Fortaleza femenina y homosexualidad en la Argentina rural

C.C.P. (Ical)
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La islandesa 'The County' y la marroquí 'Adam' cosecharon aplausos en la jornada de la Seminci, frente a la frialdad con que fue recibida la película argentina 'Hombres de piel dura'

Fotograma de la película de la Sección Oficial ‘Adam’, de Maryam Touzani. - Foto: Ical

La 64 Semana Internacional de Cine de Valladolid afronta su recta final y presentó hoy en el Teatro Calderón tres películas de corte bien diferente. Mientras la islandesa ‘The County’, de Grímur Hákonarson, y ‘Adam’, de la debutante marroquí Maryam Touzani, presentan historias en torno a mujeres fuertes, luchadoras y capaces de imponerse en un mundo de hombres, ‘Hombres de piel dura’, del argentino José Celestino Campusano, realiza un retrato descarnado de la homosexualidad y una turbulenta denuncia de la pederastia en el seno de la iglesia católica en plena pampa argentina.

Hákonarson, presente en Valladolid esta jornada, retoma en ‘The County’ las raíces rurales que impregnaban su largometraje anterior, ‘Rams (el valle de los carneros)’, que le hizo merecedor de la Espiga de Oro hace cuatro ediciones. Mientras su segundo largometraje se centraba en las relaciones de familia que se establecen en ese entorno, en este caso ha decidido centrarse en las relaciones que se registran en la sociedad y dentro de una comunidad también del ámbito rural. 

La protagonista de ‘The County’ es Inga (interpretada por Arndís Hrönn Egilsdóttir, también presente en Valladolid hoy), una mujer fuerte, que vive en el norte de Islandia junto a su marido, intentando sacar a flote una granja ahogada por las deudas que contrajeron cuando decidieron mecanizar los sistemas de producción. La relación entre ambos se apaga; los hijos están lejos (en la capital) mientras ellos ni se hablan ni se sonríen, y negros nubarrones económicos se ciernen sobre su futuro.

Fotograma de la película de la Sección Oficial ‘The County’, de Grímur Hákonarson.Fotograma de la película de la Sección Oficial ‘The County’, de Grímur Hákonarson. - Foto: Ical

Al estilo de la protagonista de ‘La mujer de la montaña’, premio doce meses atrás a la mejor actriz en Seminci, Inga se verá obligada a luchar ella sola contra el sistema establecido, y saldrá a la luz la mujer fuerte y decidida que se escondía tras años y años de sometimiento. Su empeño será desmontar el rígido sistema establecido en su comunidad, dominada por una cooperativa regida por un hombre con mano de hierro, que no duda en extorsionar a los cooperativistas con tal de mantener sus beneficios.

La película, según explicó el director, está basada en historias reales que sucedieron en su país natal. “Islandia es un país de granjeros, así fue hasta mediados del pasado siglo, e históricamente cuenta con una fuerte tradición cooperativista. Muchas cooperativas se fundaron en el siglo XIX y durante las siguientes décadas se convirtieron en auténticos gigantes, pero en los años 90 la mayoría quebraron y solo sobrevivieron algunas en el norte del país”, relató.

Según contó, esa parte del país es conocida popularmente como “la Sicilia islandesa”, algo que da buena cuenta de cómo funcionan allí las cosas. El propio cineasta comentó que su intención inicial había sido rodar un documental, peor cuando comenzó el proceso de investigación se vio obligado a descartarlo ya que nadie quería hablar delante de la cámara, por miedo a posibles represalias. Fue así como creó su personaje principal, que se basa en “una mujer real de la zona”.

Fotograma de la película de la Sección Oficial ‘Hombres de piel dura’, de José Celestino Campusan.Fotograma de la película de la Sección Oficial ‘Hombres de piel dura’, de José Celestino Campusan. - Foto: Ical

Por otra parte, ‘Adam’, el debut en el largometraje de Maryam Touzani (mujer de Nabil Ayouch, ganador de la Espiga en 2013 con ‘Los caballos de Dios’), arranca con un plano de la mirada firme pero desvalida de Samia, una joven sin hogar que ha llegado a Casablanca intentando ocultar a sus padres un embarazo no deseado. Su intención es tener el bebé para después darle en adopción, pero las cosas no resultan fáciles para ella en la gran ciudad. Nadie le abre la puerta a una madre soltera en una sociedad llena de prejuicios, porque no quieren exponerse al qué dirán los vecinos el día siguiente.

