«Quiero un TAC con actuaciones durante las 24 horas del día»

Óscar Fraile
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El director del Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle, Javier Martínez, asegura que entre sus objetivos para el futuro también está el de sacar algunos espectáculos fuera del casco urbano

«Quiero un TAC con actuaciones durante las 24 horas del día» - Foto: Jonatan Tajes

Decir teatro de calle en Valladolid es pronunciar el nombre de Javier Martínez. El ‘Varillas’ para los más cercanos, desde que él mismo adoptó el nombre de un jugador del Real Valladolid al que admiraba. Hace dos décadas propuso sacar las artes escénicas a la calle en pleno Carnaval, sin saber por entonces que estaba plantando la semilla del Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle (TAC). Hoy esa semilla ha germinado para convertir esta cita en una referencia en España y Europa.

El Festival llega este año a su vigésima edición. Ha llovido mucho desde que puso en marcha una modesta iniciativa enmarcada en el Carnaval. ¿Pensaba por entonces que el TAC podría llegar a ser lo que es hoy?

No, pero es cierto que desde el principio hubo multitud de gente que correspondió a la propuesta que hicimos en el Carnaval, y que en aquel momento se llamaba I Encuentro de Artistas Volatineros. La idea partió de la asociación del Carnaval con la máscara, y de la posibilidad que da de dejar de ser uno mismo para ser tu contrario a la vez. Me parecía un elemento muy teatral y se me ocurrió hacer un planteamiento de artistas callejeros. Lo que pasa es que había una temperatura de dos grados bajo cero, así que no sabía cómo iba a responder la gente. Pero fue un éxito tan grande que el concejal de turno decidió ‘independizarlo’ y convertirlo en el Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle. Nunca me planteé que llegara a este punto.

Una de las principales novedades este año es la inclusión del horario de mañana. Usted ha manifestado en más de una ocasión que quiere hacer un Festival con actuaciones las 24 horas del día, y este año ya hay una a las siete de la mañana, el día 25. ¿Es un primer paso para conseguir esa meta?

Así como en la calle el escenario y la escenografía son en 360 grados, pensé que sería interesante buscar la coherencia en la programación. Quiero caminar a un Festival con programación durante las 24 horas, y hemos empezado este año ocupando también las horas de comer, cuando en otras ediciones se paraba. El espectáculo de las siete de la mañana puede ser la guinda del Festival. Comienza en la desembocadura del paseo del Cauce y acaba en la plaza de la Facultad de Filosofía y Letras con un pequeño concierto. Es una actuación de Le Bagad Kemper, una banda bretona que ha ganado 24 veces el campeonato del mundo de bagads celtas. Me pareció una idea interesante porque las bagads siempre han sido la imitación de las bandas que iban al frente de los ejércitos en el campo de batalla. Así, se oirán en el paseo del Cauce por la noche unas gaitas que van a la guerra. Es una sensación muy potente y quería incorporarla.

¿No le da miedo que acuda poca gente a las siete de la mañana?

Miedo no, estoy cagado. Pero el Festival debe arriesgar con estas cosas.

¿Qué criterio tiene el TAC para seleccionar a los artistas?

Los criterios teatrales se basan en dos conceptos. Uno es luchar contra el ‘todo vale’. Solo debe valer lo que es de calidad. Hay que tener un respeto a la respuesta tan grande que nos da el público. Cualquier cosa que elijan tiene que tener calidad. El otro concepto es que sean espectáculos posdramáticos, es decir, que no sean fundamentalmente de texto, sino basados en la imagen. Espectáculos en los que al individuo se le sugiere una cosa y es él el que construye su propia historia en la cabeza.

¿Qué destacaría de la programación de este año?

Todo lo que hay en sala es muy bueno. Y en la calle recomiendo el pase de la bagad celta, así como el coro el Grupo Coral Ausentes do Alentejo, de Portugal, porque puede ser una experiencia muy rica. También recomiendo los tres espectáculos de producciones Imperdible en Poniente, que pueden ser impactantes por su originalidad; y los de Xtrañas Producciones, cuyo trabajo está basado en el vídeo mapping y dedicado a nuestro pintor Manuel Sierra. También recomiendo las performances de Varuma Teatro, que son graciosas y orginales. Son tantas cosas que me es muy difícil seleccionar.

¿Por qué se ha decidido en esta edición homenajear a Tom Walker?

Porque siempre fue mi ídolo, con The Living Theatre. En los años 70 tuve la posibilidad de convivir con ellos cuatro o cinco días, cuando eran el mejor grupo del mundo. Me impresionaron mucho porque rompieron todo lo que era el teatro moderno con el teatro contemporáneo y la vanguardia. Tenían una capacidad revolucionaria de entender las cosas, tanto a nivel de forma como de contenido. 

Tom Walker es, precisamente, uno de los referentes del teatro experimental. En las últimas ediciones del TAC están muy presentes conceptos como vanguardia, performance y el mismo teatro experimental. ¿No se corre el riesgo de perder la esencia de lo popular?

Cuando hablamos de teatro hay que hablar de cómo lo hacemos en la actualidad. Es muy importante que los espectáculos hablen de nuestro tiempo y utilicen herramientas propias de nuestro tiempo. Yo a eso le llamo vanguardia, por temporalidad. En ese sentido, es importante que las compañías denuncien cosas de la vida. No me refiero al tema puramente político, sino existencial. Cosas de la vida que no gustan, y que las compartan con el espectador.

