"Tengo pavor a que la gente le de miedo ir al médico"

S. Calleja (Ical)
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Médico de Familia y miembro del Comité de Expertos Clínicos de la Consejería de Sanidad, reconoce que toca volcar todos los esfuerzos en intentar que no suba la curva

"Tengo pavor a que la gente le de miedo ir al médico" - Foto: mir_ical

Si en los últimos dos meses alguien se ha tenido que poner "las pilas" y "arrimar el hombro", esos han sido los médicos de Familia que han dado "el do de pecho" porque son conscientes de que esta profesión a veces "tiene crisis y epidemias". Saben que son fundamentales en el devenir social y a ello han dedicado unas fuerzas que pensaban que no tenían porque se sienten más activados por el papel que les ha tocado jugar. Así lo explica Alejandro Merino Senovilla, médico de Familia y coordinador del Centro de Salud de la Victoria, que forma parte del Comité de Expertos Clínicos que asesora a la Consejería de Sanidad en la la toma de decisiones y protocolos de tratamiento y cuidados. 

Casi se ha convertido en un mantra desde que comenzó a hablarse de desescalada, la Atención Primaria va a ser la piedra angular en la vuelta a esa nueva normalidad. ¿Está preparada para asumir ese papel?

Es un reto que no deja de ser nuevo como para todo el mundo, pero si alguien está preparado es la Atención Primaria. Somos el mayor ejército de profesionales sanitarios; los que están más cerca de la población; la puerta de entrada del sistema. Si alguien puede, somos nosotros.

Son el mayor ejército que ahora debe redoblar esfuerzos y que como punto de partida tiene un déficit de profesionales. ¿Este nuevo esfuerzo obliga a aumentar las contrataciones de médicos y enfermeros en el primer nivel?

Estamos haciendo un esfuerzo importante y tendremos que hacer más horas de las que tenemos que hacer, pero la situación es completamente distinta. No es el momento de reivindicar más profesionales, es el momento de arrimar el hombro; que los que estamos demos el máximo. Nos hemos puesto todos las pilas, trabajamos mucho más, pero es que no queda más remedio, la situación lo requiere. Esta profesión a veces tiene crisis y epidemias y ahora nos ha tocado dar el do de pecho. No creo que hayamos llegado al límite de nuestras posibilidades; estaremos más cansados, echaremos más horas..., pero también estamos más activados. Nuestro papel es importante, y cuando ves que eres fundamental en el devenir social, te enfrentas a ello y sacas fuerzas de donde pensabas que no las tenías.

Pero pese al Covid-19, la vida sigue...

No digo que no sea interesante, ni que no sea necesario, pero no hay médicos debajo de las piedras. La política de las facultades de Medicina ha sido la de tener números clausus de notas excelentes, y ahora hay carencia. Un médico tarda diez años en formarse, y las bolsas no tienen tantos como se puede pensar. Las residencias han tenido que contratar a 'pre mires'...

Y ahora, cómo se tiene que reorganizar el sistema, qué capacidades hay que reforzar para el diagnóstico precoz y la vigilancia epidemiológica y seguir atendiendo otras patologías.

En dos meses henos transformado una fábrica de rosquillas de anís en una de patitos de goma. Hoy la primera vía de atención es el teléfono. No existe lista de espera, cualquier llamada tiene que ser atendida en el día por si es Covid-19; filtrada para decidir lo que se tiene que ver en consulta; saber las que son sugerentes de coronavirrus y citarlas en un espacio que llamamos de respiratorio para tratar con seguridad el problema. A la vez, la gente se ha quedado en casa con sus problemas habituales, y este momento de desescalada, tenemos que ser aperturistas a esos problemas que se han estado guardando en la casa y en la cabeza de la gente; atenderlos y estar muy, muy alerta en las personas que empiezan con síntomas sugerentes. 

No parece fácil...

