El tercer tiempo de los deportistas

Manuel Belver
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El Fogón llega esta semana hasta el restaurante El Barco, con su arroz meloso con rabo de toro

El tercer tiempo de los deportistas - Foto: Jonathan Tajes

Entrar en el Barco es hacerlo en uno de los templos del rugby de la ciudad. Principalmente porque es la sede de uno de los dos clubes que dominan el deporte del oval a nivel nacional, el VRAC. Su decoración no deja lugar a ninguna duda, con escudos, banderas y fotos de algunas de las gestas de los rugbiers. Pero en este establecimiento situado en la Plaza del Salvador es habitual encontrarse con integrantes del resto de deportes de Valladolid... con jugadores del CBC Valladolid, el Atlético Valladolid o el Real Valladolid. Sus paredes han visto celebrar terceros tiempos –una tradición del rugby en la que los contrincantes se reúnen tras el partido para compartir una bebida y una comida– de la mayoría de los deportes de una ciudad destacadamente deportiva.

Pero el Barco es algo más. Mejor dicho es mucho más. Abrió sus puertas hace cuatro años de la mano de los Luíses, Luis Díez y Luis López, que ya contaban con otro negocio de similares características muy cerca y buscaban algo más grande. Así apareció este local de dos plantas, con una capacidad de unos 40 comensales en la parte alta;y de una decena más en la baja; además de otros 56 en una amplia terraza que da a la plaza. «El nombre no surgió por nada en especial. Teníamos algunos platos ya de la etapa anterior con ingredientes que pueden recordar al mar, con el arroz con carabineros, pero tampoco tiene un especial significado», asegura Luis Díez, de sobra conocido en el mundo de la hostelería, ya que durante años ha estado al frente de diferentes negocios de ocio nocturno. Él es el alma máter del Barco. Tan pronto está hablando con los clientes tomando un café, como sirviendo unos vinos detrás de la barra o en la cocina, preparando alguno de los platos más conocidos de este local. Junto a él, en los fogones están Soraya y Biurika. Por eso, ante la pregunta de qué tipo de gastronomía destaca en el Barco, no lo duda y responde tal cual es él: «Aquí se come lo que nos gusta». Es decir, arroces, cachopos, rabas y dentro de poco chuletones. «A mí siempre me ha gustado la cocina, pero la normal y la rica. Nada de esferificaciones o cosas similares. Lo de siempre», argumenta con sus dos metros de altura y una voz dura.

Así, desde que abrió sus puertas los arroces son una de las principales especialidades de la casa. El de carabineros tiene historia y años. Pero el meloso con rabo de toro es uno de los que más éxitos les está dando. A su lado, ‘pelea’ con el cachopo, de origen asturiano, pero que ha encontrado un hueco entre su clientela: «El nuestro es el de jamón con queso viejo de oveja».

Aunque pueden tener menús para grupos, «que es lo que mejor funciona en la planta de arriba, al estar separados de la barra», funcionan con una carta que apenas ha sufrido cambios desde su apertura: «Parte de nuestro éxito es que se come bien por un precio medio. La relación calidad-precio es una de las llaves de que el negocio vaya bien. Aquí por 25 euros se puede comer muy bien».

Abren todos los días de la semana, desde las nueve de la mañana y hasta las once de la noche de domingo a viernes, y hasta las doce y media los sábados. Y su nombre se conoció un poco más en las pasadas fiestas por ser los primeros en no usar nada de plástico en su caseta de la Feria de Día: «Es una vergüenza que se nos llene la boca con el tema del planeta y del ecosistema, y cuando llegan las Ferias de la ciudad los políticos toleren que se use esas cantidades de plástico. Lo digo así por no decirlo de otra forma menos correcta».

Barco es deporte, es rugby, es balonmano, es baloncesto, es tercer tiempo... y cada vez que hay un partido, del deporte que sea, reúne a sus aficionados en torno a sus televisores o a un arroz meloso con rabo de toro o a un cachopo. Porque el deporte y la gastronomía maridan a las mil maravillas.