¿Quiere decir que el teatro debe ser una herramienta de denuncia social? Usted defiende que las performances son una herramienta perfecta para ello.

El poeta decía que la poesía es un arma cargada de futuro. Y el teatro también lo es. Debe servir como medio de transmisión de la problemática existente. El ciclo de performances, tanto los dos años anteriores como este, es muy reivindicativo.

¿Ponen límites a estos espectáculos?

A veces censuramos cosas por su propio carácter populachero, en el sentido más negativo de la palabra. Por ejemplo, criticar a partidos políticos concretos me parece de poco gusto. Si alguna vez hemos dicho no a propuestas de ese tipo, no ha sido por censurar el contenido, sino por el mal gusto.

¿Para qué otras cosas debe servir el teatro, aparte de ser una herramienta de denuncia social?

Es un arma de libertad que da la posibilidad al individuo de volver a presenciar y sentir emociones que ha tenido alguna vez en su vida, para poder transformarlas.

Este año el Festival coincide con la gala de entrega de los Premios Max, el día 20 en el Teatro Calderón. ¿Será beneficioso para el TAC o puede hacer que pierda protagonismo?

En la vida no hay que ser críticos de por sí y hay que pensar en sumar más que en restar. He dejado libre de programación ese día para que los Premios Max sean protagonistas de la ciudad.

¿Se exagera cuando se dice que el TAC es una referencia internacional?

En absoluto. Yo viajo al extranjero y veo que tenemos mucho prestigio. De hecho, he ido en otros países a ver espectáculos para los que no había entradas y me han abierto las puertas al decir que era el director del festival de Valladolid.

¿Cuándo se produjo ese salto en las dos décadas de vida que tiene este certamen?

Nosotros fuimos socios de una plataforma europea que se llamaba In Situ y estuvimos caminando varios años con ellos. Eso nos abrió mucho las puertas en el continente.

¿Mantiene contacto con responsables de otros festivales europeos?

Sí. De hecho, yo trabajo el Festival desde ya. Es decir, antes de empezar esta edición ya tengo compañías cerradas para el año que viene. Y eso se debe a que a lo largo de mi vida he ido creando ojos que ven por mis ojos en el mundo.

¿Qué festival es su referente, el espejo en el que debe mirarse el TAC?

Hay dos festivales que me gustan mucho. Uno es el de Oerol, en la isla de Terschelling, Holanda, porque todo es muy contemporáneo; y el otro es Theater op de Markt, en Bélgica. También me gusta mucho el de Chalon, en Francia.

¿Qué aspectos tienen que mejorar el TAC?

Yo creo que habría que iniciar producciones propias del Festival, hechas por gente de nuestra ciudad. Traer directores de compañías importantes europeas y hacer coproducciones en la que participe gente de nuestra ciudad. Por otro lado, tenemos que abrirnos más a Europa. Me refiero a viajar, conectar, meternos en plataformas, redes, etcétera.

El TAC ya tiene un espacio dedicado a los artistas locales...

Sí. Y está muy bien porque hacen lo que durante el año no pueden hacer. Normalmente el artista, para poder comer, ya que la situación está muy mal, hace trabajos que sabe que a los programadores les va a gustar, y los van a comprar. Y en el TAC hacen lo que a ellos les gusta hacer, sin pensar si van a ser comprados o no. 

Es incuestionable que el TAC es uno de los eventos culturales más importantes de la ciudad. ¿Es adecuado un presupuesto de 780.000 euros teniendo en cuenta la relevancia que ha adquirido?

Este año ha aumentado por el XX aniversario y porque vamos a hacer un espectáculo de inauguración de gran formato. Y ahí se va mucho dinero. Siempre se quiere más, pero el presupuesto es razonable.

¿Qué es lo que más le seduce de convertir la calle en un escenario?

El poder redescubrir tu ciudad. Hay gente que siempre va a los mismos espacios y el Festival le permite recuperar otros sitios. Además, también redescubres una forma diferente de relacionarte con la ciudad. Es otra vida. Y tercero, porque permite juntar ante el mismo hecho creativo a diferentes capas sociales. Se puede unir al broker con un rastas y a un hippie con un funcionario.

Aproveche que estamos en campaña electoral y sugiera a los políticos qué deberían hacer para mejorar la cultura en España.

Que potencien más lo que se está haciendo y den más posibilidades. El arte es libertad y sensibilidad. Es una forma de entender la vida con una mayor bondad, y las artes escénicas dan la posibilidad al individuo de ser mejor persona, ser más solidario y más sensible con las cosas. El arte también es la posibilidad de viajar desde el lugar más recóndito del corazón de una persona al lugar más recóndito del corazón de otra. Y eso se debe tener en cuenta a la hora de diseñar los programas electorales.

¿Cómo se imagina el TAC dentro de cinco o diez años?

Me parece muy interesante hacer espectáculos durante las 24 horas y que estén situados fuera del casco de la ciudad, pero al lado de la misma. Es una forma de que la gente pueda intuir su ciudad desde fuera.