Los ilustres del cementerio del Carmen

Jesús Anta
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El panteón se creó ex profeso para Zorrilla, y a partir de ahí se ha ido enterrando a otros ilustres. Jorge Guillén lo rechazó porque era «una cosa horrible que hicieron en el siglo XIX»

Los ilustres del cementerio del Carmen - Foto: Jonathan Tajes

El Panteón de Personas Ilustres es uno de los más interesantes y visitados lugares del cementerio del Carmen. Ocupa un lugar central  en el cementerio histórico: el punto en el que se cruzan las dos calles principales, tal como ocurría en las ciudades romanas, en las que, de forma cuadrada, como el cementerio, en el centro de las mismas se construían el templo, el  foro y los baños.

Se creó ex profeso para acoger los restos de Zorrilla, y  a partir de entonces se ha ido enterrando a otras ilustres personas. Algunas fueron consultadas por su disposición a ser enterradas en tan notable enclave. Tal fue el caso de Miguel Delibes y Jorge Guillén. Delibes dio su aprobación siempre y cuando junto a él fueran depositados los restos de su esposa, Ángeles de Castro,  fallecida en 1974. A lo que el Ayuntamiento accedió gustoso. Sin embargo, Jorge Guillén no lo quiso: preguntado por el alcalde Rodríguez Bolaños,  el poeta, residente en Málaga, lo rechazó indicando que el panteón le parecía «una cosa horrible que hicieron en el siglo XIX». Ahora yace en el cementerio inglés de Málaga. Y en alguna ocasión se habló de enterrar en él los restos del escultor Juan de Juni, actualmente depositados en la capilla del convento de Santa Catalina.

Cuando el Ayuntamiento tomó el acuerdo de enterrar en el panteón los restos de Rosa Chacel, la primera mujer que iba a ocupar un espacio en él, se decidió, también, cambiar la palabra de ‘vallisoletanos’ por ‘personas’, para acomodar su denominación a un lenguaje inclusivo.

Los ilustres del cementerio del CarmenLos ilustres del cementerio del CarmenDesde que se inaugurara el cementerio en 1833 no se había pensado en construir este panteón de ilustres, hasta que una vez fallecido Zorrilla, el Ayuntamiento quiso cumplir la voluntad del poeta de ser enterrado en su ciudad natal y con el sencillo epitafio de “hijo de Valladolid”. Mas, pensaron los concejales que tan gran personaje se merecía un enterramiento a medida de su fama y, en consecuencia, se acordó construir un panteón para acoger sus restos y los de futuros personajes acreedores de ocupar tan principal lugar en el camposanto. 

Zorrilla había fallecido en Madrid en 1893 y una vez que el Ayuntamiento pudo traer sus restos a Valladolid, convocó un concurso para la erección del panteón. Lo ganó el escultor Aurelio Carretero que propuso esculpir una alegoría a Castilla sobre alto pedestal. 

Los restos de Zorrilla fueron traídos  a Valladolid en 1896, antes de que comenzaran las obras del panteón, por lo que fue enterrado con todos los honores todavía en un erial, hasta que, avanzadas las obras de construcción, fue preciso en 1901 trasladar sus restos de lugar mientras se terminaban las obras. Y, así, su féretro se condujo provisionalmente al panteón de la familia Miralles Prats, notario y amigo del poeta.

Por fin  el año 1902 se concluyó el panteón y los restos del vate pasaron a reposar al pie de la alegoría de Castilla. Una estatua coronada por un castillo que tiene una cruz y un ramo de laurel en sendas manos. No obstante, la escultura  no agradó a parte de la opinión pública pues, decían, parece  más una humilde aldeana que una majestuosa representación de Castilla.

 


 

DIEZ ILUSTRES

 

No existe una ordenanza municipal que indique qué condiciones deben reunir las personas susceptibles de ser enterradas en el panteón, así que no hay más criterio que el de oportunidad y consenso entre los munícipes para que no haya cuestionamientoS de aquella persona que se considere merecedora de ser homenajeada con tan preeminente enterramiento. Desde Zorrilla, nueve personas más han sido enterradas en el panteón: José Almirante y Torroella (1894), Ricardo Macías Picavea (1899), José Muro (1907), Emilio Ferrari (1907), Pío del Río Hortega (1945), Narciso Alonso Cortés (1972), Vicente Escudero (1980), Rosa Chacel (1994) y Miguel Delibes (2010) con su esposa. Muro y Ferrari, ahora enterrados en este panteón, da la casualidad de que fueron maestros de ceremonia en el traslado de los restos de Zorrilla al cementerio. A Vicente Escudero, que falleció en Barcelona, lo trajo el Ayuntamiento cumpliendo así el deseo del bailarín de ser enterrado en su ciudad natal.  Y también la Corporación gestionó en 1986 el traslado de los restos de Río Hortega, que estaba enterrado en Argentina..