Los vecinos cuidan de sus mayores

M.Rodríguez
-

La Federación de Asociaciones de Vecinos Antonio Machado gestiona desde hace más de un año, en colaboración con el Ayuntamiento de Valladolid, un programa de voluntarios que acompañan a vecinos de avanzada edad que viven solos

Los vecinos cuidan de sus mayores

El problema de la soledad no deseada se está convirtiendo en la pandemia del siglo XXI. Un situación que se agrava en el caso de las personas mayores, y que está provocando que deje de ser excepcional y se convierta en habitual que fallezcan solos en sus domicilios.

Una situación que se detectó hace tiempo desde algunas asociaciones de vecinos de Valladolid, en concreto las de Belén y Pilarica, que decidieron recurrir a la buena vecindad de toda la vida para «ocuparse» de sus mayores. La Federación de Vecinos Antonio Machado, en la que están integradas, propuso que la idea se convirtiera en un programa propio y logró el apoyo municipal para ponerlo en marcha. Un año y medio después hay 26 voluntarios que han ‘acompañado’ en su soledad a 15 usuarios.

DESCONOCIMIENTO

Los usuarios suelen ser personas mayores de 80 años, mayoritariamente mujeres, que viven solos en los barrios Belén, Pilarica y La Rondilla. Y los voluntarios, sus vecinos de toda la vida se ocupan de prevenir que se aíslen en sus domicilios y buscan que recuperen los apoyos sociales del barrio y fomentar la convivencia, compartir intereses y motivaciones.

El mayor problema con el que se encuentran es el desconocimiento de los usuarios y las «reticencias» a lo desconocido, como explica María Morán, de la asociación Rondilla. Las tres asociaciones acceden a algunos de estos mayores mediante las fichas que les trasladan desde los centros de Acción Social (Ceas). «Normalmente son las fichas de los usuarios que tienen ayuda a domicilio», detalla Miguel Ángel Niño, coordinador del programa. «El protocolo es que el trabajador del Ceas presenta al voluntario en el domicilio. Y es el usuario el que decide qué acompañamiento quiere, si desea que sea en el domicilio o no», explica Inés Portillo, una de las voluntarias del programa. Todos estos acompañantes, que son mayoritariamente mujeres, reciben un cursillo para que sepan exactamente en que consiste el «acompañamiento». El próximo se realizará en septiembre. «No se puede confundir con la ayuda a domicilio», concreta Morán. De hecho, ellos deciden cuánto tiempo puede estar con los mayores y qué día. 

Por su parte, el usuario decide que tipo de acompañamiento quiere. «Se establece mucha confianza con las personas que visitamos», reconoce Portillo, que en este tiempo ya ha acompañado a cuatro personas mayores. Aunque hay limitaciones para que no se generen problemas. «El voluntario no da ni su teléfono personal, ni su dirección. El protocolo es que quien se pone en contacto con la familia o la persona siempre es la asociación o la federación», apunta Niño. Una experiencia que le permite ir conociendo también los obstáculos que se encuentra el programa para llegar a más usuarios, que muchas veces proceden del propio entorno de la persona que vive sola.

Por eso, ahora que se ha renovado el convenio con el Ayuntamiento, el objetivo principal es conseguir una mayor difusión del proyecto entre personas mayores de los tres barrios y captar más voluntarios. Para eso recurrirán a buzoneo, pegadas de carteles y charlas en centros de mayores, pero también quieren contar con la implicación de los facultativos de atención primaria, que pueden detectar casos no controlados por los servicios sociales. 

Además, también piden a los vecinos que estén «atentos» porque hay muchas personas que no tienen ni teleasistencia, ni ayuda a domicilio, y quieren llegar a ellos para «aliviar» su situación. «En mi experiencia de este tiempo, todas las personas a las que he acompañado coinciden en asegurar que la soledad no deseada es lo más duro por lo que han pasado», lamenta Portillo. En la capital hay una 5.500 personas mayores de 85 años que viven solas y solo un millar cuenta con el servicio de teleasistencia, que según los responsables municipales «salva muchas vidas». Un esfuerzo al que se suma el programa de buena vecindad, que apela también a recuperar «valores» que se han ido perdiendo.