Una apuesta personal en una gastrotaberna

M.B
-

José María Villalonga, Koki, y Miguel Marcos, Kiko, nos abren las puertas de 'Hasta la peineta', muy cerca del Museo de Escultura

Pablo, en la cocina de 'Hasta la peineta'. - Foto: Jonathan Tajes

Detrás de ‘Hasta la peineta’ están José María y Miguel. Aunque la mayoría les conocen como Koki y Kiko. Ambos apostaron hace siete años por un negocio, en forma de gastrotaberna, que compaginaron en sus inicios con sus trabajos, en el ocio nocturno, en el mundo de la telefonía e incluso en el de la aviación, en el aeropuerto de Villanubla. Estamos hablando de hace siete años y de unos comienzos en una ubicación diferente a la actual. «Abrimos en Rondilla de Santa Teresa, donde se había quemado antiguamente la discoteca Siete Siete», recuerda José María Villalonga, más conocido como Koki. En su apertura recibieron el asesoramiento de Carlos Prieto, hoy al frente de La Barra del Indiano, para su carta y su cocina. 

Al año cambiaron de local y se mudaron a donde se encuentran ahora, en Cadenas de San Gregorio, 10, muy cerca del Museo de Escultura.

Mantuvieron un nombre que tiene cierto toque andaluz y, como suele pasar en estos casos, una historia por detrás. «Sinceramente estaba con unos familiares y estábamos hablando del trabajo, hasta que una prima comentó lo de la ‘peineta’. A mí me gusta mucho el tema andaluz y pensé en ‘hasta la peineta’. Al día siguiente lo registramos. Es una frase que tienen muchos significados y que se puede usar en diferentes ámbitos. Recuerdo que hubo gente que nos dijo que qué locura ponerle ese nombre y ahora otros nos preguntan si somos una franquicia», señala Koki.

El éxito en su nueva ubicación les hizo centrarse ya en la hostelería, dejando el resto de sectores en los que diversificaban su tiempo. De hecho, ahora, José María tiene, con otros socios, el ‘Miguel Ángel, barra y mantel’ en Parquesol. Y Miguel, con otros, el ‘Sala de estar’, entre Bajada de la Libertad y Cantarranas. 

Hasta la peineta es una gastrotaberna, «con una amplia carta, donde se apuesta por la comida tradicional y casera, con un toque actual». Cuenta con un menú diario entre semana, con cuatro primeros, cuatro segundos, postre y bebida por 12,5 euros; y uno de fines de semana, con tres propuestas de primeros y tres de segundos, un poco más elaborados, por 20 euros. Además, tiene una carta de comedor y de picoteo, donde resaltan las rabas de Santander, con cierto truco, las patatas bravas («de Cubillas y peladas a mano aquí»), el cachopo, las hamburguesas... «Hemos apostado por la cocina apta para celiacos, con preparaciones aparte para no mezclar productos, por cerveza y pan sin gluten, por la leche sin lactosa... cada vez hay más intolerancias alimentarias», apunta Koki.

Además, en su amplia oferta tienen arroces por encargo, como el meloso con bogavante o la paella mixta. Y unos postres caseros donde destaca la tarde de queso de Pablo, uno de los dos cocineros que, junto a Adrián, se encarga de los fogones detrás de un cartel que reza: «Cuidado, zona reservada para genios».

Abierto todos los días de la semana menos los domingos por la tarde y los lunes, tiene un aforo para 64 personas más una terraza con 14 meses, que este invierno contará con calefacción, luz, sombrillas y mamparas para hacer más llevadera la climatología.

‘Hacer lo mejor en la cocina para que te sientas el mejor en la mesa’. Esa frase se puede leer en cada uno de los manteles de ‘Hasta la peineta’, que se ha caracterizado también por sus cuidadas tapas gratis con la consumición, con salmorejos en verano, guisos ya en octubre, huevo frito los viernes y paella los domingo... «El ingrediente secreto es la pasión».