Carlos Cazurro finaliza el rodaje de su primer largometraje

D.V.
-

El vallisoletano ha rodado en los Montes Torozos recorriendo diferentes pueblos y abordando cuestiones como la despoblación, el envejecimiento y sus consecuencias

Imagen del avance del primer largometraje del vallisoletano Carlos Cazurro. - Foto: Carlos Cazurro

El director vallisoletano Carlos Cazurro ha finalizado el rodaje de su primer largometraje, rodado durante dos años en su mayoría en los Montes Torozos, en la provincia de Valladolid, y en Toro (Zamora).

La historia, que empezó a rodarse en octubre de 2019 y dio su último golpe de claqueta la semana pasada, recorre pueblos de los Montes Torozos y Toro y habla de la pérdida del patrimonio cultural de las zonas rurales a causa de su despoblación. Tiene previsto su estreno el primer trimestre de 2022.

Por el momento no se ha dado a conocer su título para no desvelar algunos de los contenidos que llevarán al espectador a un viaje a lo largo de los siglos por el mundo rural de Castilla y León.

El pasado 19 de noviembre, después de dos años, un mes y tres días de rodaje, se grababa la última escena este primer largo del director vallisoletano, que entra ahora en su fase de montaje y post-producción.

Producida por Carlos Cazurro y el toresano Manu Sevillano, que hace también las veces de director de fotografía, la cinta, se ha grabado en su inmensa mayoría en pueblos de la mancomunidad de Montes Torozos y Toro.

Siglos de cambios

Se trata de un recorrido que empezará su historia en 1476 e irá avanzando hasta llegar al día de hoy, tocando temas tan actuales como la despoblación de la zonas rurales, y el envejecimiento de su población haciendo hincapié en lo que supone eso a efectos de pérdida del patrimonio cultural y de sus tradiciones, ha informado a Europa Press el director vallisoletano.

Ese viaje irá, además, acompañado por la música del compositor también vallisoletano Iván Carlón, que ya está trabajando en la banda sonora.

Lo que empezó con la idea de ser un cortometraje de apenas diez minutos, fue creciendo de manera orgánica según iba avanzando la grabación e iban encontrándose nuevas historias que enlazar hasta convertirse en un largometraje con una duración (prevista) de 65 minutos.

En él se ha querido contar en todo momento con la participación e implicación de los habitantes (más de 60) de cada uno de los pueblos en los que se ha rodado, que serán, en última instancia, los encargados de contar su propia historia.

El rodaje no ha estado exento de los problemas vinculados a la covid-19, que obligaron a parar el mismo desde marzo de 2020 hasta casi finales de ese año así como a replantear su narrativa y producción, lo que ha retrasado en más de un año su finalización.