"El beneficio de las vacunas está muy por encima del riesgo"

C. Tabernero (Ical)
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El vallisoletano Mariano Esteban, premio CyL de Investigación Científica y Técnica, asegura que las vacunas contra el covid-19 han demostrado que cumplen con las expectativas y confía en iniciar los ensayos clínicos de la suya "antes del verano"

El virólogo vallisoletano Mariano Esteban, a las puertas del CSIC. - Foto: JUAN LAZARO

En plena pandemia, su trabajo al frente del Grupo Poxvirus y Vacunas del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC le ha hecho merecedor del Premio Castilla y León de Investigación Científica y Técnica e Innovación por su dilatada labor en el estudio de “el desarrollo de vacunas para erradicar algunas de las enfermedades más mortíferas de la humanidad”. Mientras trabaja en una solución con una respuesta “más duradera que las de ARN mensajero” para acabar con la última, el covid-19, Mariano Esteban Rodríguez (Villalón de Campos, Valladolid, 1945) defiende la “seguridad y eficacia” de las vacunas desarrolladas hasta ahora y pide un “esfuerzo global” para acabar con el virus porque “la única manera de vencerlos es actuar rápidamente”. Reclama además la “atención necesaria al I+D” en España. "Necesitamos la ciencia como instrumento de desarrollo del país y ante otras pandemias que vendrán”.

¿Cómo recibió la noticia del premio?

Con enorme alegría por ser distinguido en mi propia Comunidad. Soy de Villalón de Campos y es un orgullo que mis conciudadanos me distingan con tan alto honor.

¿Con él se reconoce la labor de la virología, tan importante siempre pero que esta pandemia ha expuesto a la opinión pública?

Exactamente, porque parece que la virología la gente la ve como unos virus que son lejanos pero están con nosotros desde la misma existencia del hombre. Son los microorganismos más abundantes y tenemos que entender cómo actúan, su comportamiento, porque hay virus beneficiosos para el hombre y otros no, y hay que estudiarlos con la virología. Hasta ahora, en las facultades no se estudia como disciplina sino como una rama más de la microbiología, pero en estos últimos 30 años se ha avanzado como jamás en la historia para entenderlos como microorganismos que, por un lado, tienen funciones necesarias para la especie humana, pero hay otros que acaban con ella, como estamos viendo. Por eso es tan importante entenderlos y tratar de controlarlos.

Precisamente su labor al frente del Grupo Poxvirus y Vacunas del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC se enmarca ahora en la consecución de la primera vacuna española contra el COVID. ¿Cómo marcha ese proceso?

Este grupo se creó cuando vine de Nueva York, donde era catedrático en la Facultad de Medicina de la NYU, y con mi llegada el CSIC estableció un grupo de vacunas en el que llevamos trabajando mucho tiempo para conseguir la vacuna contra varias enfermedades, como el VIH, donde todavía no hemos conseguido ninguna eficaz. Pero sí contamos con algunas muy eficaces contra virus como el zika o el ébola, además de desarrollar procedimientos contra la leismania o la malaria. Tenemos una amplia experiencia en el desarrollo de vacunas y por eso, tan pronto como conocimos la secuencia completa del SARS-CoV2, empezamos a desarrollar una vacuna.

¿Qué va a aportar esta vacuna, con respecto al resto, en este proceso contra el covid?

Es una vacuna distinta, cuyo mecanismo de acción es diferente por la naturaleza propia del vehículo, y confiere una inmunidad más diferenciada. Tiene además ventajas de fácil administración, por ser muy estable a temperatura, pero la parte más relevante es lo que hace el vehículo: penetra en una célula y produce miles de copias de la molécula ARN mensajero. En Pfizer, el número de moléculas está limitado, pero en nuestro caso produce miles y miles, como una fotocopiadora, por lo que amplifica la señal y actúa como adyuvante para activar más la respuesta inmunológica del organismo. Y puede ser más duradera esta respuesta que la de las vacunas ARN mensajero, pero eso lo iremos viendo con el seguimiento.

¿Cuándo podrá estar disponible esta vacuna?

Esperamos conseguir pronto la aprobación de la Agencia Española del Medicamento para comenzar con las fases clínicas. Está producida por la empresa y solo nos queda cumplimentar todo el dossier clínico que nos exige la agencia, y una vez valorado y aprobado, estamos en contacto con varios hospitales para iniciar el reclutamiento de cara a empezar la fase clínica 1 para luego ir a la 2 y la 3 final. Nos gustaría poder iniciar la fase clínica antes de verano.

¿Por qué hay estas diferencias en los tiempos? ¿Afecta a la calidad de la vacuna la investigación, experimentación y fabricación tan rápida que se ha visto con las marcas que están ya inoculándose a la población?

No, nada de eso. Aquí nos ha aparecido una pandemia que está produciendo muertos y teníamos que utilizar todas las herramientas a disposición de las empresas y los grupos para buscar una solución. Se ha hecho un esfuerzo enorme por parte de los países, poniendo dinero para acelerar los procesos, y la sociedad también demandaba el desarrollo de vacunas rápidas, pero no se ha disminuido la vigilancia y, tan pronto aparecen casos, las autoridades toman acciones. Otra cosa es la explicación política, pero la sanitaria intenta explicar científicamente los beneficios de la vacuna en relación al riesgo. Hasta ahora, las que se han desarrollado han demostrado que cumplen con las expectativas y los beneficios. En primer lugar, seguridad, y luego eficacia. No es que se haya precipitado o se hayan saltado determinadas barreras, sino que se ha centrado el desarrollo sanitario para que las vacunas sean seguras y eficaces a la vez que rápidas. Y a la vista está de los resultados. Al cien por cien no hay nada, pero los porcentajes de incidencia del virus en población vacunada son bajísimos.

