«Las diputaciones, ahora, creo que carecen de sentido»

M.Rodríguez
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El expresidente de la Diputación de Valladolid, Francisco Delgado, considera que las tal y como las ve ahora carecen de sentido

«Las diputaciones, ahora, creo que carecen de sentido - Foto: Jonatan Tajes

¿Qué supuso ser alcalde y luego presidente de la Diputación al principio de la andadura democrática municipal?

Fui presidente de la Diputación en 1983. Este periodo difiere mucho del inicial, después de las elecciones del 1979, porque pasaron dos cosas entre medias que son claves en la historia de España: hubo un intento de golpe de Estado en 1981, que no fue un tema menor, y ganó las elecciones el PSOE en 1982. Cuando llego a la Diputación ya vivimos en otros país, diferente, en el que la prueba de la democracia o del riesgo de la vuelta de la dictadura ha desaparecido. Además, la victoria socialista da la vuelta a una situación que había que poner a prueba y que era qué pasaba en España si había un Gobierno de izquierdas. Evidentemente no solo pasó nada sino que el desarrollo de muchos aspectos en el país fueron claves en el devenir de todo el desarrollo económico, político y social que hubo. Esto hizo que mi periodo en la Diputación tuviera otro atractivo más pragmático.

¿Cómo era la Diputación en ese momento?

En el año 79 la Diputación no se normalizó en participación democrática. Si se normaliza en términos democráticos pero no en participación porque la Ley Electoral hizo que a pesar del resultado del PSOE era de un alto porcentaje la representación que tuvo en la institución fue inexistente. La primera legislatura fue de arrastre, de continuidad de lo que había habido con anterioridad. Yo me encontré una Diputación que había que modernizar, actualizar y poner en consonancia con los tiempos que se estaban viviendo.

¿Qué le faltaba?

Básicamente creo que le faltaba la conexión con los pueblos, que de verdad sintieran que la Diputación servía para algo. Ese era el primer reto. Lo segundo era democratizar la distribución económica, de los famosos planes provinciales que siguen existiendo. Tenían que dejar de ser dineros del partido político que gobernaba o del presidente de la Diputación, que lo asignaba, a veces, sin criterio. Y lo que hicimos fue normalizar su funcionamiento, además de empezar a desarrollar nuevos servicios, que muchos de ellos se han mantenido a lo largo de los años, como los servicios sociales. También se mejoraron los servicios de recaudación y de asesoramiento a los municipios. En el fondo, lo que hicimos fue actualizar y modernizar. Y hacer que lo que ya era normal en el funcionamiento de los pueblos, desde el punto de vista democrático y de gobierno, lo fuera también en la Diputación.

¿Siguen siendo necesarias hoy en día las diputaciones?

Creo que las diputaciones a lo largo de estos años no han revisado sus tareas. Soy crítico y creo que no lo han hecho porque no ha existido inercia política para hacerlo y actualizar su papel. Y también porque las comunidades autónomas no han sido capaces de descentralizar servicios que seguramente hubieran sido más eficientes en las diputaciones que en los gobiernos regionales. Al final se han quedado un poco en un terreno de nadie, con un papel menor, y tal y como las veo hoy en día creo que carecen de sentido. A cualquier ciudadano que se le pregunte por la calle que qué piensa que hace su Diputación, si es de un pueblo pequeño de la provincia dirá que ayuda a su ayuntamiento, pero si es un ciudadano un poco más del mundo no creo que sea capaz de definir qué hace esta institución, algo que no pasa con el Ayuntamiento o con el gobierno regional. Las diputaciones han caído en la autocomplacencia de seguir haciendo lo que hacían hace muchos años, no han estructurado un nuevo papel.