'Vicente Escudero. Bailarín y bailaor' se clausura el día 27

ICAL
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La faceta de pintor es la que se quiere destacar en la muestra, en la que se descubre que Escudero no fue un pintor al uso

Vicente Escudero. Bailarín y bailaor se clausura el domingo

El próximo domingo se clausura en la Sala municipal de exposiciones de la Casa Revilla de Valladolid la exposición ‘Vicente Escudero. Bailarín y bailaor. Testimonios de un creador vallisoletano y universal’ en la que se analiza la figura a este vallisonetano universal, con una dimensión más profunda, y en la que puede contemplarse la importancia y la trascendencia profesional y mediática del bailarín en las décadas de los años 20 a los 50 del siglo pasado.

En la exposición se pueden ver también recortes de prensa nacional e internacional, programas de mano de los grandes teatros, una selección de documentales y películas en las que participo, sin olvidarse de su vida, de su decálogo, de sus amigos y sus frustraciones

Bailaor, bailarín, coreógrafo, pintor, escritor, cantaor, conferenciante y actor, Vicente Escudero fue un hombre del Renacimiento en pleno vanguardismo del siglo XX. Fue un bailaor excepcional que recuperó, las esencias del primitivo baile flamenco. Montó la obra cumbre de la música española, ‘El amor brujo’ del maestro Falla. Gozó como pintor de la amistad y el respeto de los artistas que abrieron de par en par las puertas de la modernidad en las artes plásticas. Su prosa era amena y precisa. Pocos conocían el abanico de cantes flamencos como él. Como conferenciante, subyugaba por la seriedad de sus planteamientos y los rasgos de humor con que salpicaba sus charlas. Decía muchas verdades que no a todos gustaban. Como artista tenía ese magnetismo personal que distingue a los genios.

Vicente Escudero (Valladolid, 1888 – Barcelona, 1980) actuó por los escenarios de todo el mundo. Su interpretación del flamenco era fiel a la pureza de la tradición, siguiendo con respeto la técnica y normas de este baile. En su Decálogo, que da a conocer en la sala ‘El Trascacho’ de Barcelona en 1951, sentó las bases del baile flamenco puro. Comenzó a bailar siendo niño en Valladolid, y aunque su formación fue totalmente autodidacta, fueron muy importantes las enseñanzas que recibió de Antonio de Bilbao. Siendo todavía un joven, se trasladó a París y a partir de ese momento recorrió los escenarios de Europa y América con su arte.

Pero Vicente Escudero no sólo dedicó al baile su capacidad artística, sino también virtió su talento en el cine, la literatura, la pintura y el dibujo. Así escribió libros como ‘Mi baile’, ‘Pintura que baila’ y ‘Arte flamenco jondo’. La faceta de pintor es la que se quiere destacar en la muestra, en la que se descubre que Escudero no fue un pintor al uso.

A través de los dibujos de la muestra se podrá descubrir a Vicente Escudero como un artista infrecuente y rompedor, un creador que para manifestarse necesita ver en su imaginación lo que luego pintará. No se detectan rasgos de enseñanza académica en sus obras, pero sus trazos denotan una gran capacidad para representar los movimientos, las coreografías, las actitudes de los bailarines, así como su sentido del color. Un dibujante sin técnica ni teoría. Un pintor de impulsos e intuiciones.