Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Ni libertad ni conciencia

04/10/2021

Sabía lo que se iba a encontrar dentro de esa madre, cómo se movía con bracitos, dedos, ojitos, cerebro... Bien entendía que era otro ser, no solo un apéndice de su cuerpo, como un cabello que se corta y tira al suelo. Era el hijo, el fruto de la historia, la continuidad de la humanidad. No era un quiste. Concebía el quirófano para salvar vidas, no para estrangularlas en el seno materno. Lo tenía claro. Otros, en cambio, dudaban de que tal ser fuera una persona. También los nazis, muy partidarios de eugenesias, de abortos y asesinatos, dudaban de que fuera digna la vida de ciertos recién nacidos, de ciertas razas: exterminio. ¿Si no era una persona, qué era? El feto, el ser destinado a nacer... Pero ahora se lleva la maternidad caprichosa, como se concibe por capricho la sexualidad y hasta el género... No podía concebir que el Gobierno pudiera proponer o pensar siquiera que podrían obligarle a matar, a aniquilar a un ser humano en el mismo seno maternal, pues eso es lo que observaba, lo que entendía viendo lo que la ciencia muestra, mirando a la criatura amenazada por el implacable sistema estatal. Muchos médicos, especialistas, pensaban como él. Pero las instituciones del estado cada vez son más coercitivas y la libertad es cosa que cada vez va menguando más. No importa la conciencia de cada uno ni su libre decisión. Importa el criterio del ministerio de turno que aplasta la objeción en temas tan delicados como este. Ya no se trata de la libertad de la madre en matar o no lo que gesta, a quien gesta, a su hijo, sino la libertad del médico a no tener que participar de esa acción que considera criminal, no por normas religiosas o legales, sino por lo que le muestra la naturaleza. 
Nunca fue el comunismo amigo -al contrario que ciertos anarquistas- de la libertad y bien lo vemos hoy en nuestro Gobierno, aunque es tendencia general reprimir y aplastar, si bien de modo algo diferente, lo que en otros tiempos se logró después de derramar en revoluciones ríos de humana sangre. Va retirándose la amenaza de la pandemia, en algunos lugares rozan el 90 por ciento de la población vacunada y ya los hospitales se ven libres de pacientes urgentes. Las razones para mantener las restricciones se disuelven; quien quiso pudo vacunarse. Baste algo de prudencia, pero que nos devuelvan la perdida libertad y quien tenga miedo que se encierre en su casa o vaya cubierto con escafandra de buceo si quiere, cada cual elija libremente.
Pero el virus ahora es moral. Santo Tomás defendía que la conciencia es el templo último de la persona y que uno debía seguirla, incluso estando equivocado.
Gemía el médico pensando volver a trabajar donde querían aplastar su conciencia.