Valladolid tiene registrados 142 pisos turísticos

O. Fraile
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La Junta ya tiene registrados en Valladolid 142 establecimientos de este tipo que han presentado una declaración responsable y pueden operar de forma legal, frente a los cuatro que había hace casi tres años

La eclosión de los pisos turísticos

Los pisos de alquiler turístico han irrumpido en los últimos años en este sector de una forma un tanto abrupta. La falta de regulación disparó la competencia desleal que ejercían particulares que alquilaban habitaciones de sus viviendas frente a los negocios establecidos legalmente, y sometidos al pago de impuestos y otros gastos de funcionamiento. Las quejas del sector obligaron a las administraciones públicas a intentar sacar esta actividad económica del limbo legal en el que se encontraban.

En febrero del año 2017 la Junta aprobó una normativa para regular el funcionamiento de estos alojamientos. El citado Decreto dicta que los dueños de viviendas a las que pretendan dar un uso turístico deben presentar previamente una declaración responsable en la que manifiesten que cumplen con todo los que exige la Ley en materia de servicios, seguridad, etcétera, sin perjuicio de que en el futuro ese establecimiento pueda ser sometido a las inspecciones correspondientes. Pues bien, a fecha 31 de diciembre de 2018 había 142 pisos turísticos en Valladolid que habían presentado esta declaración, aunque solo 18 de ellos están inscritos en el Registro de Turismo de Castilla y León, según los datos aportados por la Consejería de Turismo. El resto están pendientes de diversas verificaciones por parte de la Junta, aunque pueden operar de forma legal.

Estos 142 pisos en Valladolid contrastan con los cuatro apartamentos turísticos que tenía registrados la Junta en Valladolid en abril de 2016. Evidentemente, el avance en la regulación no ha conseguido erradicar toda la economía sumergida que gira en torno a esta actividad. Basta con entrar en cualquier portal especializado en alquiler de viviendas turísticas para comprobar la nutrida oferta que hay en Valladolid. Una búsqueda en Airbnb, una de las páginas de referencia, arroja más de 300 resultados. Y para el potencial inquilino resulta imposible distinguir entre los que funcionan de forma legal y los ilegales. Estas páginas se limitan a recomendar a los usuarios que se anuncian en ella que cumplan con la normativa fiscal que rija en cada lugar, pero buena parte de ellos siguen cobrando en negro. Un estudio de la web datahippo.org cifraba en 542 los pisos turísticos de Valladolid registrados en Airbnb en octubre del año pasado, 162 en HomeAway y 14 en otras plataformas, aunque muchos de ellos pueden estar repetidos.

Integración. El pasado verano el director general de Turismo de la Junta, Javier Ramírez, dijo que estas viviendas «no son un problema para el sector hoy en día», una declaración que choca lo señalado reiteradamente con las asociaciones de empresarios locales. Pero también reconoció que «no van a desaparecer por mucho que se prohiban». Por eso todas las administraciones apuestan por integrar estas viviendas en el circuito legal. 

La propia asociación Hoteles de Valladolid se decanta por esta vía. Su presidente, Francisco Posada, reconoce que existe un trabajo coordinado con la Policía Nacional para trasladar información sobre estos pisos ilegales, aunque «nunca se ha presentado una denuncia». Él prefiere que estos negocios empiecen a cumplir con lo que dicta la ley y que incluso se integren dentro de la asociación. De hecho, ya ha mantenido contacto con alguno que está en situación legal para proponérselo. «Queremos invitarles a que vengan a nuestras asambleas y conozcan cómo trabajamos para que comprueben que pueden tener ventajas, como recibir información sobre eventos que se van a celebrar en la ciudad», explica.

Tanta es la pujanza de estos alojamientos que Posada considera que son «los más beneficiados» cuando hay un evento importante en la ciudad. El último ejemplo ha sido el Campeonato de España de Selecciones Autonómicas de Balonmano 2019 celebrado entre el 2 y el 7 de enero. «Estamos obligados a convivir, y si esa convivencia es buena, mejor para todos», señala.

Los propietarios que alquilan estas viviendas de forma ilegal pueden permitirse ofrecer precios mucho más bajos que los de hoteles y otros alojamiento, toda vez que no tienen que pagar impuestos. Y ahí radica su éxito.