El largo camino para ser médico

D.V.
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188 estudiantes del sexto curso de Medicina en Valladolid se han enfrentado a la Evaluación Clínica Objetiva Estructurada (ECOE), una prueba de simulación clínica en la que los alumnos ponen en práctica todo lo aprendido en la carrera

Estudiantes de sexto curso de la Facultad de Medicina de Valladolid. - Foto: E. Press

La falta de médicos, para unos, o la dispar distribución de los mismos, para otros, es un problema actualmente para el sistema sanitario de Castilla y León. Hay quien habla de incrementar las plazas en las facultades de Medicina, incluso, de abrir algunas nuevas pero lo cierto es que un médico tarda, de media, una década en formarse.

¿Cuál es el proceso de formación de los alumnos desde que entran por la puerta de la Facultad de Medicina? Europa Press relata el ejemplo de Valladolid, con 600 años de historia y donde al año salen titulados cerca de 200 nuevos médicos.

Y lo hace desde el último curso, con la Evaluación Clínica Objetiva Estructurada (ECOE). Una prueba para los alumnos de sexto (curso completamente práctico) a través del cual los 188 estudiantes de este año tienen que pasar un examen de cuatro horas de duración con casos reales de la práctica médica, según explica uno de los responsables de un equipo de 130 personas que organizan esta prueba, el profesor asociado de la Facultad de Medicina, Luis Aguilera.

De esta forma, los alumnos tienen que pasar por 20 estaciones de ocho minutos cada una con casos prácticos, como 'pequeñas consultas', en un caso, interpretadas por actores que 'fingen' por ejemplo una lumbalgia y, por otro lado, con maniquíes para llevar a cabo distintas exploraciones.

"Es una prueba en la que podemos evaluar no solo conocimientos, sino también, y bien importante, habilidades y actitudes", señala Aguilera, quien recuerda que en estas estaciones, el equipo docente analiza ocho competencias "imprescindibles" para un médico como son la anamnesis, la comunicación, la exploración física, las actividades preventivas, el manejo diagnóstico y terapéutico, los aspectos legales y la salud.

Eso sí, los alumnos no saben qué se les está analizando en cada estación pero lo cierto es que, a pesar de que es una prueba evaluable, la mayoría de los alumnos sale satisfecho y considera que este tipo de simulaciones tendrían que darse en más cursos, como explica la coordinadora de la prueba, la doctora Verónica Casado, que recuerda que, al finalizar, se les realiza una encuesta anónima de satisfacción.

Además, señala Casado, es una prueba que es "muy difícil" de suspender, pero también "sacar un diez".

Nervios

Por la parte de estudiantes, la mayoría destaca los nervios con los que se afronta la prueba, que comienza con un silbato a modo de árbitro de fútbol y que es la señal para que cada estudiante entre en la sala correspondiente a cada estación.

Pasados esos nervios, los estudiantes destacan lo práctico que les resulta aplicar todos los conocimientos adquiridos a lo largo de los seis años de carrera y señalan que les hubiera gustado más simulaciones de este tipo durante toda la carrera.

No obstante, esta solo es 'la traca final'. Un alumno de Medicina desde que entra por la puerta del edificio que alberga la facultad vallisoletana, va a pasar 90 horas en los tres primeros cursos, que se reparten entre las 60 médicas y las 30 quirúrgicas, a las que hay que sumar las 840 del rotatorio del sexto curso.

De esta forma, según explica Pérez Castrillón, las prácticas se realizan en la Facultad en los dos primeros cursos en laboratorio pero es, a partir de tercero, cuando el alumno llega a los centros de salud y los hospitales y comienza la práctica clínica.

Es ahí cuando el estudiante empieza las prácticas denominadas médico-quirúrgicas 1; medico-quirúrgicas 2 y médico-quirúrgicas 3, que se desarrollan durante los cursos tercero, cuarto y quinto, mientras que el sexto curso es enteramente práctica, no hay clases teóricas.

En primer lugar, las de tercero se desarrollan fundamentalmente en Medicina de Familia y Medicina Interna con el objetivo de que los alumnos "tengan el primer contacto con los pacientes", para que pierdan el miedo a hablar y comiencen a realizar historias clínicas, entre otros. En concreto, en esta parte están tres semanas y otras dos en Cirugía, generalmente, general en el Hospital Clínico y el Río Hortega.

Después, ya en cuarto, hacen prácticas también durante el mismo sistema: tres y dos semanas pero esta vez son "más especializadas" de las asignaturas que dieron el segundo cuatrimestre de tercero, como cardiología, digestivo, urología o hematología, entre otros, si bien no todos los alumnos pasan por todos los servicios, sino el que les toque.

Mientras, en quinto el sistema es el mismo, las asignaturas que cursan en el segundo cuatrimestre de cuarto, hacen las prácticas en quinto y, en este caso, pasan por otros servicios, pero no por todos. Aquí se trata, según señala el vicedecano, de que "aprendan a ser médicos", más tarde llegará la especialización con el MIR.

Falta de médicos

Y entonces, ¿por qué se habla de falta de médicos e incluso de docentes en medicina? Para José Luis Pérez Castrillón, con décadas de experiencia, no es tanto una falta de médicos, como de distribución de los mismos en un país que es el segundo del mundo con más facultades de Medicina.

Por eso, considera que igual hay que "ofrecer algo más" a los médicos para que vayan a sitios más alejados, no solo cuestiones salariales, sino también de desarrollo profesional o establecer que los nuevos médicos tengan que pasar por "sitios más pequeños antes de llegar a uno más grande".

"Son medidas que no son populares pero podrían servir para paliar ese déficit", señala Pérez Castrillón, quien incluso habla de una "redistribución obligatoria".