Federico Santander, inabarcable personaje

Jesús Anta
-

Fue alcalde de Valladolid en dos ocasiones, miembro del Colegio de Abogados, del Ateneo... Escribió numerosos artículos, algunas obras de teatro, varias novelas e impartió conferencias por media España

Federico Santander. - Foto: Cedida por Javier Burrieza

Federico Santander Ruíz-Jiménez fue una persona enciclopédica en sus actividades privadas, y compleja en su discurrir político. Nació y murió en Madrid (1883-1936), pero el grueso de su vida está ligado a Valladolid, donde lo fue todo. A los 24 años se incorporó al Colegio de Abogados de Valladolid.

A partir de ese momento su vida adquiere una velocidad de vértigo. Se incorpora como periodista al Diario Regional, de orientación católica. Poco después pasa a la redacción de El Norte de Castilla, donde dirigió el suplemento dominical ‘Castilla’, de carácter literario, a través de cuyas páginas trabó relación con  los más destacados escritores de España.  Se afilia al partido liberal, donde forjó una leal amistad con Santiago Alba. Presidió el Ateneo de Valladolid. Fue alcalde de Valladolid en dos ocasiones. Ya en el último tramo de su vida pasó a residir en Madrid, donde siguió ejerciendo su vocación periodística a través de las páginas de ABC. Escribió numerosos artículos, algunas obras de teatro, varias novelas e impartió conferencias por media España. También fue miembro activo del Rotary Club, una entidad fomentadora de la solidaridad y la cultura.

Si algo le hizo especialmente famoso, fue su gestión al frente del Teatro Calderón pues, romántico como era, atendió más a  la calidad de las obras que a al éxito entre el público, lo que le generó pérdidas en varias ocasiones. Y, sobre todo, su aventura de dar la vuelta al mundo en coche junto con tres amigos entre  1932 y 1933.

Federico Santander, inabarcable personajeFederico Santander, inabarcable personajeSu vida pública está cuajada de, digamos, anécdotas que connotan su libérrima independencia y su personal visión de la política. Aún siendo católico y liberal, no asistió deliberadamente a la solemne consagración de España al Corazón de Jesús (un acontecimiento de primer nivel en la España conservadora). En otra ocasión presidió el funeral laico de un concejal republicano, lo que le supuso un aluvión de críticas de su partido.  No dudó en defender públicamente a Santiago Alba cuando estaba desterrado por  Primo de Rivera, a pesar de que Federico Santander apoyaba a Alfonso XIII. Recién proclamada la  II República  se abrió paso entre el gentío que había en la estación Campo Grande y que esperaba a varios dirigentes republicanos,  para saludar a la reina que iba camino del exilio.

Sus dos  mandatos al frente de la Alcaldía vallisoletana, en 1920 y 1930,  no fueron muy cómodos para Federico Santander, sobre todo porque su antiguo periódico, el Diario Regional, fue inclemente con sus actuaciones, llegando a escribir sobre él que estaba llenando la ciudad de flores y estatuas pero que no estaba haciendo nada útil, a pesar de que sí abordó obras de  envergadura. Además, tuvo que lidiar con una  crisis producida por la subida del precio del pan, que convirtió a la sociedad vallisoletana en una olla a punto de explotar.

El colofón de aquella intensa y azarosa vida fue su trágico final. Detenido por los republicanos, la versión más fiable relata que el 2 de diciembre de 1936  junto a otros presos fue sacado de la cárcel de las Ventas y fusilado en Paracuellos. Pero lo más paradójico es que varios años después de muerto, el franquismo le abrió un proceso penal como sospechoso de  haber  pertenecido a la masonería.

 


 

VUELTA AL MUNDO

El 23 de octubre de 1932, Federico Santander, en compañía de sus amigos Enrique Power, médico, Enrique Mazariegos, administrativo y el mecánico Marcelo San José, inicia un viaje alrededor del mundo a bordo de un Ford T V8. Durante 286 días recorrieron 30.000 kilómetros en vehículo y 20.000 millas en barco, y dieron conferencias hablando de España en numerosas poblaciones. El 1 de agosto de 1933 desembarcaron en Bilbao y el 5 de ese mes Santander recaló en Valladolid a bordo del Ford.  Fue una de las mayores proezas automovilísticas españolas y durante muchos meses después dio conferencias por toda España relatando el viaje. Federico era  un magnífico orador y sus conferencias duraban varias horas ante un público embelesado que había pagado por escucharle. La primera conferencia sobre su viaje la impartió en el teatro Calderón el día 17 de octubre de 1933. Las primeras palabras que solía pronunciar en los teatros llenos de gente a rebosar, eran que aunque se definía como católico y monárquico, una vez que cruzó la frontera por Hendaya no era ni quería ser más que español.