«A veces piensas que ya no recibirás el riñón que esperas»

Óscar Fraile
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Jesús de Ávila se sometió a un trasplante renal en el año 2000, pero su cuerpo lo rechazó en 2007 y desde entonces está esperando que haya otro órgano compatible para mejorar su calidad de vida y no depender de la diálisis

Jesús de Ávila lleva 13 años esperando un nuevo riñón. - Foto: Jonathan Tajes

Los principales damnificados de este parón en los trasplantes son las miles de personas en España que están en la lista de espera para recibir uno. El vallisoletano Jesús de Ávila es uno de ellos. Y eso que ya está más que acostumbrado a esperar, pues lleva 13 años sometiéndose a un tratamiento de diálisis a la espera de recibir una llamada en la que le digan que hay un riñón compatible con él. «Tengo días buenos y días malos, pero llega un momento en el que te desanimas y piensas que ya nunca recibirás el riñón que esperas», señala.

Su situación de salud es delicada, y por eso necesita un órgano que esté en perfectas condiciones. Cada mes acude a que le saquen sangre para controlar los anticuerpos de su organismo, que son los responsables de que se echen a perder uno de cada cuatro trasplantes de riñón, según los datos de la Sociedad Española de Trasplante. Jesús también sabe muy bien qué es eso, porque ya se sometió a un trasplante de riñón en el año 2000, pero su cuerpo rechazó el órgano siete años después. «Cuando a alguien le hacen un trasplante piensa que es para toda la vida, pero no es así, es frecuente que tu cuerpo lo rechace, a unos les sucede antes y a otros después», explica. Por eso, de cara a una nueva intervención, es necesario asegurarse de que el nivel de compatibilidad es muy alto.

distinta calidad de vida. Tener un riñón trasplantado o depender de la diálisis implica una calidad de vida muy diferente. Este jubilado, de 72 años, se ve obligado a acudir tres días a la semana, lunes, miércoles y viernes, a recibir sesiones de diálisis que duran unas cuatro horas. Es decir, emplea doce horas a la semana en este tratamiento. Para ello se tiene que desplazar desde el barrio de Las Delicias hasta Los Santos Pilarica, donde está ubicada la clínica B. Braun. Este centro de atención renal abrió en septiembre del año pasado para dar servicio a un centenar de pacientes y tras una inversión cercana a los tres millones de euros. La empresa B. Braun logró en agosto de 2018 la adjudicación del contrato público del servicio de hemodiálisis extrahospitalaria, que antes se prestaba en el Centro de Diálisis de Fresenius Medical Care Services, en la calle Renedo.

La calidad de vida también se nota en la medicación, que es mucho más intensa en la situación que vive Jesús. Aunque él se lo toma con filosofía y hasta con ciertas dosis de humor. «Tomo 20 pastillas al día y ha habido veces en las que he ido al médico de cabecera y me ha preguntado para qué era alguna de ellas y le he respondido que ya ni lo sé, no sé para que son el 90 por ciento de ellas», señala.

Otro problema es ir de vacaciones, porque el tratamiento no se puede interrumpir. Así, todos los años comunica a Sacyl el sitio donde tiene pensado ir para que le asignen el centro de salud más cercano a esa localidad. Y allí sigue acudiendo a su cita puntual todos los lunes, miércoles y viernes. Aunque esto suponga perderse buena parte de las vacaciones entre los desplazamientos al centro de salud y el tiempo que está ‘enganchado’ a la máquina.

Jesús se ha acostumbrado tanto a esta vida que dice que ir a diálisis para él es «como ir a trabajar», por eso la paralización de los trasplantes durante casi tres meses tampoco le quita el sueño. Pero eso no significa que haya tirado la toalla. Todavía alberga la esperanza de que suene el teléfono y le den la noticia que lleva esperando trece años.