Los dos últimos bastiones de la heroína en Valladolid

A. G. Mozo
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La Policía acaba en un mes con los dos puntos de venta de heroína más activos de Valladolid. Regentados por narcos reincidentes, tenían capacidad para poner mil dosis en el mercado. Traficaban por teléfono, dando el pase en la calle

Consumidor de heroína en 'chino'.

Antonio daba sus pases por Las Delicias, caminando entre el bullicio de la calle General Shelly.  Francisco Javier y Sara Verónica lo hacían en el barrio de La Rubia, en la zona de Joaquín María Jalón, siguiendo un mismo patrón de venta callejera (previo contacto telefónico) con el que buscaban evitar levantar las sospechas entre sus vecinos y que el floreciente negocio se les volviera a venir abajo. A sus 57, 50 y 43 años los tres ya sabían lo que era pasar por el calabozo en numerosas ocasiones, los dos primeros incluso habían caído en 2014 exactamente por lo mismo: tráfico de heroína.

Antonio y Javier cumplieron sus respectivas condenas por delito contra la salud pública, salieron de la cárcel... y se reintegraron en el especial mundillo del ‘caballo’ y hoy vuelven a estar en prisión, acusados de regentar los que, por el momento, serían los dos últimos ‘narcopisos’ especializados en heroína a orillas del Pisuerga. Los últimos bastiones de «la peor droga, la que causa más adicción y la más perniciosa para la sociedad», según argumentan las fuentes policiales consultadas por El Día de Valladolid. «Alrededor de un punto de venta de heroína, siempre surgen unos círculos delincuenciales que van desde el robo con fuerza hasta el robo con violencia. Es una droga que genera muchísima adicción, por lo que, si los consumidores no tienen para comprar, lo buscan de cualquier forma y no dudan en delinquir y de ahí que se disparen los delitos contra el patrimonio en el entorno de cualquier punto de venta de heroína».

Por ello, la lucha contra el tráfico de drogas en las ciudades tiene en la heroína uno de sus principales objetivos y las unidades policiales especializadas en esta materia son especialmente diligentes ante la irrupción de nuevos puntos en la capital vallisoletana, como los dos desarticulados el último mes en los barrios de Las Delicias y La Rubia, los (presuntamente) liderados por Antonio, y la pareja formada por Francisco Javier y Sara Verónica. 

Ninguno de los tres cumplía el prototipo de traficante de serie de televisión. No eran unos narcos de postín, ni se movían en cochazos, pero sí se habían granjeado cierta fama y ‘dirigían’ «los dos puntos de venta de heroína más activos de la ciudad» en ese momento. Cuando el Grupo VIII de la Brigada de Policía Judicial de la Comisaría Provincial de Valladolid llamó a sus puertas, almacenaban cantidad suficiente para poner mil dosis de heroína en la calle. 

La Policía los ha desmantelado en el último mes, primero el de La Rubia y luego el de Las Delicias. En 2014, también cayeron con solo unas semanas de diferencia, si bien entonces los dos puntos de venta se encontraban en el barrio de La Rubia, ya que Antonio alternaba las ventas en su piso de Arroyo con los pases callejeros en el entorno de la calle Maestranza, aprovechando quizá el intenso flujo de clientes conseguido por el ‘narcopiso’ de Francisco Javier, situado entonces en la carretera de Rueda y en el que había habilitado hasta un fumadero en una habitación. «Los dos eran reincidentes pero, como suele pasar cuando se detiene a un traficante y vuelve a delinquir, ahora habían modificado sus ‘modus operandi’ para intentar evitar ser detectados», detallan las mismas fuentes, que hablan de un «aprendizaje». Y, así, ahora ya apenas atendían en sus ‘narcopisos’, sino que las ventas en la calle, previos contactos telefónicos con los clientes. «Su objetivo es no llamar la atención de los vecinos y que no llamen a la Policía, porque es algo muy evidente, cuando se empieza a ver desfile de personas desconocidas a una vivienda que pasan dentro apenas unos minutos y salen del portal», apostillan.

PERFIL CLIENTES

Las fuentes de la lucha antidroga consultadas por este periódico aseguran que «hay un aumento del consumo de heroína»: «Vuelve otra vez, con la diferencia de que ahora casi nadie se inyecta, solo algún ‘viejo rockero’ de más de 50 años y que puede dar el aspecto tradicional de toxicómano. La gran mayoría lo fuma, el llamado ‘chino’, que es como un cigarro en papel de plata, lo calientan con un mechero y lo van inhalando». Estas fuentes aseguran que el perfil de cliente es el de «cada vez gente más joven y muchas mujeres». Además, se trata de una droga adictiva que ‘obliga’ a comprar a diario: «En la heroína no hay consumidores de fin de semana, como pasa con las drogas sintéticas o con la cocaína. Y muchos suelen ser consumidores diarios de coca y heroína».

En efecto, en la operación de la calle General Shelly se intervinieron 25 gramos de cocaína y otros 25 de heroína, como si los vendiese en pack... «La heroína al menudeo se vende siempre en ‘micra’, que son como 0,12 o 0,14 gramos, y es una dosis, que la adquieren por diez euros. El gramo está en unos 60, pero casi nadie lo compra. Son consumidores muy del día a día», detallan estas fuentes.

Pero la caída de los dos últimos bastiones de la heroína supone en realidad un triunfo efímero para las unidades antidroga de las Fuerzas de Seguridad, conscientes de que volverán a surgir tarde o temprano. «Es una demanda que siempre existe y, durante un tiempo, los consumidores se desplazan a los poblados de la droga de Zamora y Salamanca, pero luego vuelven a surgir puntos de venta en cualquier zona de Valladolid, se corre la voz entre los consumidores y van allí donde se vende».