Iveco, Renault, Michelin... Negociar en tiempos de crisis

Óscar Fraile
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Iveco afronta el nuevo convenio como tabla de salvación para evitar despidos, mientras que Renault lo hará a final de año, en mitad de un plan de recortes de la compañía, y Michelin salvó ese trámite antes de la pandemia

Iveco está inmersa en la negociación del convenio. - Foto: Ical

La cuarta reunión entre Iveco y los sindicatos sirvió para avanzar en unas negociaciones que parecían estancadas hasta entonces, pese a lo importante que es para todos llegar a un acuerdo. Sobre todo porque ambas partes saben que, de no hacerlo, hay puestos de trabajo en peligro. Así de clara fue la empresa cuando aceptó empezar a negociar como alternativa al expediente de regulación de empleo extintivo que planteó para reducir una plantilla que considera «sobredimensionada», teniendo en cuenta la demanda actual de un mercado herido por el coronavirus.

Los propios trabajadores reconocen que no es el mejor escenario para negociar ni para exigir mejoras. Para ellos el partido está para salir a empatar e intentar no perder muchas plumas en el envite, después de que la empresa anticipara que será necesario tomar medidas económicas que mejoren su competitividad. En otras palabras: reducción de costes.

Por eso la primera estrategia de los sindicatos ha sido establecer una serie de «líneas rojas» que, según asegura, no permitirán que se traspasen ante un primer planteamiento de la empresa que consideran «agresivo».

Una de ellas, quizá la más importante, es reducir la plantilla. Iveco tiene en Valladolid unos 940 empleados, lejos de los 1.400 de tiempos mejores. Los sindicatos consideran que perder más efectivos pondría en peligro la viabilidad de la planta en cuanto el Grupo CNH plantease una reestructuración de su negocio. La segunda línea roja es la antigüedad. Iveco quería limitarla a ocho trienios. Es decir, que a los 24 años de estar en plantilla ya no se genere más, pero los trabajadores no están por la labor, conscientes de los perjuicios económicos que eso supone para cada empleado. Finalmente la empresa ha renunciado a esta petición, lo que servido para acercar posturas.

Lo que sucede durante estos días en Iveco podría ser un espejo de lo que está por venir en Renault. La firma del rombo tiene que negociar su convenio colectivo a finales de año, y lo hará después de que la compañía haya anunciado un plan de ajuste para reducir 2.000 millones de euros en gastos fijos en tres años, lo que implicará una reducción de plantilla de 14.600 empleos, 4.600 en Francia y 10.000 en el resto del mundo. Aunque desde Francia se ha garantizado la continuidad de las plantas españolas, estas fábricas no están exentas de estos recortes.

No toca. Por eso los sindicatos consultados por este periódico no quieren oír hablar todavía del convenio. Hay muchas cosas que resolver antes, pero ya saben que, probablemente, también les toque jugar el partido en un terreno de juego embarrado. Antes de esa fecha se debería despejar la incógnita de cómo afectarán los planes de la multinacional a España y el efecto que tiene el plan de apoyo al sector presentado por el Gobierno esta misma semana. Eso sí, fuentes sindicales señalan que, sea cual sea el escenario, se defenderán con firmeza los derechos de los trabajadores.

Muy diferente es la situación en Michelin. En febrero se firmó el nuevo convenio, con un periodo de aplicación, con carácter retroactivo, que va desde el 1 de enero de 2019 a 31 de diciembre de 2022. No fue nada fácil llegar a un acuerdo tras 15 reuniones, pero, visto con perspectiva, los trabajadores consideran que se firmó un buen acuerdo y en un buen momento. «Ya considerábamos que era positivo antes de la crisis de la covid-19, porque reflejaba aspectos importantes, como la consolidación del empleo y dar salida a los mayores con contratos relevo, pero ahora vemos que es mucho mejor de lo que creíamos», reconoce Fernando Fuentes, de UGT. Algunos de los aspectos que recoge el convenio son un aumento salarial del 1,25 por ciento para este año, congelación para el siguiente y subida del 1,5 por ciento en 2022, además del compromiso de hacer indefinidos a los temporales a los doce meses, entre otras cosas.

Según él, todas las crisis afectan a las negociaciones. «Es muy complicado, porque nadie puede abstraerse de la situación económica», señala. En cambio, las épocas de bonanza no se tienen tan en cuenta. «Las empresas siempre tienen por dónde apretar», dice.

Michelin vive inmersa en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo cuyo periodo de aplicación se prologará hasta el 15 de septiembre, si bien es cierto que las perspectivas han mejorado en los últimos días. Después de parar la primera semana de junio, es probable que en lo que queda de este mes y en julio no haya que hacerlo más, según fuentes sindicales.