Pequeñas en su condición, pero grandes, muy grandes, en su sentido, son las pequeñas cosas que dan esperanza y futuro a la vida en el medio rural. Un soplo de aire fresco que en los últimos años han recibido los vecinos de Valverde de Campos, Pozuelo de la Orden, Herrín de Campos, Cuenca de Campos y Santervás de Campos, todos en el maltrecho norte de la provincia, al ver cómo a escasos metros de sus casas abrían un pequeño supermercado donde poder hacer las compra diarias sin tener que desplazarse a otros municipios más grande.
Como cada mañana, el veterano vecino de Valverde de Campos Paulino Blanco es uno de los primeros en comprar el pan en la tienda ubicada en las escuelas infantiles, que, después de ser lugar para la educación de los más pequeños, han recuperado su utilidad para acoger un importante servicio cambiando alumnos por toda clase de alimentos.
Tras el consabido buenos días, Paulino, sin pedirlas, recibe sus piezas de pan de manos de Rosa María Rodríguez, quien a sus 39 años es la responsable de la tienda «como una salida profesional» que valora positivamente, «aunque sería mejor si hubiera más clientes y más compras».
Mientras paga, Paulino no duda en destacar la importancia de la iniciativa «porque tenemos una familia más y porque tenemos una tienda donde ir a comprar sin desplazarnos». Para el veterano vecino «es un servicio que no es pagado con dinero, porque no creo que a la familia la quedemos mucho», por eso «tenemos que hacer porque no desaparezca».
Por su parte Rosa María explica que los precios están muy ajustados y la tienda sola no da para vivir, siendo una ayuda a los ingresos sacados del bar del pueblo, que lleva su marido. La Diputación de Valladolid ha hecho posible el regreso a los pueblos de este tipo tradicional de tienda, donde se conocen los gustos de los clientes, a los que se le da un trato familiar. Algo que sabe muy bien David Tejerina y Sofía García, joven matrimonio que ha buscado también una salida profesional en la tienda y el bar de Pozuelo de la Orden.
«Cuando más se nota es en verano, ahora el pan y poco más» explica David, quien no duda en abrir la tienda para atender a un vecino al que se le ha acabado la sal, el aceite o el arroz. Por eso, el veterano vecino Faustino Calderon valora mucho un servicio con el que «no tenemos desplazarnos y nos ahorra gasolina y tiempo».
Faustino reconoce que «los vecinos sí que compramos, lo que pasa es que somos muy pocos», a pesar de que la tienda también recibe clientes de Cabreros y Cotanes. Sin embargo, todos han ganado con un servicio que cada 15 días pone atractivas ofertas y que ha permitido que los domingos haga llegar al pueblo pan del día, algo que, en su posible insignificancia, supone un nuevo motivo por el que un grupo de hombres y mujeres mantengan el firme convencimiento de seguir viviendo en un espacio al que les une la familia, los recuerdos, la historia y la tradición.