La guía de alérgicos aconseja implantar el 'almuerzo seguro'

A.G.M.
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Educación presentará próximamente esta nueva Guía del Alumnado Alérgico que recoge, por primera vez, una serie de recomendaciones para los centros escolares, aunque solo será obligatorio que cada familia aporte dos inyectores adrenalinas por afectado

Autoinyectores de adrenalina guardados en el CEIP Nuestra Señora del Villar, de Laguna de Duero. - Foto: Jonathan Tajes

¿Qué hacer si hay alérgicos en clase? ¿Cómo afrontar el almuerzo de cada día? ¿Y si hay eventos especiales? ¿Cómo gestionar la custodia de los autoinyectores de adrenalina? ¿Qué protocolo deben seguir los profesores en caso de anafilaxia? ¿Es lo mismo ser alérgico que ser intolerante? ¿Cuántas clases de alergias existen? Todas (y algunas más) eran preguntas sin respuesta para los colegios y para los padres de alumnos alérgicos, un segmento de población que está en constante crecimiento y que lo sobrellevaba gracias a la buena disposición del profesor de turno para extremar las precauciones o intervenir si era necesario. Porque nadie en las últimas etapas de la Consejería de Educación se había puesto a definir ni el más mínimo protocolo, más allá de adaptar un somero texto de hace quince años, basado en un documento publicado en 2004 por el (entonces) Ministerio de Educación y Cultura, con ‘recomendaciones para la escolarización segura del alumnado con alergias alimentarias y/o al látex’.

El empeño de la asociación de alérgicos Ablaa ha encontrado este curso la adecuada sensibilización en la Consejería, que ha elaborado y publicado una nueva Guía del Alumnado Alérgico, en la que sin llegar a tasar ningún reglamento ni fijar apenas obligatoriedades, sí establece una serie de consejos que sirven de base a los colegios.

«No hay nada obligatorio, solo se exige a los padres que aporten a los centros dos autoinyectores de adrenalina y a los centros, pues que los custodien», resume Ana Isabel Rodríguez, presidenta de Ablaa, la Asociación Basada en la Lucha de los Alérgicos Alimentarios, quien lamenta que esta guía no recoja «ninguna obligación del colegio de cumplimiento».

EXIGENCIAS A LOS PADRES

Lo cierto es que este documento, de 31 páginas, pone más el acento en el papel que deben desarrollar los padres que los profesores, con un mayor número de obligaciones, que van desde el obvio envío del «informe médico acreditativo, en el que se indique el tipo de alergia y las reacciones que puede provocar en el menor», así como las posibles «actualizaciones» de la información médica.

También se exige a los padres que entreguen la medicación de rescate, estableciendo que serán dos autoinyectables de adrenalina como mínimo: uno para el aula, custodiado por el profesor; otro para el centro, del que se encargará la dirección; y «en caso de ser usuario del servicio de comedor escolar, otro para los encargados», detalla la Guía, que determina que esas  jeringas deberán ir identificadas «con la foto, el nombre completo y el curso del menor». Junto a esa medicación de rescate, los padres deben aportar al colegio «un plan de actuación ante una anafilaxia, elaborado por el especialista».

En cualquier caso y a expensas de si el médico establece otro tipo de pautas específicas, esta nueva Guía del Alumnado Alérgico fija un protocolo genérico que consta de siete pasos: identificar síntomas, no dejar solo al menor, alejarle el alérgeno, inyectar adrenalina (es un pinchazo en el muslo); solicitar ayuda al 1-1-2; colocar al menor en una posición adecuada; y avisar a los padres.

La lista de obligaciones para las familias no acaba entre aquellas que cuentan con un alérgico, sino que se hacen extensivas en algunos puntos al resto de alumnos, ya que se les exige que acaten «las normas de seguridad y de prevención que el centro educativo imponga», en referencia a posibles restricciones en la presencia de productos o de alimentos en momentos comunes como el almuerzo, a pesar de que luego todo queda en «consejos». Así, la Guía dice que en los casos en que el alumno alérgico reaccione por contacto e inhalación, se aconseja «la evitación total del alérgeno en el centro», mientras que si lo hace solamente por ingesta, «se permite llevar alimentos que contengan el alérgeno, siempre que el almuerzo se realice dentro del aula, antes de salir al patio» y «una vez finalizado el almuerzo, los alumnos deberán lavarse manos y labios, recoger la basura y limpiar las mesas».

Estos almuerzos seguros llevan  tiempo implantados en un colegio de Laguna de Duero, el Nuestra Señora del Villar, cuya experiencia y su protocolo ha servido de base para la elaboración de esta Guía, junto a lo aportado desde Ablaa, una asociación que lamenta que «todavía haya colegios muy poco sensibilizados» y que ello provoque que «muchos padres de alumnos alérgicos toman la decisión de no llevar a sus hijos a determinadas actividades» por no tener garantías de seguridad. «Cuando hay fiestas con comida en común, cuando se celebran castañadas, cuando hay excursiones... hay padres que no se arriesgan y no les llevan porque no tienen la plena seguridad de que el centro vaya a ser cuidadoso con su hijo», apunta la presidenta.

ALERGIA AL LÁTEX

El protocolo recoge también que, en caso de que haya alumnado alérgico al látex, «es recomendable la evitación total del alérgeno en el centro», en todos los objetos fabricados con este tipo de material, como ciertos juguetes, pelotas, bicis o colchonetas, que, según especifica, «serán sustituidos por objetos fabricados con otros materiales». En el caso de niños con alergias ambientales, se dice que «el docente del aula deberá comprobar en la hora anterior al recreo que el menor llevará consigo la medicación correspondiente».

Junto a la distribución de esta Guía, se están llevando a cabo en los colegios charlas informativas y cursillos de formación de los docentes en pos de una mayor sensibilización, pero todo a demanda de los colegios. El objetivo, según dice el documento, es «proporcionar orientaciones y estrategias de actuación al equipo educativo de los centros que sirvan de herramienta ante situaciones de alergia que permitan dar una respuesta individualizada y que fomenten una convivencia segura y saludable».

Porque el documento no solo se encarga de establecer mecanismos de funcionamiento y coordinación entre colegios y familias, sino que también ofrece información para los docentes, explicando cuáles son las diferencias entre el intolerante y el alérgico, por ejemplo. Además, se recoge todo un listado sobre los distintos tipos de alergias que se dan mayoritariamente, desde las ambientales y alimentarias hasta las alergias a la picadura de ciertos insectos, las medicinas o el látex, que puede estar presente hasta en una goma de borrar.

Igualmente, se detalla cuáles son las principales reacciones que sufre una persona alérgica, desde la simple erupción cutánea hasta la grave (y con riesgo vital) anafilaxia.