El verano se cierra con un tercio más de lluvia de lo normal

A.G.M.
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Meteorología advierte de que trombas como la del martes podrían ser «más frecuentes» por el cambio climático. Los 37,2 litros registrados el día 17 elevaron la precipitación normal de un verano vallisoletano de unos 60 a 90 litros

El verano se cierra con el triple de lluvia de lo normal - Foto: Ical

Este verano de 2019 no pasará a la historia de Valladolid por sus picos de temperaturas, ni porque el mercurio llegase a donde hacía ya cuatro estíos que no llegaba, tampoco por anotar una mínima por debajo de diez grados, algo que es relativamente frecuente si exceptuamos lo de 2018... Este va a ser el verano de la gran tromba de agua de Valladolid, la que colapsó la ciudad como pocas veces, la que inundó el centro y e hizo flotar a coches en los túneles... Todo, tras una especie de ‘tormenta perfecta’, esa del martes 17 de septiembre, en la que se aunaron las circunstancias para que pasase lo que pasó. Así lo explicó el delegado regional de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Juan Pablo Álvarez, quien detalló que la conocida como ‘gota fría’ o DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) estuvo acompañada de una vaguada (en meteorología es el ascenso de masas de aire cálido y húmedo ) procedente del Atlántico  que, unida a las altas temperaturas de estos días, hizo que descargase con una fuerza inusitada.

La intensidad fue histórica, ya que solo el 17 de julio de 1999 hay registros de algo similar. 20,2 litros de los 37,2 caídos en la tormenta se concentraron en diez minutos, lo que equivale a una intensidad de 121,2; hace veinte años fueron 18,1 litros en diez minutos, es decir, 108,6 litros por metro cuadrado de intensidad. La tromba fue tal que solo en los 20 minutos centrales del chaparrón ya se recogieron 30,7, que es la precipitación media de todo septiembre en Valladolid. La lluvia se concentró en dos horas y 25 minutos y se llegó a ese registro de 37,2 litros, que no se alcanzaba desde el 4 de enero de 2016, día en que se recogieron 38,4 litros; el 28 de febrero de 2018 se anotaron 32,4 litros por metro cuadrado y en este 2019 a lo más que se había llegado había sido a los 15,8 del pasado 26 de agosto y a los 14,2 del día 13 de julio, ambos datos de este verano tan inestable. 

ONCE DÍAS DE PRECIPITACIONES

Y tan lluvioso, porque lo ha hecho once días. A pesar de que solo se anotaron precipitaciones un día más que el año pasado y dos más que en el verano de 2017, esos dos días de julio y agosto, pero, sobre todo, lo del 17 de septiembre, ha disparado todas las estadísticas. Según los datos recabados por El Día de Valladolid (a fecha 19 de septiembre), se han registrado 90 litros, un tercio más de lo habitual del verano vallisoletano, donde lo normal son 60. Aunque no en los últimos años, cuando los pluviómetros estivales únicamente llegaron a contabilizar 52,8 (2018), 41,4 (2017) y 18 (2016).

En este verano que se acaba a las 9.49 horas del lunes, Valladolid se iba a plantar en este último fin de semana con 52,8 litros por metro cuadrado, fruto de diez días de precipitaciones, pero apareció esa ‘tormenta perfecta’ que puso todos los datos patas arriba y que, cosas del cambio climático, empezarán a ocurrir más veces. Así lo apuntó el jueves el propio Álvarez, que dijo que estos episodios podrán ser «más frecuentes» en el futuro.

Rayos durante la tormenta.Rayos durante la tormenta. - Foto: IcalLo explicó durante el habitual balance estacional que se hace en la delegación en Castilla y León de la Aemet, un verano del que dijo que había sido «cálido», con una primera ola entre el 26 de junio y el 1 de julio. Fueron días en los que el mercurio se movió por encima de los 35 grados y cuando se anotó la máxima de la temporada, con esos 39,8 del viernes 28 de junio. No se daba un pico tan elevado desde el verano de 2015, cuando se llegó a los 39,2, también a finales del mes de junio (un día 29) y en medio de una ola de calor. Las máximas más altas de 2016, 2017 y 2018 fueron de 37,3, 38,1 y 38,4.

Juan Pablo Álvarez destacó, en declaraciones recogidas por Ical, que después de un inicio de junio con mucho calor, como mayo, se redujo, aunque se llegó a finales del mes con temperaturas que ya eran altas.

MUCHO APARATO ELÉCTRICO

Ello dio paso a un julio de los más tormentosos, con hasta 25.000 descargas eléctricas en toda Castilla y León, solo por detrás de los 40.000 de 2006 -de esto solo se recogen datos desde 2001-. Las temperaturas volvieron a dispararse a orillas del Pisuerga en la penúltima semana de julio (el 22 de julio se llegó a 38,7 grados, por ejemplo), si bien luego se produjo un fuerte descenso que alcanzó los 14 grados (el día 27, la máxima se quedó en 24,5).

La Aemet destacó los ‘dientes de sierra’ en la estadística de variación térmica de agosto, de tal modo que arrancó con ocho días por encima de los 30 grados, rondando varios los 35, para luego estar cinco días por debajo de los 30 y entrar ahí en esa fase de altibajos en los que se prolongó hasta finales de mes, si bien fue «prácticamente normal», a juicio del delegado de la Aemet, quien destacó lo «cálido» de este verano y la tendencia al alza de las temperaturas máximas, es decir, que se aprecia un «calentamiento» a lo largo de los últimos veranos.

Ola de calor en ValladolidOla de calor en Valladolid - Foto: Jonathan TajesEn este análisis del verano, y en la línea de lo apuntado por Álvarez, destaca el hecho de que en más de un tercio de las jornadas (36 días), se dio un pico de temperatura por encima de los 30 grados y, de ellos, hubo doce fechas con más de 35 grados en el mercurio (por las siete del verano pasado, por ejemplo). Eso sí, todos esos guarismos se han circunscrito a los meses anteriores, porque en este septiembre solo un día se ha dado un registro superior a 30 grados de máxima (el martes 3 se llegó a los 30,1).

En lo que respecta a las mínimas, solo en dos ocasiones estuvieron durante la noche y la madrugada por encima de los 20 grados, el 29 de junio y el 25 de julio, en medio de sendas olas de calor, mientras que únicamente se bajó de los diez grados otras dos veces. Fue el 10 de septiembre, cuando el termómetro cayó hasta los 9,5 y el 12 de agosto, que lo hizo a 9,7, lo que contrasta con el hecho de que en el verano de 2018 no se bajase nunca de los diez grados, mientras que en el de 2017, en cambio, se dieron hasta quince días con mínimas estivales de un dígito.