En medio de la pandemia era fácil. En una sabana africana si ves burros pintados con rayas son cebras, pero ahora todo se va a mezclar: los problemas habituales que se ha estado aguantando la gente; se van a disfrazar síntomas de toses que son alergias, cuadros respiratorios de otras enfermedades víricas, dolores musculares o mialgias porque la gente ha estado sin actividad física.. Se van a mezclar muchas muchas cosas y va a ser mucho más difícil. Tenemos que volver a ese tiempo de anterior de normalidad, pero sin perder de vista nada. Ahora toca volcar todos nuestros esfuerzos en intentar que no suba la curva y estar muy atentos a los síntomas sugerentes, pero también al resto de patologías.

¿Han detectado pacientes con problemas que se han agudizado por miedo a acudir al centro de salud?

Tengo un pavor increíble a que la gente se quede en casa por miedo a ir al centro de salud. He visto cosas que hacía tiempo, desde un cuadro de pancreatitis aguda evolucionada de cuatro días, a un señor que ha aguantado 15 días sin ver de un ojo, cuando antes veía bien. Tenemos que llamar a los crónicos para ver si se han descompensado; revisar los tratamientos que hemos pasado directamente a receta electrónica para ver si se está abusando o malusando; empezar a quitar los miedos a la gente para que venga al médico y que no vean el centro de salud como una frontera o una traba. Hemos pasado de tener que hacer 16 seguimientos diarios por Covid-19, que ocupaban las tres cuartas partes de la consulta, a tener uno o dos casos sugerentes al día. Ahora toca empezar a empaparnos de todos aquellos que han estado inhibiéndose de lo que les pasaba.

¿Cuál será el proceso para compaginar enfermos Covid-19 y no Covid-19, tienen ya un protocolo establecido?

Estoy haciendo lo que siempre he denostado. Siempre les he dicho a mis alumnos que la consulta telefónica era un acto para dar un resultado de una analítica, pero no puede suplir una entrevista presencial bien hecha, mirando al paciente a la cara, a una exploración física reglada... Con el Covid-19 hemos metido la pata; hay gente que ha llegado tarde al hospital por algunas entrevistas clínicas telefónicas en las que veíamos que el paciente no se fatigaba y podía contar hasta diez, y luego ha venido al centro de salud con una saturación muy baja con criterios de ingreso. Nos ha costado adaptarnos y llegar al equilibrio entre la consulta presencial y la telefónica. Debemos dejar estructuras y recursos dormidos, no quitarlos. Esta desescalada la tenemos que introducir en nuestra forma de hacer y en nuestra estructura física como centro de salud. Compaginar todo va a ser difícil, pero estamos dando pasos hacia ello.

Y en el caso concreto del coronavirus, ¿en qué van a consistir sus nuevas funciones, también con el control de contactos?

Es casi como un proceso kafkiano. Las personas se han acostumbrado a contactar por teléfono, y existe una línea exclusiva sobre Covid. Si la persona tiene un síntoma sugerente, se le indica que se aísle; se le explica cómo debe ser el aislamiento; le pedimos una prueba en el centro de salud para el día siguiente; e indicamos a la familia que se aísle del posible enfermo y del resto de la sociedad. El análisis lo tendremos en 12 o 24 horas, ya lo estamos teniendo, y si es positivo confinamos y aislamos a los contactos más cercanos, los convivientes del hogar. Si estaba en activo, en un medio de trabajo donde no se respetaban las normas de dos metros, lavado de manos... tendríamos que hacer extensivas las medidas al siguiente círculo de contacto. A medida que se produzca la desescalada, los círculos de contagio serán mayores, por ejemplo, con el inicio de la movilidad. Ahí será mucho más difícil hacer la trazabilidad de contactos, pero también el riesgo es mucho menor, es proporcional a las medidas de protección y a las horas de convivencia. Lo difícil va a ser pedir a la gente que se quede 14 días en casa, aún sin tener síntomas, cuando la gente esté en la calle haciendo más o menos su actividad normal. No tengo herramientas para obligar a esa persona a que se quede en casa, y de momento tampoco puedo ofrecerle un sitio para que se aísle si su casa no reúne las condiciones. 

