Historias de un teatro

M.R.I.
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Exterior del teatro a principios del siglo XX.

Hicieron un contenedor cultural que siglo y medio después funciona, mientras que ahora se hacen cosas que luego no funcionan tan bien. Y puede funcionar 150 años más». Esta frase de José María Viteri, actual director artístico del Teatro Calderón resume la trayectoria de este espacio emblemático de la capital con vocación de pervivir en el tiempo.

El Teatro Calderón celebra este año el 150 aniversario de su inauguración. El 27 de septiembre de 1864, Valladolid estrenó un nuevo teatro, inspirado según los expertos en las grandes óperas del continente y que inmediatamente se convirtió en el centro de la vida cultural de la ciudad. La obra elegida para la ocasión fue el drama calderoniano El alcalde de Zalamea, interpretado por la compañía dramática que dirigida por Joaquín Arjona.

Su construcción hace siglo y medio respondió a la demanda de la afición de los vallisoletanos al teatro, acostumbrados a disfrutar de las obras de Lope de Rueda en el primer Corral de Comedias que, según Narciso Alonso Cortés,  estaba en la actual esquina de las calles Don Sancho y Alonso Pesquera, pero que después se ubicó en la actual Plaza de Martí y Monsó. Pero este espacio se quedó pequeño, a pesar de su denominación como Gran Teatro, «tanto por su capacidad como por los medios de los que disponía para las representaciones teatrales de la época», según relata Joaquín Martín de Uña en el libro En el noble y leal Teatro Calderón de la Barca. Y eso que el 6 de diciembre de 1861 se había inaugurado el Teatro Lope de Vega que, si bien alivió las necesidades teatrales de la ciudad, «no consiguió calmar los deseos más ambiciosos del público» recuerda Martín de Uña.

En abril se cumplirán 15 años de la reapertura del Teatro Calderón tras una profunda rehabilitación como se puede ver en la imagenEn abril se cumplirán 15 años de la reapertura del Teatro Calderón tras una profunda rehabilitación como se puede ver en la imagen La privilegiada situación,  la gran superficie y el estado ruinoso del palacio que durante siglos había sido el domicilio del Almirante de Castilla lo convirtieron en el lugar ideal para construir en parte de su solar el nuevo teatro. El terreno se vendió en 1863 a la sociedad colectiva Pérez Calderón y Compañía por 275.000 pesetas. Aunque los promotores se encontraron con algunas dificultades, como que el Arzobispado se opusiera a que se construyera un teatro en las inmediaciones de su sede y de las iglesias de las Angustias y del Rosario. Las autoridades eclesiásticas remitieron un escrito al Gobernador, que sin embargo autorizó la construcción.

El edificio fue construido por el arquitecto vallisoletano Jerónimo Ortiz de Urbina sobre planos de Jerónimo de la Gándara, que había diseñado los teatros de la Zarzuela de Madrid y el Lope de Vega de Valladolid. Las obras se presupuestaron en 391.197 pesetas, sin incluir la decoración interior y exterior del edificio. Y tras su inauguración en septiembre de 1864 la crítica y el público lo calificaron como el tercero de España, después del Real y el Liceo. El teatro tenía cabida para 1.800 butacas y un escenario de grandes proporciones. Además, tenía calefacción de agua y en 1908 se instaló el alumbrado eléctrico completo, con 1.300 lámparas incandescentes y la posibilidad de graduar la intensidad de la luz, «lo que causó admiración», según Martín de Uña. También tenía un taller de pintura, camerinos, guardamuebles, talleres de utillaje, taquillas, administración, junto con un bar y el Círculo Calderón de la Barca, un lugar de esparcimiento y difusor de la cultura.

En el recién inaugurado Teatro Calderón se podían realizar todo tipo de obras, incluidas óperas de gran espectáculo y en su escenario llegó a aparecer hasta una carroza con un tiro de seis caballos. Aunque una de las peculiaridades más llamativas del nuevo espacio cultural era que las actividades artísticas se complementaban con bailes y fiestas. Y es que en el patio de butacas del teatro había mecanismo especial que permitía igualarlo en altura con el escenario. Además, las butacas se podían desmontar en menos de una hora, lo que permitía dejar un espacio despejado que era utilizado como salón de baile e incluso durante muchos años se celebraron allí los bailes de carnaval.

Patio de butacas antes de la rehabilitaciónPatio de butacas antes de la rehabilitación El Teatro Calderón se convirtió durante la Guerra Civil en un hospital que atendía a las víctimas de los bombardeos, así como cualquier urgencia de los vecinos de la zona. También fue el lugar elegido para la celebración de actos políticos, como la histórica fusión de las Juntas de Ofensiva Nacionalsindicalista del vallisoletano Onésimo Redondo, con la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera el 4 de marzo de 1934. Después en los años 40 acogió la proyección de películas y la programación teatral se redujo a las fiestas de San Mateo, la Fiesta de la Primavera y San Pedro Regalado. La polivalencia del espacio también propició que se utilizara para celebrar las fiestas fin de curso de los colegio de Valladolid y actos de ‘Proclamación de Dignidades’, además de los conciertos sacros de la Semana Santa.

Valladolid debe la herencia de este gran espacio cultural a un grupo de ciudadanos conocido como los capitalistas protectores, pero también a la Caja de Ahorros Provincial, que en 1968 adquirió la totalidad de las acciones de la sociedad Teatro Calderón de la Barca, lo que permitió salvar de la demolición un edificio que estuvo a punto de ser adquirido por una promotora para construir viviendas. Y, posteriormente, al Ayuntamiento de Valladolid que se hizo con la propiedad de un espacio muy deteriorado que ya necesitaba de una profunda rehabilitación. Así en 1982 se aprobó un programa de renovación, en dos fases, que concluyó en 1989 después de una inversión cercana a los 2.500 millones de pesetas, cofinanciados por el Ministerio de Fomento, el Ayuntamiento de Valladolid y la Junta de Castilla y León.

El teatro Calderón de la Barca reabrió sus puertas el 9 de abril de 1989, con la presencia de la reina Sofía y con el estreno mundial del último trabajo de la Compañía Nacional de Danza, que dirige Nacho Duato, Multiplicidad. Formas de silencio y vacío.

aniversario. En esta ocasión, para celebrar el 150 aniversario de la inauguración y los 15 años de su apertura, desde la Dirección artística del Teatro Calderón se ha apostado por los creadores vallisoletanos. Así, el próximo fin de semana  el público vallisoletano podrá disfrutar de  ‘La Puta Enamorada’, dirigida por Jesús Castejón, un estrenos absoluto de la temporada que protagoniza uno de los primeros actos de la celebración junto con la próxima puesta en escena el próximo 16 de mayo de una selección de entremeses de Calderón de la Barca por la compañía Teatro Corsario.

El Teatro Calderón  mantiene para esta fecha tan especial una programación que busca captar y consolidar nuevos públicos, a la vez que pretende acercar sus actividades a al público con menos poder adquisitivo con precios más asequibles. “El reto debe ser buscar los caminos para llevar las artes escénicas a los más jóvenes y que comprendan que si hace miles de años la gente llegaba a la catarsis con una tragedia griega se pueden vivir ahora otras emociones distintas de las que ofrecen los medios digitales. El teatro es una herramienta estupenda de comunicación”, asegura el director artístico del Calderón.