Los teleoperadores pasan de 500 a 5.000 en dos décadas

Óscar Fraile
-

Cuatro empresas aglutinan casi el 50% del empleo en la capital en un sector donde predominan las mujeres y los contratos a tiempo parcial, y cuyo convenio está a punto de empezar a negociarse otra vez

Los teleoperadores pasan de 500 a 5.000 en dos décadas - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Uno de los sectores que mayor grado de desarrollo ha experimentado en los últimos años es el de los teleoperadores. La puesta en marcha de servicios de atención al cliente telefónico por parte de las empresas y la utilización de este sistema como herramienta de marketing ha hecho que el número de empleos se multiplique. Según los cálculos realizados por UGT, este sector da trabajo en Valladolid a unas 5.000 personas, frente a las 500 que había hace dos décadas, la mayor parte de ellas dentro de la empresa Golden Line.

La compañía de mayor tamaño en la actualidad es Konecta, situada en el polígono de San Cristóbal. Presta sus servicios para Vodafone y da empleo a unas 1.800 personas. Casi 700 personas trabajan en Intrum, una multinacional sueca dedicada al cobro de deudas que está ubicada en La Cistérniga, pero que en los próximos meses se trasladará a la antigua sede del Museo Fundación Cristóbal Gabarrón, en la calle Rastrojo de Huerta del Rey. Más o menos el mismo volumen de empleo que hay en el Grupo Madison, cuya sede central está en el antiguo centro de ocio Parquesol Plaza. Por otro lado, Axactor, ubicada en la calle Topacio y dedicada también al cobro de deudas, da empleo a unas 250 personas, según fuentes sindicales.

Estas son algunas de las más importantes, pero hay muchas más de pequeño tamaño, hasta llegar a esos 5.000 empleos. Empresas donde no hay representación sindical, algo que, a juicio de Luis Rivera, de la Federación de Servicios, Movilidad y Consumo de UGT Castilla y León, y delegado de este sindicato en Konecta, es un importante problema a la hora de hacer valer los derechos de los trabajadores.

Durante los últimos años el sector de los teleoperadores ha sido el ejemplo más recurrente para hacer alusión a la precariedad laboral. Una imagen que, de algún modo, ahora se ha trasladado a los repartidores de domicilio. Los conocidos como riders.

En ninguna empresa de Valladolid se aplica convenio propio. Todos los empleados están bajo el paraguas del convenio estatal, cuyo periodo de aplicación termina este año. De hecho, sindicatos y patronal ya han hecho la primera toma de contacto para empezar a negociar uno nuevo. Rivera señala que, según este convenio, un teleoperador especialista a jornada completa cobra 14.086 euros al año en doce pagas. «Unos mil euros al mes». Eso, los que tienen suerte de tener una jornada completa, porque no es nada habitual. El representante de UGT sostiene que el 80 por ciento de los contratos son a tiempo parcial, «y muy rígidos», en el sentido de que no hay mucho margen para la conciliación de la vida familiar y laboral. «La mayoría de la gente que tiene contrato a tiempo parcial no es que lo quiera, sino que no le ofrecen uno a tiempo completo, además, no hay turno fijo, un día puedes venir de ocho a diez, otro día de diez a dice, otro día por la tarde, a turno partido...», señala. Además, se trata de un sector muy feminizado, que puede alcanzar el 90 por ciento de mujeres en algunas empresas.

«En las empresas donde hay representación sindical los derechos más o menos se respeta el convenio, pero donde no hay representación es la selva, no se respetan vacaciones, permisos retribuidos, horas para ir al médico... nada de nada», explica el representante de UGT.

El inicio del año 2020 marcará una nueva negociación del convenio que no parece que vaya a ser fácil, dadas las reticencias que suele tener la patronal, según denuncian los sindicatos, a mejorar el aspecto salarial. «Nuestro objetivo es conseguir una subida, pero las empresas no quieren no oír hablar de eso», reconoce Rivera. Es más, considera que es más probable que la mejora retributiva llegue cuando el Salario Mínimo Interprofesional rebase lo que cobran estos profesionales que por las propias negociaciones del convenio. «Las negociaciones del convenio irán más a temas como la conciliación de la vida laboral y familiar, concreciones de horarios, etcétera, porque en el momento en que planteemos una subida fuerte de salario, que es lo que necesita el sector, ahí nos cerramos en banda y nos podemos tirar negociando el sector tres años, que es lo que pasó la otra vez», añade.

Otra de las características del empleo en este sector es la alta rotación de trabajadores. «La estabilidad en el empleo te la da la antigüedad, y si tú tienes contratos a tiempo parcial y sin antigüedad, a los mejor te cuesta dependir a un chico o una chica unos 500 euros», señala. Según Rivera, esto hace que las personas que llevan poco tiempo en la empresa se rijan por el miedo. «No se atreven a nada porque saben que si se empiezan a coger sus horas médicas, vacaciones o permisos, o bien no te renuevan el contrato o te pueden despedir cuando vengan mal dadas por cuatro duros», dice.

Por otro lado, en ocasiones se trata de un trabajo duro desde el punto de vista psicológico, ya que buena parte de estos empleados están sometidos a una importante presión, ya sea para conseguir los objetivos de venta marcados o por las respuestas, no siempre amables, de las personas con las que contactan. Básicamente, los trabajadores se pueden dividir en tres grupos: los que se dedican a vender, los de atención al cliente y los dedicados a la gestión de deudas, es decir, los que llaman a personas que deben dinero para recordarles que tienen que pagar y proponerles fórmulas flexibles para hacerlo. Este último grupo tiene que soportar a diario insultos, amenazas de denuncias y malos modos, si bien es cierto que, según fuentes sindicales, su retribución económica en un poco mayor. «Ahora mismo las empresas que mejor condiciones laborales tienen y que mejor tratan a sus trabajadores son Axactor y Konecta», señala el representante de UGT. También hay mucha diferencia entre llamar para vender algo o ser el receptor de la llamada para resolver un problema. Estos segundos casos son «mucho más cómodos» para estos empleados.

Pese al auge que ha tenido este sector en los últimos años, se trata de una profesión amenazada por las nuevas tecnologías. Al menos eso es lo que prevén distintos estudios que consideran que esta función será cubierta por la inteligencia artificial en unos años.