Los 90 km/h reducen los accidentes en carreteras nacionales

A. G. Mozo
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La reducción de la limitación de la velocidad máxima implantada hace un año ha hecho que haya menos accidentes graves y con menos heridos, pero este tipo de vía todavía aglutina casi el 29% de los muertos de tráfico registrados en 2019

Señal de 90 kilómetros por hora en la carretera N-601. - Foto: Jonathan Tajes

La reducción de la limitación de la velocidad máxima autorizada en las carreteras convencionales está consiguiendo el efecto deseado por la DGT cuando ideó la medida. En su primer año de implantación, ya ha logrado reducir en un tercio la siniestralidad en las dos grandes nacionales de Valladolid que aún tienen tramos sin desdoblar: N-122 y N-601.

No son las únicas vías afectadas por esta limitación, pero sí son las dos más representativas y las que soportan la mayor intensidad de tráfico de entre las convencionales ‘reducidas’, con unos siete y nueve mil vehículos (respectivamente) circulando cada día a través de sus cerca de doscientos kilómetros con un carril por sentido. Entre ambas suman 40 accidentes con víctimas (heridos o fallecidos) en el último año, 16 menos que en el anterior y casi la mitad de los que Tráfico contabilizaba hace un lustro, por ejemplo. El número de fallecidos, dos, es el mismo que se dio en 2018, mientras que los 62 heridos que se registraron en 2019 son 32 menos que el año pasado.

Para la jefa provincial de Tráfico no hay duda del éxito de la medida que entró en vigor el 29 de enero de 2019 y que esta misma semana cumplió, por tanto, su primer año: «El objetivo principal de la reforma del Reglamento de Circulación que rebajaba el límite de velocidad a 90 kilómetros por hora era reducir la accidentabilidad en las carreteras convencionales, donde se produce el 75 por ciento de los accidentes con víctimas», detalla Inmaculada Matías a El Día de Valladolid, antes de poner el acento en el hecho del papel preponderante que tiene el acelerador en esa siniestralidad, ya que «la velocidad inadecuada está detrás del 20% de los casos».

«Con esta medida, España se ha sumado a la mayoría de países de la Unión Europea que ya tienen establecido ese límite en aquellas carreteras convencionales en las que no hay separación física de los dos sentidos, siendo la tendencia mayoritaria la limitación de esos 90 kilómetros por hora, aunque en algunos países han apostado ya por establecer limitaciones de 80 km/h en estas vías», apunta Matías.

Por ahora, con esos 90 km/h de máxima ya se van obteniendo unos resultados esperanzadores. Según los datos de la DGT recabados por este periódico, la accidentabilidad se ha reducido en un 28 por ciento en esas dos carreteras nacionales, mientras que los heridos cayeron en un 34%. 

MÁS EN LA N-601

La que tiene más kilómetros sin desdoblar (113,3) y la que soporta más tráfico es la N-601 (9.896 vehículos diarios en el tramo sur, en Mojados, y 5.204 en el norte, en Medina de Rioseco), que también es la carretera que más accidentes registra. En 2019 se quedaron en 27, con una persona muerta y 38 heridos, cuatro de ellos hospitalizados. Contrasta con los 38 accidentes de 2018, también con un único fallecido, pero con un 40% más de heridos: 63 (uno de ellos, de carácter grave). Cinco años atrás (en 2014), esta misma carretera N-601 llegaba a aglutinar hasta 49 siniestros con víctimas, en los que se dejaban la vida dos personas y había 68 lesionados, lo que da idea del cambio.

En el caso de la N-122, no llegan a 65 los kilómetros vallisoletanos sin desdoblar, casi todos entre la salida de Tudela y el límite con la provincia de Soria, mientras que la intensidad media de vehículos en Peñafiel apenas supera los seis mil, según datos de Fomento. En 2019, en este primer año con el límite de velocidad a 90 km/h en vez de a los tradicionales 100 km/h, la N-122 vallisoletana ha visto una caída de los accidentes con víctimas (de 18 a 13) y de los heridos (de 31 a 24, tres de ellos hospitalizados), mientras que el número de muertos fue de uno, por los cero casos registrados en 2018 y 2017. Un lustro atrás, en la N-122 se daban 25 accidente, con 40 heridos y también con un único fallecido.

Precisamente es la mortalidad el único aspecto que, por ahora, no se consigue mejorar, aunque ya está en cifras muy bajas. En 2019 se dio un accidente con un fallecido en cada una de esas dos carreteras nacionales a las que se les redujo la velocidad máxima. El 9 de mayo moría una mujer de 57 años en un choque frontal entre un coche y una furgoneta en la N-122, a la altura de Quintanilla de Arriba, mientras que el 14 de octubre era un hombre de unos 50 años el que moría en una colisión a las afueras de Medina de Rioseco, en la N-601, al chocar con su furgoneta contra un camión. Además, hubo otros dos casos en otras de las vías limitadas (CL-602 y CL-610), que elevaron a cuatro (de catorce, es decir, el 29%) los fallecidos en carreteras que eran de 100 y pasaron a 90 hace un año, exactamente los mismos que hubo en 2018 en Valladolid.