Un arma de doble filo

Agencias
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El uso de internet durante el confinamiento ha ayudado a trabajar, entretener y acercar a los ciudadanos, pero también ha evidenciado las brechas sociales y fomentado la difusión de bulos y juego 'on line'

Un arma de doble filo

Internet ha sido -y todavía está siendo- una tabla de salvación, un bálsamo, un amortiguador de algunos de los efectos más devastadores del confinamiento y de la crisis causada por la pandemia, pero también el espejo sobre el que han quedado retratadas algunas brechas sociales y la vulnerabilidad de algunos colectivos.

Se trata, pues, de un arma de doble filo, una moneda con sus dos lados muy bien diferenciados, según el escenario que dibuja Miguel Pérez Subías, presidente de la Asociación de Usuarios de Internet.

La cara: España ha demostrado que tiene una excelente infraestructura de telecomunicaciones y una muy buena penetración de usuarios de las tecnologías. Ha sido posible activar una experiencia masiva de teletrabajo, la teleasistencia médica, la educación a distancia, la comunicación social o un acceso a la cultura y al entretenimiento de calidad.

La cruz: la crisis ha evidenciado las brechas sociales; que hay colectivos en clara desventaja frente a otros; estudiantes que no disponen de dispositivos o redes adecuados para hacer sus trabajos; mayores en residencias u hospitales aislados por no disponer de una adecuada conexión para mantener el contacto; o personas dependientes que, sin la ayuda de sus cuidadores, han estado doblemente aisladas, al no poder acceder de una forma independiente a esas tecnologías.

La pandemia mundial por coronavirus ha evidenciado que con una buena conexión se pueden realizar consultas médicas, enseñar, aprender, trabajar, mejorar la conciliación o reducir los desplazamientos y la contaminación.

«Internet se ha adaptado a las nuevas necesidades, a los flujos de nuevo de tráfico y de contenidos y lo ha hecho sin disrupciones, lo que demuestra su madurez como sistema de telecomunicaciones», asegura Pérez Subías. «Hemos hecho virtud de la necesidad, y quienes se resistían a utilizar algunos dispositivos o aplicaciones han descubierto que no era tan complicado y han comprobado los beneficios derivados de un uso que van a seguir haciendo en el futuro», subraya, convencido de que habrá un antes y un después de la crisis del coronavirus.

Que se hayan reforzado los valores positivos de internet no obvia que se siga haciendo un mal uso de la red, según insiste, citando el incremento de los mensajes «maliciosos» que usan esta situación para atacar la seguridad, el crecimiento de la difusión de bulos por las redes, el lanzamiento de aplicaciones que no respetan la privacidad de los usuarios, o el aumento de algunas adiciones al juego on line o a determinados contenidos.

Pero, a su juicio, de esta experiencia «estamos aprendiendo y vamos a sacar conclusiones a la hora de enfrentar la vuelta a la nueva normalidad», y se muestra convencido de que esa normalidad será «muy distinta» gracias al uso de una tecnología «que redundará en una mejor calidad de vida, con menos desplazamientos, mejor comunicación y menos contaminación».

Pérez Subías se refiere a los cambios en el sector hostelero, donde tienden a desaparecer las cartas, las comandas o el pago en efectivo, o a la reestructuración «sin precedentes» que va a experimentar el comercio minorista tras comprobarse que las compras on line funcionan y derribarse algunas barreras «psicológicas» en ese sentido.

En el ámbito sanitario, y gracias a internet, se utilizará de forma intensiva la teleasistencia y el diagnóstico previo antes de acudir a un centro u hospital, según Subías, quien augura también una expansión masiva del teletrabajo.

Tiene también reivindicaciones para el Gobierno, y entre ellas un plan que permita afrontar de una forma ordenada y con indicadores la reducción de las brechas que se han vuelto a destapar durante los últimos meses y que afectan a los colectivos más desprotegidos y vulnerables.

La sociedad española ha aumentado de una forma exponencial sus competencias digitales durante el confinamiento; los niños «levantan la mano» desde casa para preguntar en clase; los mayores se suman a videollamadas en grupo; miles de personas practican rutinas deportivas; y las compras o pedidos por internet se han popularizado. Son cambios, según los expertos, que han llegado para quedarse.