Saravia: "La política está demasiado encanallada"

M.R.I
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El candidato de Valladolid Toma la Palabra (VTLP) a la alcaldía vive con pasión la política, algo que le ha provocado más de un dolor de cabeza, sobre todo porque a veces se siente «un incomprendido»

Saravia: "La política está demasiado encanallada" - Foto: J.T.

El cabeza de lista de Valladolid Toma la Palabra, Manuel Saravia, disfruta en las conversaciones distendidas, donde puede explicar con detalle y todo lujo de argumentaciones sus puntos de vista. De hecho, eso es lo que más le frustra de la política de titulares o tuit que se ha impuesto, un mundo en el que se siente fuera de lugar.

En su perfil de Twitter se define como ecologista, ¿sigue siéndolo después de algún que otro dolor de cabeza que le han dado?

Sí, por supuesto. Recuerdo que en los 90, cuando se empezó a utilizar el término sostenibilidad, aquí chocaba mucho. Muchas de las propuestas que ahora se ven como evidentes (ciudad compacta, movilidad sostenible,...) se veían rarísimas. Era razonable entonces y lo sigue siendo ahora.

Hablando de Twitter, ¿por qué la abandonó temporalmente?

Para el trabajo que tengo que hacer me provoca más esfuerzo e inconvenientes que ventajas. Hay argumentos que interesaría explicarlos bien, despacio y con los pocos caracteres que hay no es tan fácil. Hay que ir demasiado directo y contundente. Cuando escribo algún tuit me paso muchísimo tiempo recortando.

De su perfil ha eliminado su poca simpatía por Pérez Reverte, ¿ha vuelto a leerlo?

No, no. Me pone nervioso de Pérez Reverte, la actitud de decir que todo el mundo es bueno excepto las personas que tienen responsabilidades públicas. Es un argumento que envenena mucho para nada.

¿Qué le hace enfadar?

Puff. No lo sé. Últimamente sí que me enfado, sobre todo cuando siento que no he sido capaz de explicar algo y siento que no se comprende lo que digo.

¿Qué le ha decepcionado más?

Que hay cosas que son más fáciles de entender y que, sin embargo, muchas veces no hay disposición a entenderlas.

Con lo que le gusta explicarse, ¿le hubiera gustado más ser escritor o periodista?

(Se ríe). Sí, sí. Escritor está muy bien y periodista, también.

¿En su blog es donde encuentra desahogo?

Me gusta intentar que la realidad en la que me muevo tenga algo más de apertura que los asuntos del día a día. Lo último que he colgado es sobre un libro de Las Delicias, donde se cuentan las fiestas, la hoguera que se hacía en plaza del Carmen y ver si ahora existe la posibilidad de recupera esa tradición. En el día a día no hay ocasión de comentarlo.

¿En las comidas familiares se habla de política y de gestión municipal?

A veces sí.

¿Qué expropiaría en Valladolid?

(Se ríe). Claro que expropiaría. Es curioso, estudié que en el siglo XIX había muchos propietarios que querían que les expropiaran porque obtenían ventajas. Normalmente la expropiación se asocia a un Estado voraz, pero cuando se hace una infraestructura como el tercer carril, por ejemplo, nadie lo pone en duda, se discute el precio pero no la expropiación. Hay algo que está equivocado porque otras expropiaciones de carácter más social se discuten. Hay un debate abierto en este tema. Por ejemplo, la expropiación en especie que está planteada en El Salvador, me parece que es absolutamente razonable.

¿Hace cuánto que no va a misa?

No tanto. Sobre todo voy en funerales.

¿Y a una procesión?

Este Viernes Santo con mi nieto.

¿Qué dicen sus nietos cuando le ven en los medios de comunicación?

En general, se ríen.

¿Qué tareas hace en casa?

Hago tareas instrumentales.

¿Practica algún deporte?

No, pero ando bastante.

Una ruta por Valladolid.

La que sale del archivo de Simancas y acabar en el monasterio de Cabezón. Es larga, pero se puede hacer en tramos.

Un lugar para pensar.

Una plaza en Huerta del Rey, al lado de la escuela de Arquitectura.

Y para desconectar.

La mayoría de las plazas pequeñitas, como la de El Salvador.

Y para tomar una decisión.

Todo el entorno alrededor de la catedral. Y la zona sur, Parque Alameda.

¿Qué afición la gustaría recuperar?

Tocar la guitarra.

¿Cuál es su música preferida?

Soy omnívoro. Me gusta todo. Desde Hendel hasta a Metálica.

¿Qué sueño ha visto cumplido?

Muchos.

¿Y en su etapa política?

Lo que más me gusta, con todo los problemas que me está dando, son las viviendas blancas.

¿Le molesta que le llamen alcalde en la sombra?

No. Es una broma amable, desde el primer día, que llevamos bien. Hay otras bromas que tienen menos gracia.

¿Y su mayor decepción del mandato?

Que cada vez se hace más complicado el papeleo y el esfuerzo para sacar adelante las cosas. Agota, en general, y no tiene mucho sentido. Vista desde dentro la burocracia es una auténtica corrosión del carácter.

¿Hace cuánto que no se va de vacaciones?

Uiiiii. Hace bastante. No me acuerdo.

¿Qué proyecto, como arquitecto, diseñaría?

Los más bonitos siempre son de plazas y parques. Es muy agradable diseñarlos.

¿Cuál sería su casa ideal?

No soy muy exigente aunque me pueden decir que porque tengo una casa grande y bien localizada. Pero me parece que es un espacio para la vida privada, donde aislarse del mundo. La casa ideal, permite ese desarrollo.

¿Habría cruzar túneles y pasarelas?

Eso es la batalla de las palabras. Si un túnel es más ancho que largo hay que llamarlo paso.

Como profesor universitario, ¿considera que hacen falta políticos más preparados?

Lo que hace falta es tener ideas claras, voluntad de llevarlas adelante y suficiente decisión como para enfrentarse a las presiones que pueden llegar. Cualquier persona está preparada ,y esa es la gracia de la democracia. Es un debate eterno, pero lo que hay que saber es los objetivos que hay que cumplir.

¿Echa de menos la facultad?

Sí, claro. El contacto con los alumnos en un contexto de investigación, enseñanza y aprendizaje es muy bonito.

¿Era un hueso duro de roer como profesor?

¿Yo? Para nada. Buenooo. ¡Qué va!

¿Tenía algún mote?

No lo sé, creo que no.

¿Cuántos libros hay en su mesilla de noche?

Cuatro o cinco. Pero lo malo es que desde hace bastante tiempo son los mismos.

¿Qué compromiso tiene con los vallisoletanos gane o pierda?

Si ganamos, llevar adelante el programa. Los programas no son la Biblia porque hay cosas que no se pueden hacer porque las circunstancias cambian, pero no puede ser irrelevante. Marca la manera en la que se ven las cosas y el marco de trabajo. Y si perdemos, seguir comprometido con quien gobierna la ciudad. La política, en general, está demasiado encanallada y hay más tensión de la necesaria por eso me gustaría intentar contribuir y colaborar a lo que se esté haciendo.