El azar la lleva hasta la casa de Abla, una mujer comida por el silencio, que regenta un pequeño negocio casero de pan y dulces y que vive sola con Warda, su hija pequeña. La película seguirá a partir de entonces los intentos de aproximación entre las dos protagonistas, dos mujeres marcadas por la soledad, que han levantado a su alrededor infranqueables muros de contención de sus propias emociones.

Con ritmo parsimonioso, la cámara de Touzani se acerca a ambas mujeres hasta respirar con ellas, reflejándolas en sus tareas cotidianas, y haciendo viajar al espectador hasta siglos pasados, con sus pictóricas composiciones y encuadres. Las dos protagonistas brillan a gran altura, tanto la desconocida Nisrin Erradi (cuyo rostro transmite todo lo que no verbaliza como joven embarazada y abandonada) como la magnífica Lubna Azabal, que se dio a conocer entre el gran público con ‘Exils’ de Tony Gatlif hace quince años, y a quien los seminceros recordarán por su memorable papel como protagonista de ‘Incendios’, ganadora del premio del público y del premio al mejor guion en el festival en 2010.

La jornada se completó con ‘Hombres de piel dura’, el nuevo largometraje de un ‘outsider’ en toda regla que lleva lustros haciendo cine al margen de los canales establecidos, y dando voz a los colectivos más marginales de su país natal. En esta ocasión el corazón de su historia gira en torno a Ariel, el joven hijo de un terrateniente de la pampa argentina, cuya vida está marcada por la relación que mantiene con Omar, el cura local. Víctima de abusos sexuales y emocionales, el protagonista afronta la adolescencia sumido en un torbellino de emociones que no puede controlar, mientras su severo padre intenta por todos los medios mantenerle en el camino correcto. 

Campusano, que como suele ser habitual en su trayectoria se apoya fundamentalmente en actores amateur o absolutamente desconocidos por el gran público, reflexiona en la película sobre los roles de género, poniendo el foco sobre cuestiones como la masculinidad y el patriarcado, sin dejar de lado su hiriente y desnuda aproximación a los crímenes de pederastas que encubre la Iglesia católica. 

Cayendo en algunos recursos fáciles de guion, con personajes estereotipados (los roles femeninos en el film darían para hablar largo y tendido) y algunos diálogos con verdadero margen de mejora (la relación paterno-filial descarrila debido a ello), el realizador argentino no escatima en secuencias de contenido sexual ya que el propio sexo se convierte, por momentos, en el único protagonista del film, que conforme avanza el metraje va abriendo más y más subtramas hasta el surrealista desenlace final.

En su presencia ante los medios para respaldar el estreno de la película en Valladolid, Campusano explicó que fue el “intento fallido de abuso sobre un niño” que años después se convirtió en su amigo, le empujó a dirigir esta película. Eso le hizo hablar con varios sacerdotes para conocer el problema en profundidad, y el “corporativismo” que encontró en los religiosos fue algo que le “molestó” y le hizo profundizar en el tema.

Los referentes de su obra, según explicó, no hay que buscarlos en otras películas sino en “el área y los tejidos sociales”. “Nunca hacemos películas para complacer a nadie, para ser bien vistos ni para ganar premios o dinero, sino por otros principios en los que creemos, y hasta ahora nunca nos ha temblado el pulso”, recalcó. “nuestra misión es hacer un cine irreverente y que no pida permiso a nadie, porque si no lo hiciéramos no estaríamos a la altura de lo que sucede y nos convertiríamos en falsos interlocutores”, señaló.

Campusano explicó que aunque a lo largo de su carrera ha dirigido documentales, el terreno en el que se siente más cómodo tras la cámara es “la ficción construida con herramientas del documental”. Para ello, en cada proyecto intenta entrevistarse con la mayor cantidad de gente posible de la comunidad que quiere reflejar, manteniendo luego en el guion la mayor cantidad de elementos reales.