El barco de vapor de Jacinto Peña

Jesús Anta
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El navío tenía más de trece metros de eslora y capacidad para transportar hasta 70 personas

Vista parcial del barco. - Foto: Archivo Municipal

En 1883 comenzó a navegar por el Pisuerga un barco de vapor. Aquello fue todo un acontecimiento, pues era la primera nave de esas características que seguramente viera la mayoría de la población. Se trataba del vapor Miguel Íscar, de algo más de 13 metros de eslora y casi 3 de manga, adornado con coloridas banderas y con capacidad para transportar hasta setenta personas. Era un barco de recreo que durante seis años surcó las aguas del río durante los meses de verano. El nombre del barco, por deseo de su armador, rendía homenaje al alcalde Miguel Íscar que había fallecido hacía tres años.

El vapor se armó en Las Moreras y el 23 de mayo de 1883 fue botado entre los acordes de una orquesta que iba a bordo, y las aclamaciones y vivas de una inmensa multitud, que le despidió desde la orilla. 

Estableció su recorrido desde las Moreras hasta el restaurante o merendero Biarritz, en las inmediaciones del puente de Hierro o Colgante. Aquel establecimiento estaba más o menos donde actualmente se halla el restaurante La Goya. El merendero ofrecía toda clase de comidas y meriendas, así como vinos, licores, refrescos y cervezas. Y para mayor distracción de los parroquianos, disponía de un juego de bolos, brochas y otros entretenimientos.

Imagen del barco surcando las aguas del Pisuerga.Imagen del barco surcando las aguas del Pisuerga.El viaje, según un anuncio del año 1885, costaba treinta céntimos ida y vuelta para los adultos, y veinte si solo era de ida.

Tuvo una efímera vida, pues un desalmado le prendió fuego el 6 de junio de 1888 y quedó completamente destruido. Fue detenido un sospechoso pero al perecer no pudo demostrarse su culpabilidad. Quizá su armazón de hierro esté enterrado bajo el lodo del fondo del Pisuerga.

Hasta ahora nadie ha publicado imágenes de este barco. El fabricante envió el dibujo del vapor que ilustra este artículo y que, provisionalmente, lo bautizó como “Pisuerga”. Se conserva en el Archivo Municipal y aquí se muestra una vista parcial. Tampoco se había publicado una fotografía del mismo: la aparece en este artículo está tomada del expediente Municipal para la declaración de los puentes Mayor y Colgante como Bienes de Interés Cultural.

Detrás de esta exótica aventura naviera está Jacinto Peña, que además de su actividad profesional, era un aficionado a las barcas. Suyos eran dos pequeños barcos que competían en las regatas que tradicionalmente se celebraban por las Fiestas de Septiembre. 

Jacinto Peña era un promotor muy activo en obras municipales. Entre las muchas obras de las que resultó adjudicatario destacan la construcción del mercado del Campillo de San Andrés (que abrió sus puertas en 1880), el pedestal de la estatua de Cervantes, varios tramos para el soterramiento de la Esgueva, y un largo etcétera.

Era una persona muy popular y en 1881 ya sonaba su nombre para concejal, pero esperó unos años hasta estar algo más desahogado de sus negocios para entrar en política. Fue un concejal muy activo y su entrega le llevó a que en 1894 fuera nombrado Visitador Principal de Ganaderías y Cañadas de la Provincia. También ejerció de inspector de Mercados, en cuyo desempeño decomisó en varias ocasiones panes que se vendía por debajo de su peso, algo muy castigado en aquellos tiempos en los que el pan era la base de la alimentación de las clases populares.

Evitar la competencia

El 13 de abril de 1882, Jacinto Peña dirige el siguiente escrito al Ayuntamiento para que le concedieran la correspondiente licencia: «Que habiendo adquirido un barco de vapor con máquina de seis caballos de fuerza construido con todas las condiciones de solidez apetecibles y con sujeción al adjunto plano y deseando dedicarle al servicio del público en el río Pisuerga, por un módico estipendio, puede el pueblo disfrutar de un paseo fluvial, lo que a su juicio será un nuevo atractivo en esta Capital».  En julio de 1883, de nuevo escribe al Ayuntamiento indicando que el coste de montar el barco fue mucho mayor de lo previsto, y que para paliar este gasto «que hace difícil el sostenimiento de la actividad del barco, y teniendo en cuenta que el barco contribuye al embellecimiento de la ciudad, sobre todo en tan pintorescas riberas  del río»,  pide que se le conceda la exclusividad de navegación en el trayecto entre las Moreras y el puente Colgante, de tal manera que ninguna otra nave de vela o vapor pueda surcar las aguas del Pisuerga en dicho tramo. Peña piensa que con esa exclusividad el negocio sería viable. El Ayuntamiento no accedió a sus pretensiones.