Saura indaga en los procesos creativos con su nuevo musical

D.V.
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El film, marcado por la luz de Storaro, se apoya en el metalenguaje para conjugar realidad y ficción, música y baile, y rendir tributo a los sonidos populares mexicanos

El cineasta Carlos Saura se hace un selfie junto al director de fotografía Vittorio Storaro y los actores Eulalia Ramón e Isaac Hernández, durante la presentación de la película de la Sección Oficial ‘El rey de todo el mundo’. - Foto: Rubén Cacho ICAL

La indagación en los recovecos de los procesos creativos es el leitmotiv principal de 'El rey de todo el mundo', el último largometraje de Carlos Saura, que hoy tuvo su premiere europea en la 66 Semana Internacional de Cine, donde participa fuera de concurso en la Sección Oficial. La película esta impregnada de inicio a fin por la luz de Vittorio Storaro (en su séptima colaboración con Saura) y por los sonidos mexicanos que marcaron la infancia del cineasta, que no dejan de sonar en todo el metraje, con corridos, rancheras, boleros, danzones e incluso algún género nuevo creado ex profeso para la ocasión.

En ese envoltorio audiovisual es donde el director de 'La caza' inserta la trama, que no es más que un pretexto para traer a la actualidad la música y el baile tradicional mexicano con una apuesta estrictamente visual y sensorial. La excusa narrativa que sirve a los dos maestros para recrear el escenario que ansían es una doble historia de amor: por un lado la relación rota entre un director de escena y una coreógrafa, y por otro el clásico triángulo amoroso entre una aspirante a bailarina y dos compañeros antagónicos.

Apoyado en el metalenguaje, 'El rey de todo el mundo' es un musical sobre el complejo proceso creativo que atraviesa un director para intentar poner en pie un espectáculo musical, desde la idea inicial hasta los angustiosos momentos de selección del casting, los ensayos o las tensiones que surgen entre todo el equipo. Como aderezo por si faltara algo, se incluyen subtramas de familias rotas, rencores soterrados y violentos gánsters, con los que intenta traer a primer término el pasado de "violencia y muerte" que marca las relaciones entre México y España.

El equipo de la película defendió en Valladolid el estreno del film, con Saura y Storaro a la cabeza. El director explicó que llevaba años deseando rodar una película sobre la música mexicana, en la que comenzó a profundizar tras rodar allí en 1982 'Antonieta'. "Eusebio Pacha me ofreció hacer una película allí, acepté enseguida y me puse a escribir el guion. Como siempre, ha sido una experiencia nueva, diferente y magnífica. Una aventura hacia lo desconocido. Yo improviso muchísimo y muchas de las cosas que aparecen se han improvisado sobre la marcha, en este proyecto donde he contado con fantásticos bailarines contemporáneos como Isaac Hernández o Greta Elizondo, que han hecho un enorme esfuerzo por aproximarse a los bailes tradicionales mexicanos", relató.

Un antiguo amor

Según explicó Saura, para encontrar el origen de su amor por el flamenco y la danza clásica hay que remontarse a comienzos de los años cincuenta, cuando mientras iniciaba sus estudios en la Escuela Oficial de Cinematografía aprovechaba su tiempo libre para ser fotógrafo del Festival de Música y Danza de Granada, donde trabó amistad con una leyenda como Margot Fonteyn. 

"Siempre que entro en una sala donde se ensaya flamenco siento una trepidación enorme. El baile flamenco, cuando lo bailan las mujeres, es una maravilla única en el mundo: de cintura para arriba sus manos tocan el cielo, y de cintura a bajo están conectadas con la tierra. Reúne todo, y es un baile único en el mundo", afirmó antes de recordar su espectáculo 'Flamenco India' y de comentar que le gustaría "hacer algo con los jóvenes que ahora están renovando el género, incluida Rosalía".

Locuaz, Storaro (que mañana recogerá la Espiga de Honor en la gala de clausura del festival), resumió su brillante trayectoria (tres premios Oscar le avalan por obras maestras como 'Apocalypse Now', 'Rojos' y 'El último emperador') en cuatro etapas: "Al principio, con Bertolucci, entender la luz; luego con Coppola la necesidad de dar emoción y color; después moldear la vida trabajando con Warren Beaty; y por último el estímulo vital de la mano del maestro Saura. Cuando le conocí me abrió un mundo completamente diferente de cuanto había hecho antes en el trabajo de las artes creativas".

"Todo fue nuevo con él. No me relataba las películas, sino que me mostraba una serie de dibujos y después la historia se iba narrando por si sola, manifestándose en el ritmo, la música y los bailes, que se revelan y reflejan a través de la cámara de Saura en un trabajo continuo, integrador", apuntó.

"A través de 'Flamenco, flamenco', Tango' y todas nuestras colaboraciones hasta 'El rey de todo el mundo' hemos ido recorriendo el camino de la música, y esta película ofrece una visión muy específica sobre lo que era el mundo mexicano de hace años y el actual, representado desde la cultura española. Para prepararla hemos escuchado la música mexicana desde los tiempos de los aztecas hasta hoy, y hemos podido moldear la luz a través del baile y del canto, porque todo es un continuo que se esculpe progresiva y continuamente. Estoy muy agradecido al maestro Saura", añadió.

El productor Eusebio Pacha aseguró por su parte que poder trabajar con ambos "ha sido una experiencia maravillosa, gigantesca y extraordinaria". "Han logrado dar forma a una experiencia de arte audiovisual extraordinaria, donde se pueden ver las pinturas de Siquiero y de Orozco retroiluminadas por Storaro, con una música fantástica y artistas y actores de primer nivel", señaló.

También intervino en Valladolid Isaac Hernández, primer bailarín mexicano en conquistar el prestigioso Benois de la Danse, que recordó cómo su padre le ponía, cuando era un niño, películas de Saura como 'Carmen' o 'Bodas de sangre' , y apuntó que nunca soñó con trabajar algún día a sus órdenes. "El rodaje fue para mí muy difícil, porque esta fue mi primera experiencia en cine y me obligó a abandonar completamente mi zona de confort. En mi trabajo estoy acostumbrado a ensayar y ensayar durante meses, y aquí improvisamos gran parte de la película, y eso me obligó a afrontar el reto y mis propias inseguridades", completó.