Empieza una nueva era

M.R.Y. (SPC)
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La marcha de Merkel tras 16 años al mando del Gobierno cierra un capítulo en el país y abre otra etapa en la que la socialdemocracia recupera el poder al frente de una alianza inédita

Olaf Scholz (c) será el nuevo canciller gracias al apoyo de Los Verdes y los liberales, con los que formará un tripartito conocido como ‘coalición semáforo’. - Foto: Reuters

Aunque hace ya tres años que anunció que no volvería a presentarse a las elecciones y esas primeros comicios sin ella en casi dos décadas ya se han celebrado, la salida de Angela Merkel del Gobierno y de la política sigue siendo un capítulo por cerrar en Alemania. Será en los próximos días, cuando la todavía canciller en funciones dará carpetazo a una etapa de más de tres lustros y ceda el mando del Ejecutivo de Berlín al progresista Olaf Scholz.

Será el cierre de un círculo, puesto que el Partido Socialdemócrata (SPD) recuperará el poder 16 años después -Merkel accedió al cargo tras ganar en 2005 a Gerald Schröeder, del SPD-, pero lo hará de la mano de dos socios con los que formará un inédito tripartito, Los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP). Dos situaciones que abren un futuro incierto en Alemania: el cambio de signo en el Ejecutivo después de tres lustros con los conservadores al mando y la llegada de la llamada coalición semáforo -por los colores de las formaciones que la componen-, en la que la lucha interna entre sus socios hace temer una inestabilidad política en una nación acechada por el coronavirus.

Y es que la expansión de la cuarta ola de la pandemia en la nación germana será la primera preocupación para un Gobierno que deberá decidir si continúa con la política iniciada por Merkel para contener la COVID-19 o decide estrenarse dando un golpe sobre la mes e implanta nuevas restricciones que pueden generar el descontento entre la ciudadanía.

Entre los planes de Scholz está imponer la obligatoriedad de la vacuna a partir de febrero ante el bajo porcentaje de inmunizados en el país -no alcanza el 70 por ciento- y el escaso recibimiento a mensajes desalentadores como el del ministro de Sanidad en funciones, Jens Spahn, quien avisó que «al final del invierno, los ciudadanos estarán vacunados, sanados o muertos».

Atreverse a un mayor progreso fue el lema elegido por la alianza al presentar su acuerdo de Gobierno en alusión a la necesidad de modernizar Alemania desde la perspectiva de la transición a una economía verde.  

 

Duelos internos

La andadura de este nuevo Gabinete comienza con algún que otro tropiezo por los desencuentros entre las tres formaciones a la hora de repartirse los ministerios y en el seno de los propios partidos. Finalmente, el SPD, que obtuvo un 25,7 por ciento de los votos en las elecciones de septiembre, estará al frente de siete departamentos; a Los Verdes -14,8 por ciento- corresponden cinco y el FDP -11,5- tendrán cuatro. Curiosamente, los socialistas no dirigirán ninguna de las grandes carteras económicas, a pesar de que Scholz es ministro de Finanzas en funciones. En el cargo le sucederá el líder de los liberales, Christian Lindner, mientras que el nuevo superministerio de Economía y Clima estará en manos de Robert Habeck, colíder de los ecologistas. 

La desconfianza de los de Lindner  con quienes serán sus aliados se ha manifestado en todas las negociaciones. De hecho, el liberal insiste en que el Gobierno será «representante del centro político», mientras Los Verdes mantienen la tendencia «progresista» del Gabinete. No es la primera vez que existe ese recelo: el FDP rompió el diálogo con la CDU en 2017 para formar un Ejecutivo alegando que «es mejor no gobernar que gobernar mal».

Pero más allá de los desencuentros entre los socios, dentro de los partidos también existen profundas diferencias. De hecho, la designación de los ministros en Los Verdes ha causado una grieta importante en su cúpula. Y en el SPD se teme que Scholz, quien ya se ha ganó fuertes críticas del ala más progresista de su partido por sus posiciones centristas, pueda imponer una tendencia moderada que acabe fracturando al partido en el corto plazo. El tiempo lo dirá.