedro era un hombre de una bondad extraordinaria, muy generoso. Para mí fue esencial. Mi último libro es un diario en el que me dirijo a él. Tengo libros suyos en los que anotaba y subrayaba constantemente para que lo leyera otro, como si fuera una guía. Todos ellos los leo solo por sus comentarios.

En el mundo de la música no abunda esa generosidad. 

En la música en la que yo me muevo sí la hay. Recuerdo de jovencito llamar a Josep Soler, buen amigo y referencia fundamental. Utilicé el listín telefónico y me atendió muy bien. Hablamos de una de las grandísimas figuras de la cultura española del último medio siglo.   

Adonde quería ir a parar es si hay mucho ego. La creatividad... 

Es que me asombra que lo haya por una razón:dedicarte a algo a lo que se han dedicado Bach, Goethe o Velázquez y ser egocéntrico resulta lo más absurdo que puede existir.  El único camino posible es el de la humildad y transformar todo eso en admiración. 

Más de 300 estrenos absolutos de música española para piano de más de 70 compositores. ¿Recuerda el primer concierto? ¿Y alguno con especial cariño?

Recuerdo uno con 14 años en Valladolid, puede ser. Hay otro, en memoria de mi padre, en el que algunos compositores extraordinarios escribieron obras dedicadas a él. Yese concierto es especialmente importante. 

Antes de la entrevista ha citado a su padre varias veces. 

Mi padre, que era marmolista, murió con 59 años y todo lo que he vivido con él y todo lo que he vivido con él sin que estuviera es enorme. A veces está tan presente en la memoria que me da miedo de que se me olvide cómo era. Es una compañía constante. Siento su presencia. 

 

¿Él le influyó para ser músico?

No, fue más la familia de mi madre. Todos eran músicos. En casa de mi abuela había piano, violín, violonchelo, partituras... Ese mundo era un paisaje natural para mí. Ah, mi padre cantaba flamenco muy bien.   

 

¿Y por qué el piano?

Fue el azar porque en Rioseco había una profesora, Carmen García, que enseñaba piano, aunque yo quería estudiar violín (risas) y solo había piano. Y Antonio Novo, que estudió Música con mi abuelo, se manejaba con el violín. Yo fui a aprender de él, pero yo como ya recibía clases de piano y empezamos a tocar juntos, empecé con el piano. Y seguí.   

 

Y su hijo toca el violín. ¿Los Magdaleno ajustan cuentas con el destino?

En una fiesta del colegio, un profesor le preguntó a Pablo qué iba a pedir a los Reyes. Respondió: un violín. Fue una sorpresa para toda la familia. Varios antepasados fueron violinistas.

¿Qué nivel tiene? ¿Es exigente con él? 

Está estudiando en el conservatorio de Valladolid. Sabe que ser músico requiere una enorme exigencia.

¿Cómo calificaría el patrimonio musical de Valladolid?

Extraordinario. Hay grandes compositores como Jesús Legido, Alberto Posadas y Francisco García Álvarez. 

Ya que usted trabaja en el 'vivero', ¿hay buena 'cantera'? 

Sí, hay estudiantes de Música que vienen con mucha vocación como compositores y también instrumentistas excelentes. 

 

¿Y los detecta rápidamente? 

Sí y hay una alegría enorme cuando esto pasa y veo que se dedican profesionalmente a la Música. Yuno siente felicidad de acompañarle en eso que hay en común.  

 

¿Le da pena cuando ve a algún alumno excepcional que lo deja y se gana la vida de otra manera? 

No me ha pasado nunca. 

 

Imagine que esta entrevista la lee un chico que no sabe si estudiar Música y sus padres: ¿tiene salidas? 

Yo le diría que si él siente la necesidad de ser músico debe serlo porque no tiene otra opción. Es lo que decía al principio:no veo la vocación como lo que te gusta. Alguien dijo una vez:¿Qué tengo que hacer para elegir entre dos personas que amo igual? No escoger a ninguna.

 

¿Cuenta Valladolid con las infraestructuras necesarias? 

Desde luego, aunque siempre hay que mejorarlo. No obstante, echo de menos una mayor atención a la creación musical contemporánea, aunque eso es extensible a nivel nacional. Es un problema general.