Llevamos ya casi una semana de insufribles teoremas políticos para tratar de explicar los resultados del pasado 28-A. Periódicos, tertulianos, opinadores y demás ‘expertos’ tratando de arrogarse el pensamiento de los millones de españoles que fuimos a las urnas, para ponerle motivos a lo que difícilmente se puede saber sin meterse en nuestras cabezas.
¿El PSOE gana por las políticas de Pedro Sánchez durante sus meses como presidente de un Gobierno en extrema minoría o gana por el voto del miedo a un hipotético pacto de derechas con Vox poniendo condiciones? ¿O quizás gana por esa novedosa fragmentación de una derecha que antes aglutinaba el voto en unas siglas y se dejaba de peleas fraternales? ¿O tal vez se ha impuesto impulsado por el pinchazo del globo populista de Podemos y el progresivo regreso de la izquierda a ese PSOE que llegó a obtener en 1982 el voto de casi la mitad de los españoles? ¿O por ese pasito a la derecha de Ciudadanos, que ha dejado escapar decenas de miles de papeletas de centro para que viajasen, huérfanas, a los brazos de Sánchez?
¿Y el PP, qué? El batacazo es histórico, de esos que debiesen provocar dimisiones. El teórico mensaje regenerador de Pablo Casado ha llegado tarde o no ha calado. Su votante, fiel cual hincha de fútbol, lo fue hasta cuando lo de ‘M. Rajoy’ en los papeles de los pagos en ‘B’ de Bárcenas. Nada les apartaba de su amor por unos colores que ahora han abandonado por el mensaje nostálgico de Abascal y por ese Rivera derechizado. ¿Es culpa de Casado o solo ha sido el pagano de una situación que se llevaba mascando años? ¿Es una crisis o es el principio del fin como le ocurrió en los 80 a la UCD/CDS, fagocitado en las urnas por un partido nuevo llamado Alianza Popular, que apostaba en sus siglas por los colores de la bandera española? El guiño patriótico y tal...
¿Y Ciudadanos? ¿Debería pelear por ser la primera fuerza de la derecha o convertirse en una opción real para el centro? ¿Y Podemos? Con sus líderes convertidos en la casta que tanto repudiaban, se la han pegado y la caída libre de Pablo Iglesias no parece detenerse; el siguiente batacazo se augura para el 26-M.
¿Y Vox? Pues sí, esperarían más diputados, pero ya están en las instituciones y aún les quedan las municipales, donde seguro que serán decisivos en más de un ayuntamiento y autonomía. Ojito a lo que viene, esto solo ha sido una primera vuelta electoral...