Las viviendas de uso turístico resisten la crisis

Óscar Fraile
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El descenso de precios y la mayor flexibilidad en las políticas de cancelación han sido claves para el mantenimiento de los 227 negocios

Las viviendas de uso turístico resisten la crisis - Foto: Jonathan Tajes

Adaptarse o morir. La pandemia ha obligado a muchos negocios a reinventarse para no echar el cierre. Y las viviendas de uso turístico no han sido una excepción. Aunque los negocios más pequeños lo han pasado mucho peor que los grandes, lo cierto es que el sector, en general, está superando una crisis que parecía diseñada para acabar con estas empresas, dado que el miedo de los clientes es un componente importante al tener que utilizar unas instalaciones por las que pasan centenares de personas.

Pero lo cierto es que en la actualidad hay 227 viviendas de uso turístico en la provincia, una más que antes de que empezara la pandemia y un 60 por ciento más de las que había a principios de 2019.

Eso sí, para conseguir mantener todos los negocios en funcionamiento ha habido que asumir sacrificios, como reajustar los precios y, sobre todo, establecer unas políticas de cancelación muy flexibles. La mayor parte de los clientes que se aventuran a reservar no saben si realmente podrán viajar en ese fecha, debido a las decisiones sobre los cierres perimetrales y otras circunstancias.

Tampoco se ha dado en Valladolid un fenómeno que, según un estudio de Fotocasa, sí que se ha dado en el resto del país: la conversión de estas viviendas en alquileres residenciales. El citado informe de Fotocasa señala que dos de cada tres propietarios han dado ese paso, pero lo cierto es que, para hacerlo en Castilla y León, los empresarios deben comunicarlo antes a la Junta de Castilla y León para darles de baja en ese registro. Y en el último año no ha habido descenso de viviendas.

El propio presidente de la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos (Fevitur), Tolo Gomila, desconfía de los datos de Fotocasa, y señala que ese fenómenos se ha dado, sobre todo, en grandes destinos urbanos. Por ejemplo, en Madrid asegura que el 40 por ciento ha dado ese paso; en Barcelona, el 60 por ciento; en Málaga, el 27 por ciento; y en Valencia, un 45 por ciento. Pero en el resto del país no ha pasado en la misma medida.

Eso sí, ese cambio no ha sido siempre hacia alquileres residenciales tradicionales, sino a «arrendamientos de temporada», es decir, por unos meses. Es una posibilidad que da el artículo 3 de la Ley de Arrendamientos Urbanos.

Por otro lado, Gomila destaca que en los «destinos turísticos no consolidados», entre los que sitúa a comunidades como Castilla y León y Castilla-La Mancha, este cambio de tipo de alquiler no ha sido tan frecuente, aunque se haya dado en algunos casos. «Lo que hemos visto es que el cliente de vivienda de uso turístico, que suele ser un turista familiar, ha elegido destino pocos masificados y un tipo de alojamiento donde no haya zonas comunes en las que mezclarse con otros clientes», señala el presidente de Fevitur.

Los precios. El abaratamiento de muchas de estas viviendas ha sido otra consecuencia de la pandemia, así como la flexibilidad en las políticas de cancelación. «Antiguamente los turistas se veían afectados si cancelaban la reserva con días de antelación y eso ya ha desaparecido totalmente, ahora si no eres flexible, no vendes», dice el presidente de Fevitur.

La irrupción de esta actividad hace años supuso un conflicto con los hoteles, que denunciaban que muchos particulares la ejercían de forma ilegal, sin pagar impuestos y ofrecer garantías a los clientes. El desarrollo de un marco regulatorio ha conseguido mejorar la situación. De hecho, en la asociación Hoteles de Valladolid ya se ha integrado el primer negocio de este tipo, con la intención de que se incorporen más con el tiempo.