Ahora que está comenzando la vacunación masiva, ¿es esa la imagen de la esperanza?

Completamente. Estamos viendo que se está vacunando a nivel global. Que tengamos esto es un privilegio y una demostración de que la sociedad cumple con los objetivos si nos ponemos a trabajar todos, sector público y privado. Todo se puede criticar pero hay que ver el beneficio que se obtiene, que está muy por encima del riesgo o de la ventaja comercial. Eso es lo importante y concienciarnos de que tenemos que estar todos comprometidos y no podemos permitir que la gente se muera, porque el virus no entiende de fronteras. Tiene que ser un esfuerzo global.

Hablaba antes de la explicación política. ¿Ayudan poco las autoridades políticas con los cambios de criterio en la vacunación?

Creo que hay concienciación en los políticos de empujar en la dirección de ayudarnos a los científicos, porque estamos tratando de ayudar a la sociedad. Pero es cierto que, durante muchos años, España no ha prestado la atención necesaria al I+D y eso es un problema. Confiamos en que esto pueda cambiar, porque necesitamos a la ciencia como instrumento de desarrollo del país.

¿Cree que si algo ha traído bueno esta pandemia es la constatación de que no se puede dejar de invertir en investigación?

Exactamente, es lo terrible, que cuando no ocurren estas cosas lo ignoramos. Apareció el ébola y fue un sufrimiento porque no teníamos nada, ni salas de aislamiento, ni equipos para protegernos. Eso pasó y se descuidó, en lugar de establecer sistemas de vigilancia y dotarnos de los equipos necesarios por si ocurriese otra pandemia. Así nos ha llegado esta y de esto tenemos que aprender para evitar que estas cosas puedan volver a ocurrir, porque la única manera de vencer a un virus es actuar rápidamente, como se hizo con el SARS-CoV1 en 2003 o el MERS en 2012. Es la única manera: o abortas rápidamente que el virus se pueda extender, o te pasa como ha ocurrido aquí. El COVID apareció en Wuhan en diciembre y en enero ya estaba aquí, porque los virus no reconocen fronteras y viajan a una velocidad de vértigo hoy en día.

¿Cree que esto servirá de ejemplo? La sociedad, ¿realmente ha cambiado con el covid?

La sociedad se ha percatado de que es muy frágil. Somos muy vulnerables y ese es el punto de giro radical. Pensábamos que lo sabíamos todo y llega un virus, una entidad microscópica, y no podemos controlarla, penetra en las fronteras y en todo y la repercusión en vidas y a nivel económico es brutal. Las pérdidas son enormes en todos los sentidos. Hay miles de muertos, que es sin duda lo más grave, y miles de millones de dinero que no sabemos cuánto costará recuperar. Este virus ha machacado el sistema tecnológico y la industrialización de España y, a nivel social, también nos ha machacado. Y de eso hay que darse cuenta para que no pueda ocurrir una cosa igual. Hay que tomar medidas y la única forma es prevenir, porque vendrán otras pandemias.

Otro de los efectos de la pandemia ha sido la constatación de que el rural es también un medio que tiene muchos beneficios para el ser humano. ¿El suyo es un ejemplo de que hay que prestarle más atención porque en él hay talento?

Totalmente. Este del coronavirus es un problema ligado a todo, al clima y a la salud animal también, porque es de lo que vivimos. Si no lo protegemos, se inclina la balanza de un lado y tiene sus consecuencias. Por ello, las acciones tienen que ir encaminadas a cuidar la naturaleza como única manera que tenemos para reducir el impacto que todos estos cambios pueden tener en la vida humana y animal. Y en ello, el mundo agrícola es fundamental, porque es el que mantiene el ecosistema. Hemos abandonado el mundo rural, lo hemos dejado, y ahora la gente se está dando cuenta que la calidad de vida en los pueblos, más hoy con internet que te permite negociar desde Villalón de Campos con gente que está en Australia, es muy alta, y que tenemos que adaptar una nueva forma de vida. Es una nueva revolución de la forma y los hábitos de vida y ha venido para quedarse.

¿Qué debe hacer entonces Castilla y León, como comunidad eminentemente rural, para recuperar todo el talento emigrado?

Hay que recuperar el entusiasmo para que la gente joven no se vaya de los pueblos y conseguir así que más gente venga. Los pueblos tienen mucha riqueza: un sistema de vida tranquilo, un entorno favorable para la educación de los hijos… Pero estamos perdiendo escuelas, un buen sistema sanitario rural y los transportes, y eso no puede ser. Tenemos que abrir los pueblos y establecer planes de acción para recuperar actividades que se han ido perdiendo y que se pueden transformar en otras nuevas y más innovadoras, para atraer gente de otros países y que los jóvenes se queden.

¿Espera que este premio sirva de ejemplo en ese sentido?

Eso espero. Nací, me bauticé, fui monaguillo y estudié en la escuela de Villalón de Campos, donde tengo a mis amigos y conocidos de toda la vida. Esa es una riqueza que la gran ciudad no tiene. Además, hay valores muy importantes en los pueblos, en la vida rural, que hay que recuperar. Hemos estado viviendo de una forma muy acelerada y agresiva en las ciudades, pero tenemos que sosegarnos y tranquilizarnos para ser lo más creativos posible y generar formas de vida más sociales, abiertas y sin tanta competencia, donde se trate de ser más amigables y vivir todo lo mejor posible.