El antes y después de la rehabilitación del 29 de octubre será como pasar del blanco al gris. Ese es el cambio más llamativo que se aprecia ya en las viviendas, que han sido rehabilitados -con una actuación integral en la envolvente del edifico y mejoras hidrotérmicas-, unos bloques que ahora lucen un blanco nuclear frente al gris casi negro de los que se mantienen casi sin mejoras desde los años 60.
Esta intervención urbanística afrontará en breve una nueva fase, que beneficiará a otras 132 viviendas, repartidas en 22 bloques. La Junta aportará 1,7 millones, el Ministerio de Fomento, 353.240 euros y el Ayuntamiento el resto, sobre un coste total de 4,1 millones de euros. El concejal de Urbanismo, Manuel Saravia, defiende que este tipo de actuaciones «es siempre difícil», e incluso en algunos casos «incomprendida y con resultados que solo serán significativos cuando se complementen bien con el plan social». Pero defiende que es una actuación honesta y decidida, «que hace frente al problema en toda su dimensión, sin eludir ningún aspecto, por problemático que sea.
Es más, apuesta por un urbanismo que mejore las condiciones de vida de los vecinos», detalla. Para ello, la Sociedad Municipal de Suelo y Vivienda (VIVA) ha puesto en marcha su propio plan social, que ahora se subordinará al diseñado por la Concejalía de Servicios Sociales, que conlleva que desde hace meses un mediador social y dos técnicos trabajen en la barriada para facilitar el desarrollo de la rehabilitación y atender a las necesidades de los vecinos. Pero también se están encargando de poner en marcha comunidades de vecinos y en «conseguir un mayor compromiso en el mantenimiento de los bloques y el entorno».
Otra parte importante del proyecto es la conversión del colegio Santiago López en un centro de iniciativas sociales, que se espera inaugurar en enero, aunque se reconoce que podría haber retrasos por los cambios en el proyecto.
alquileres. El Ayuntamiento también ha comprado varias viviendas en esta barriada para dedicarlas a alquileres sociales y para ofrecerlas a partir del mes de enero, mediante un convenio con la Universidad de Valladolid, a estudiantes «a precios módicos». El objetivo es lograr la incorporación de nueva población a estas áreas, para conseguir mezcla de edades y diversificar más el tejido social. «Se trata de que llegue al barrio gente joven y comprometida con su mantenimiento», explica Manuel Saravia.