Cuatro décadas de estabilidad y alternancia en Valladolid

M.Rodríguez
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La estabilidad ha sido la tónica dominante en el Ayuntamiento de Valladolid, donde solo ha cambiado tres veces de mano el bastón de mando. La política municipal, tras dotar de servicios a la capital, mira ahora hacia el alfoz para mancomunar servicio

Cuatro décadas de estabilidad y alternancia en Valladolid

Valladolid ha experimentado un gran cambio social, económica y urbanístico en las últimas cuatro décadas. Las carencias de la ciudad de  1979 eran enormes y el listado de prioridades al que se enfrentó el primer equipo de Gobierno salido de las urnas en las elecciones municipales del 3 de abril estaban bastante claras.  El alcalde socialista, Tomás Rodríguez Bolaños, asumía el reto de dotar de infraestructuras básicas y servicios públicos a la capital. En esos años, sin un sistema de financiación local definido, las arcas municipales destinaban más del 50  del presupuesto al pago de su personal. Los nuevos gestores  fijaron la prioridad en  la actuación en los barrios periféricos y en la construcción de zonas verdes, aunque todas las actuaciones estaban condicionadas por la premisa de unos recursos «limitados». 

Una situación crítica para las arcas municipales que recordó hace unas semanas el actual alcalde, el también socialista Óscar Puente, durante el homenaje que la Federación de Municipios y Provincias (FEMP) rindió  Rodríguez Bolaños, fallecido el pasado mes de noviembre. «Entonces no había techo de gasto, pero había muy poco dinero que gastar», apuntaba. Un panorama muy distinto al que vive hoy en día el Ayuntamiento, con unas cuentas saneadas, pero con una gestión limitada por el control del Gobierno central. 

La financiación ha sido el caballo de batalla de los tres alcaldes que ha tenido la capital en este tiempo. Tomás Rodríguez Bolaños, durante 16 años; Javier León de la Riva, durante 20 años, y ahora Óscar Puente han reclamado más dinero y definición de competencias. Los tres, además, han tenido un papel destaco en sus partidos y en la propia FEMP, y se han mostrado críticos con esta carencia. Además, en el caso concreto del Ayuntamiento de Valladolid esta situación es más sangrante porque ha conseguido salir de la crisis sin ver sus cuentas intervenidas, como sucedió en otros consistorios, y con una rebaja sustancial de su deuda, que ahora mismo está muy por debajo de lo exigido por ley.

cambios. El cambio experimentado en el Consistorio vallisoletano en estos años es radical. En la primera Corporación solo había tres  mujeres. Dos eran del PSOE, el partido que ganó: Pilar García Santos, concejala de Cultura, que falleció en verano de 2012; y Pilar Fol, que se ocupó del área de Deportes. La otra fue Victoria Alonso Cortés, de UCD, aunque no formó parte del equipo de Gobierno. Fol recuerda que era la primera vez que entraba en un ayuntamiento y que lo hizo para tomar posesión como edil. «Hicimos las cosas como pensábamos que las teníamos que hacer. Nos movía un ansia de cambio social y de acercar las instituciones a los ciudadanos», recuerda. Ahora con la perspectiva de estas cuatro décadas apunta que nota a la gente «más despegada de la actividad municipal y que se pide más que se colabora».

En este sentido, el que fue alcalde durante dos décadas, Francisco Javier León de la Riva, reclama más reconocimiento para los alcaldes, no solo de los ciudadanos sino que también por parte de los propios partidos políticos y el Gobierno central. «Hay personas que han tenido una larga y fructífera experiencia al frente de los ayuntamientos y habría que haberlo aprovechado mejor en la cámara territorial por excelencia que es el Senado». De la Riva mantiene su reclamación de que el Gobierno y las comunidades autónomas deben dotar de la suficiencia financiera necesaria a los municipios y lamenta que todavía sea una «asignatura pendiente».

mancomunidad urbana. En esta evolución del municipalismo en la capital ahora juega un papel todavía incierto la nueva Mancomunidad de Interés General Urbana (MIG) de Valladolid. Para el actual es  «una herramienta que acaba de nacer, a la que hay que dotar, ponerla en marcha y rodarla. El tiempo nos dirá que capacidad de actuación tiene. Lo que está claro es que por algún sitio había que empezar. Se ha roto la dinámica del club de amigos de libre entrada y salida. Ahora ya hay unos mayores compromisos y algo más de financiación».