Cuando «no» es «tal vez»

Diego Izco
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El Barcelona, obligado a cuidar su imagen negando ya no solo los fichajes, sino incluso el interés por Neymar o Griezmann. La oposición (interna), un hándicap histórico brutal en la Ciudad Condal

Cuando «no» es «tal vez» - Foto: Ueslei Marcelino

Detrás de 270 millones de euros, apilados billete a billete, se esconde la incómoda sensación de que el Barcelona no acertó ni con Coutinho ni con Dembelé. Y delante de ellos, un verano de trueques y rumores, con la idea de asaltarlo todo de nuevo y la certeza de que el mercado está poniendo a tiro a dos de los cinco jugadores top (Griezmann y Neymar)… y sus incómodas circunstancias. A ellas responden «no» los dirigentes del azulgranas, pero la lógica del fútbol no engaña: toca negar de cara mientras se negocia de espaldas.  

‘Caso Griezmann’

El Mundial de Rusia hervía, Lopetegui acababa de ser despedido como seleccionador y Movistar emitía (esta semana se ha cumplido un año) La Decisión, aquel documental en el que Antoine Griezmann anunciaba contra los pronósticos mayoritarios -los que vaticinaban su fichaje por el Barça- que continuaba en el Atlético.

De aquella emisión, lo peor para la directiva de Bartomeu no fue solo la sorpresa (el único fichaje ofensivo del verano fue el de un semidesconocido como Malcom), sino enterarse de que algunos jugadores como Piqué (cuya empresa Kosmos produjo la cinta) o Umtiti ya conocían la resolución.

Aquello fue percibido, tanto en la planta noble del Camp Nou, como en un buen porcentaje del barcelonismo, como una humillación o un ultraje imperdonable… algo que un año después vuelve a estallar en Les Corts: Griezmann anunció el 14 de mayo (tres días después del «creemos que seguirá, no tenemos ningún temor» de Simeone) que abandonaría el Atlético de Madrid a final de temporada. 

Quedan pocos días para resolver el enigma: hasta el 1 de julio, nadie abrirá la boca. El contrato del francés estipula que su cláusula bajará de los 200 a los 120 millones de euros en esa fecha. «Sabemos desde marzo que jugará en el Barcelona», deslizó Gil Marín en una conversación informal en plenos festejos de San Isidro; pero Bartomeu no entró al trapo:de admitirlo, el club culé hubiese tenido que pagar los 200 estipulados. 

«Si Griezmann ficha por el Barça, no vuelvo al Camp Nou». La frase de Josep María Minguella (extécnico, asesor, representante y opinólogo de cabecera de parte de la culerada) tiene un buen número de suscriptores. Que sea una pataleta perdonable en cuanto el francés marque un doblete o Messi dé la bendición al fichaje, solo el tiempo lo dirá. De momento, una encuesta de As de esta semana arrojaba que, en la tesitura de elegir entre uno u otro, solo un 34 por ciento lo hizo por El Principito, mientras que un 66 por ciento se decantó por el brasileño. 

Cuando «no» es «tal vez»

 

‘Caso Neymar’

El mayor bombazo (económico) en la Historia del fútbol se produjo el 3 de agosto de 2017, cuando el PSG pagó 222 millones de euros por Neymar. Ni siquiera dos años después, el entorno del brasileño suplica por una salida de París… y el sueño del chico es tomar un vuelo de regreso a Barcelona.

En el caso del carioca, los pesos pesados del vestuario bendecirían su vuelta… Esta semana se conocían las declaraciones del presidente del PSG, Nasser Al-Khelaifi, en las que entreabría las puertas del club a Neymar («Estoy seguro de que Mbappé seguirá con nosotros. A Neymar nadie le obligó a venir aquí (…). No quiero comportamientos de estrellas», remarcó). 

El brasileño firmó por un conjunto francés que iba a poner todo a su servicio… y de repente apareció Mbappé. El delantero galo, más regular que Neymar, no solo cuenta con categoría estelar al mismo nivel que el brasileño, sino que el favor de la grada y el vestuario están de su lado. Las inoportunas lesiones de Ney, el constante reto de la negociación, el comportamiento del inagotable séquito que lleva (los Toiss, una pandilla de supuestos amigos a sueldo que le acompaña con la misión de divertirle), las escapadas a Brasil… Son detalles que han minado la paciencia del gigante parisino. 

A la caza de una posible salida, un puñado de clubes entre los que el Barça (con sus grandes amigos Messi y Suárez, con quien conformó el tridente más espectacular del fútbol moderno) partiría con ventaja. No obstante, sigue tocando un «no» previo a un posible «tal vez»: ¿Cuánto costaría ese regreso? ¿Reventaría el fair play financiero que debe cumplir el club y quedaría expuesto a una sanción UEFA? ¿Cómo encajaría un retorno -costosísimo, por otra parte- la grada, crítica con las forma en que salió Neymar? 

Mientras parte del barcelonismo sueña con el retorno de la MSN o en incorporar a un Príncipe a su ofensiva, otra hace oposición frontal. Históricamente (guerras intestinas cuando mejor iba el equipo, socios demandando a socios, etcétera) si ha habido un club de clara tendencia autodestructiva, éste ha sido el Barça, donde un «no» puede ser un «sí» o un «tal vez» dependiendo quién lo diga y quién lo escuche.