¿Hasta dónde puede llegar esa trazabilidad de contactos, no parece sencillo llegar a todas las personas que han podido tener posibilidades de contagio?.

Un contacto estrecho son más de 15 minutos y menos de dos metros sin protección. A esas personas tendríamos que aislarlas 14 días, sería una locura... Pienso en el contacto que se ha podido producir en la frutería o en cualquier parte en la que haya estado. Está estudiado que el mayor riesgo se da en los convivientes familiares, donde no hay protección. Siempre vamos a ir a los contactos con más posibilidades; puede que pierda alguno de los contactos estrechos partiendo del criterio 15 minutos dos metros, pero tendré asegurados los casos más probables. Es como cuando se juega al pilla pilla, si no me centro y voy a por uno, que además es el cojo, el que está más cerca del caso índice, y en su lugar voy a por todos, al final se me escapan. Pero insisto, lo difícil no es tanto la trazabilidad, como convencer a esos contactos para que se queden en casa, a ese marido que se encuentra bien y que tiene que ir a trabajar...

¿Teme un repunte?

Lo temo, otra cosa es que lo tengamos. Tenemos que estar siempre con ese miedo; si el miedo te crea inmovilidad y te aterra, no; pero si te hace estar aleta y preparado, sí. ¿Que si tengo datos?, no, no los tengo, ni los tiene nadie, pero intuimos el comportamiento de este virus, y sabemos que no ha mutado mucho como para que se comporte de manera muy distinta; y que la mayoría de los virus respiratorios se reactivan en otoño, y que ha caído el índice de contagio porque la gente ha estado en casa, y ahora empieza a salir. ¿Puede haber un pequeño repunte de incidencia?, pues parece que sí. Yo soy más partidario de hablar de una fase interepidémica, más que de desescalada como que fuera a desaparecer. No es por desanimar, sino por estar preparados.

En ese equipo de rastreadores del que se ha comenzado a hablar, se abre la puerta a la formación de voluntarios, ¿lo ve viable?

Como estamos ante una situación nueva, no puedo decir que ninguna iniciativa vaya a tener éxito o no. Pero si me preguntas a mí, conociendo la sociedad, a mi entorno, a mi barrio, a mis familias y a la forma de proceder... eso sí que es una distopía, una película de ciencia ficción. De no ser que fuera alguien a quien se le invistiera con un poder policial extremo con capacidad de aislar a alguien, obligarle a poner un baño y levantar cuatro paredes en su casa porque el día anterior estuvo en contacto con el frutero sin ningún tipo de protección, y además aislar a sus hijos y a su mujer. No me entra en la cabeza, que me lo cuenten porque yo no lo veo. No creo que alguien haya conseguido una trazabilidad formando a rastreadores, invistiéndoles de un poder fuera de la democracia y del estado de alarma... Lo único que me cabe en la cabeza es que un paciente mío me llame, me diga que tiene síntomas y actuemos.

¿Y qué opina sobre las aplicaciones móviles en el control de los círculos que han estado expuestos?

Es como cuando te hablan del 'gran hermano', que hay alguien que sabe nuestra vida, las veces que hacemos necesidades diarias, el tipo de leche que compramos o hasta las relaciones públicas que tenemos... ¡Oye, qué cabeza tiene que tener el gran hermano para poder acumular todos los datos de todo el mundo y ordenarlos!. Pues lo mismo digo. Yo puedo tener una aplicación que sea maravillosa, que lo haga y que lo diga. Pero para que sea operativo para llegar a la gente y decirla que se confine y se aísle, también me parece de ciencia ficción. No digo que no lo haga, pero lo difícil es llegar a 37 personas con las que ha estado y lograr que se aíslen. No creo que sea importante ese ejército o un mensaje de móvil para hacerle a uno quedarse en casa.